jueves, 14 de mayo de 2009

Aviso

PRÓXIMO CAPITULO EN LOS SIGUIENTES DIAS.

GRACIAS A QUIENES CONTINÚAN PASÁNDOSE POR AQUÍ A VER SI HE ACTUALIZADO.
SIENTO HABER TARDADO CASI UN AÑO EN SEGUIR CON ESO... LO SIENTO

DE VERDAD LO SIENTO.


M.K.

martes, 5 de mayo de 2009

Capítulo siete: La elección

Decir que aquellos días en la finca de los Ward habían sido grandiosos era poco, y es que hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto el simple hecho de despertar por las mañanas, los días pasaron raudos entre cabalgatas, salidas al lago y excursiones al Parque Baxter, que tal como lo había dicho Freddy, era una reserva magnífica. No volvimos a hablar con Lethar temas serios, y aunque yo moría por continuar el interrogatorio algo en mi me decía que había sido suficiente por el momento, no debía abusar de mi suerte, sobre todo ahora que tenía la certeza que ellos vigilaban mis movimientos y los de mi guardián, hecho que aunque no me parecía en lo absoluto debía lidiar, no tenía opción.

El jueves llegó demasiado rápido, parecía casi irreal cuando me encontré bajando del auto de Ronald y caminando a la puerta del instituto, Eva se lanzó sobre mi en un reconfortante abrazo, Freddy esperó paciente su turno para hacerlo.

- He traído los súper sándwiches que prepara Amber para que te los comas durante el almuerzo…- señaló Eva emocionada, quien tenía la costumbre de llamar a su madre por su nombre- así no desfallecerás de nuevo…

Tanto Eva como Freddy achacaban mi desmayo a la falta de nutrientes en mis comidas y a mi repentina manía por el estrés innecesario, aunque yo sabía que no era así decidí no contradecirles, era mucho más fácil que creyeran eso a decirles que todo había sido provocado por nuestro nuevo compañero de salón.

Casi como si Freddy me hubiese leído la mente sacó el tema, mientras cruzábamos los pasillos.

- Dimitri no fue a la fiesta del sábado… no te perdiste de mucho de todas formas… excepto en la parte en que Eva quería golpear a Cabot…

Eva rió mientras yo la miraba alzando una ceja.

- Esa maldita arpía… eeeh y no olvides mencionar querido Freddy que has conocido a tu princesa de cuento…

Eva se echó a reír mientras golpeaba a Freddy en la cabeza, aunque mi amigo parecía reacio a confesar lo ocurrido, terminó contando que había conocido a Liz, la prima de Dieter, íbamos tan sumidos en nuestra conversación sobre mis días en Millinocket que no fue hasta que ambos me dejaron en la puerta del aula de Historia que me consumió un súbito pavor, tenía Historia, con él, y Lethar no se encontraba conmigo, antes de partir a la escuela había estado muy extraño y luego dijo que no podría estar unas horas, no comenté nada más y él tampoco, y ahora, a unos pocos pasos de entrar en la sala sentía que mis piernas querían abandonar ese lugar y correr muy lejos.

- ¿Quieres entrar? Estas obstruyendo…- me dijo una chica de la clase. Me sobresalté y entre mirando hacia el piso directamente hacia mi asiento habitual.

Sentí en mis manos un sudor frío. No entendía bien porque me estaba ocurriendo todo aquello, sobre todo porque durante toda la estancia en Millinocket, aunque no quisiese reconocerlo, me moría de ganas de volver a ver a Dimitri, de perderme en el brillo extraño de sus ojos, su voz aterciopelada… entre árboles y exquisitas comidas de la señora Ward el recuerdo de ese súbito frío invadiéndome cuando me desmayé parecía un rumor lejano y olvidado, pero en aquel instante, mientras me sentaba en la silla esperando el inicio de la clase volvía a sentir cierto temor por lo que pudiese ocurrir la próxima vez que lo viese.

¿Y si me desmayaba?

¿Realmente había sido todo por él?

¿Qué tenía él?

¿Qué tan peligroso podía ser el estar cerca de Dimitri Moskovits?

Mis respuestas parecían llegar al minuto que divisé una cabeza oscura entrando al aula, inmediatamente se percibió el cambio en el ambiente, las chicas enmudecían al verlo pasar, como siempre él completamente ajeno a ese magnetismo sobrenatural que imponía con cada paso. Me aferré a los bordes de la silla mientras mi corazón parecía querer salirse de mi pecho, sabía que mis nudillos estaban casi blancos por la presión que ejercía mientras lo veía avanzar por mi pasillo…

Pero Dimitri pasó directamente a sentarse con Nicole Cabot sin siquiera mirarme, algo muy parecido a un globo desinflándose se sintió en la mitad de mi pecho. Mi respiración continuaba sucediéndose de manera frenética, sin embargo el sentimiento de súbito temor se vio reemplazado por uno completamente distinto… algo muy parecido a la decepción y a la angustia. Casi masoquistamente me volteé a mirarlos, Nicole exhibía una enorme sonrisa y por segundos sus ojos se cruzaron con los míos, su mensaje de ganadora era claro y me sentí más estúpida que nunca mientras Dimitri parecía pasar olímpicamente de mi.

Green comenzó su clase y desvié la mirada hacia el frente mientras algo se retorcía dentro de mi, no podía entender como de un momento a otro él podía actuar así conmigo, sobre todo considerando que yo me había desmayado en su presencia aquel día, comprobé mosqueada que Lethar nunca me dijo quien me había llevado a la enfermería. ¿Había sido Dimitri, cierto? ¿Quién más?

La clase transcurrió como siempre pero me fue imposible centrarme en lo que el señor Green hablaba, mi mente no dejaba de divagar y continuaba sintiendo una presión en el pecho que me hacía sentir idiota y vulnerable, me esforcé en no volver a mirar a Dimitri, a pesar que se encontraba apenas a metro y medio de mi asiento, aún así mantuve la vista fija en el cuaderno fingiendo tomar apuntes. Cuando por fin terminó la clase Dimitri fue el primero en abandonar el aula, y para desgracia mía lo hizo sin siquiera mirarme.

Cargué toda la mañana con una horrenda y pesada angustia, Lethar aún no aparecía y lo sucedido en Historia se repetía en mi cabeza como una mala película de bajo presupuesto, cuando en la hora de almuerzo le vi sentarse en la mesa de Cabot comprendí lo obvio, Dimitri era para convivir con gente popular, linda e íconos deportivos, no con gente como yo.

- Sabía que lo duraría tanto…- comentó Freddy mirando en mi misma dirección mientras masticaba uno de los sándwich que había traído Eva.

Negué con la cabeza en silencio y me esforcé por fingir que no me importaba.

- Si se convierte en el próximo ligue de Cabot también se ganará un puñetazo en la cara- comentó mi amiga de manera ruda mientras arrugaba el ceño, me miró y movió la mano como espantando una mosca- No te preocupes Heather, que almuerce con Cabot no es la gran cosa, no quiere decir que…

- Eva… no quiero escuchar de que va esa frase…- le interrumpí de manera demasiado ruda para ser yo, tanto Eva como Freddy arquearon las cejas y se miraron cómplicemente.

- Ya lo decía yo… esta perdida…- dijo él.

- Más que perdida…- continuó ella.

Rodé los ojos y me afané en mi comida, dejando lejos la imagen de Dimitri almorzando con las estrellas de la escuela. Para cuando terminamos volví a sentir que la angustia me poseía, tenía Literatura, y en teoría éramos compañeros de trabajo. ¿Sería capaz de cambiar de compañero?

Entré al aula de la señorita Travis y me senté sintiéndome más nerviosa conforme iban entrando alumnos a la sala, recordé que debíamos presentar un trabajo aquel día, trabajo que supuestamente haríamos en mi casa el lunes pasado. ¿Y si era ese el motivo de su repentino distanciamiento? ¿Y si se había enfadado por dejarlo solo haciendo el trabajo? No, no podía ser por una razón tan estúpida, me parecía que Dimitri lejos de alejarse de mi por aquello era de los que me hubiese enfrentado, por último para decirme que no quería trabajar más conmigo.

- Hola Heather…

Su voz tan cerca de mi oído me hizo dar un pequeño brinco en la silla, me puse súbitamente roja mientras volvía a mi todo el nerviosismo de Historia, y a eso sumado que no esperaba que me saludara, no después de todo lo ocurrido durante el día.

- Hola…- respondí de manera corta y sepulcral, aunque ese efecto no fue apropósito, si no más bien salio producto que mi garganta parecía apretarse dentro de mi. Me concentré en darme cuenta si volvía a sentir aquel frío extraño, pero no, aunque me sentía realmente mal, este malestar era del tipo “normal”, como cuando sabes que algo ha pasado y tu cuerpo se descompone junto con tu cerebro.

Abrí mi cuaderno y fingí ignorarlo, pero en ese instante la maestra Travis comenzó a pedir los trabajos, alcé la vista preocupada.

- Yo lo he hecho…- comentó él sacando una reluciente carpeta negra.

- Oh, pero yo no hice…

- Luego negociamos eso…- comentó con un deje de ironía mientras se levantaba a dejar el trabajo en la mesa de Travis.

Lo observé en la lejanía, su cabello oscuro, su cuello níveo y estilizado mientras caminaba con elegancia, bajé la vista justo a tiempo antes de verle voltear, y es que no me apetecía mirarlo a la cara, de hecho, durante todo el día no había mantenido un contacto visual directo con Dimitri.

La clase se desordenó mientras la maestra chequeaba la recepción de los trabajos y escuchaba las excusas de los de siempre, con mi lápiz comencé a garabatear figuras sin sentido sobre el papel, un silencio incómodo y extraño se posó entre ambos.

- ¿Cómo estas?- preguntó él.

- ¿Por qué lo preguntas? No necesitas ser amable conmigo ahora…- comenté explotando al fin, todo eso que sentía desde la primera hora de la mañana parecía querer brotar de mi interior y expulsarlo de manera repulsiva.

Por primera vez mi mirada se encontró con la suya y lamenté haberlo hecho, era inexplicablemente hermoso, sus cejas se arquearon a manera de sorpresa, estaba claro que no se esperaba mi reacción, pero yo no estaba para responder preguntas idiotas ni mucho menos fingir que estaba todo normal cuando se había dedicado a ignorarme durante todo el día.

- No se de que va toda esta bipolaridad tuya que primero me ignoras completamente y luego me hablas solo porque somos compañeros de trabajo…

El abrió la boca para decir algo pero yo me encontraba de pronto demasiado alterada como para dejarlo hablar, además, ahora que había reunido el coraje para decirle todo aquello que pensaba no pensaba dejar callar cosas, comencé a mover las hojas del cuaderno mientras no paraba de hablar y mi corazón palpitaba furioso en mi pecho.

- Si no quieres juntarte o que te vean conmigo ¡Bien! Si quieres yo misma hablo con Travis y…

- Heather

- … le dijo que..

- ¡Heather!

De pronto él tenía las manos sobre mis hombros mientras yo me quedaba súbitamente muda, mi respiración de paralizó mientras nos mirábamos fijamente, mis ojos abiertos como platos vislumbrando como incluso él parecía algo contrariado. Vino a mi cabeza de manera fugaz el recuerdo del pasillo y una mano tomando mi hombro, pero esta vez no pasaba nada, incluso cuando todo mi cuerpo parecía esperar el desfallecimiento, pero este no llegaba… ni tampoco aquel frío... Yo continuaba sin respirar mientras sus ojos oscuros vagaban por mi rostro de manera titubeante, todo alrededor parecía desaparecer instantáneamente, me parecía sentir cada latido de mi corazón mientras una extraña sensación se posaba en mi pecho, como ser tirada con un imán hacia él.

Así, tan rápido como me había tomado sus manos me soltaron y yo expulsé el aire que aguantaba en mis pulmones, me quedé mirándolo aún en shock por lo sucedido entre ambos, porque si, tenía la certeza que él se había sentido casi tan extraño como yo, lo sabía, por la manera en que sus ojos titubearon por primera vez desde que lo conocía.

Él se aclaró la garganta y desvió la mirada unos segundos.

- No quiero que dejemos de ser compañeros en Literatura…- respondió finalmente.

Yo aún me encontraba demasiado impactada como para añadir algo coherente a sus palabras, le vi voltearse hacia mi nuevamente con cierto brillo de satisfacción en su gesto, de pronto volví a sentirme vulnerable ante su potente mirada, él parecía meditar interiormente aunque en ningún minuto su gesto cambió. Aguardé expectante, como un conejo que ha sido descubierto por un potente haz de luz.

- Pensé que no querrías tenerme cerca…

Tragué saliva en grueso, de pronto, parecía que sus palabras me transportaban directamente al viernes pasado, luego a mi conversación con Lethar, a mis preguntas constantes que no tenían respuestas, fijé la vista en él, el resto del mundo volvía a desaparecer, en aquellos instantes sólo éramos nosotros.

- ¿Por qué pensaste eso?- pregunté finalmente, obligándome a no flaquear.

Dimitri sonrió levemente, se encogió de hombros de manera que no perdió su compostura elegante y distinguida.

- Porque es lo que tenía entendido que pensarías hoy…- respondió.

Pestañeé confusa y negué con la cabeza.

- No puedes saber lo que pienso…

- Esta claro que no, o las cosas serían más fáciles…- replicó.

Súbitamente volvía a sentirme enfadada, quería respuestas claras y nadie se disponía a dármelas.

- ¿Qué es lo que hay de malo en ti?- pregunté mientras sin darme cuenta me acercaba más a él, atenta tanto a su reacción como a su respuesta.

Él volvió a sonreír y negó con la cabeza, mi pregunta había ido mucho más allá de lo que yo misma esperaba, incluso ni siquiera sabía si él entendía que yo no sólo me refería al hecho de que un simple compañero me ignorara durante todo un día, como si fuese el punto de todo esto. Sentía que estaba en una cuerda floja con los ojos vendados, andando a ciegas por un terreno en que no sabía si lo que pisaba era tierra o fangosa arena que terminaría por tragarme.

- ¿Crees que hay algo malo en mi?

Abrí y cerré la boca como pez, Dimitri me observaba con cierta soberbia escondida tras su mirada, no sabía si me estaba tomando el pelo o claramente era como Lethar y le gustaba jugar a ser el señor acertijo.

- No se responden preguntas con más preguntas- repliqué mientras por primera vez me daba cuenta de la extrema cercanía de ambos, apenas a unos centímetros de su rostro, aún así no me aparté.

- Eso responde a la mía…- dijo mientras sus ojos parecían refulgir de manera extraña e hipnótica.

Repentinamente el hechizo parecía haber desaparecido y me vi nuevamente rodeada de compañeros de clase que conversaban unos con otros, al parecer completamente ajenos a lo sucedido con Dimitri hacía pocos segundos, me quedé atónita mientras él sonreía, su sonrisa era perfecta, en cierta forma me recordó a la de Lethar, un gesto demasiado sublime y que era imposible ignorar.

- ¿Entonces…?- me atreví yo a preguntar- ¿En que queda todo esto?

- En que ya no me alejaré de ti, Heather…- respondió mientras volvía a atraparme con su mirada oscura y hermosa.

En alguna parte de mi algo pareció florecer de manera maravillosa e inefable, no esperaba que luego de mi ataque de exasperación aquel chico guapo y extraño quisiese seguir hablándome, pero así era, sabía que estaba yendo en contra de todo lo que me había dicho Lethar, una parte de mi continuaba recordando que había una razón para que mi guardián tuviese aquella actitud, pero no podía lidiar con lo inevitable, y es que la angustia que sufrí al saberme ignorada por Dimitri me hizo dar cuenta que no había marcha atrás, sentía una conexión con él, algo que iba más allá de explicar…

La clase de Literatura pasó demasiado rápido para mi propio gusto, me levanté reticente de mi silla cuando sonó el timbre, era mi timbre de salida, ya que era la única clase que tenía los jueves en la tarde.

- ¿Te llevo?- preguntó Dimitri mientras calzaba su mochila al hombro.

Lo miré vacilante, por segundos pude ver a la perfección la reacción de Lethar al enterarse de lo ocurrido, es más, era probable que ya lo supiera, siempre sabía todo, me preguntaba si eran los guardianes de mis compañeros de clase los que se encargaban de informarle, llevándole el chisme de todo lo que ocurría comigo mientras él no estaba, nunca le había preguntado a Lethar sobre eso.

Volví a mirar a Dimitri y asentí tímidamente mientras comenzaba a caminar junto a él, mientras salíamos ambos de la escuela y pasaba junto a una sorprendida Nicole Cabot supe que ya no había vuelta atrás; mientras subía su imponente Camaro de color negro supe que nuestra conversación en la sala había sido una especie de pacto; y mientras comenzaba a echar andar el auto con agilidad y pericia formidables y mientras mi corazón se disparaba al sentir el olor a su leve perfume supe que no importaba nada más que aquel instante.

- ¿Puedo invitarte a algún sitio o debes llegar a casa temprano?- preguntó mientras tomaba la avenida Washington en pleno centro de Portland.

- ¿A dónde?- inquirí mientras observaba su perfil, él volvió a sonreír.

- ¿No habías dicho que las preguntas no se respondían con preguntas?

Touché, apreté los labios pero no pude evitar sonreír, tenía esa misma clase de humor de Lethar y que en grandes dosis lograba exasperarme.

- Conozco un Café en el boulevard Baxter- comentó.

Abrí la boca en gesto mudo y asentí, la invitación tenía todas las de ser una cita, pero no lo era, porque no había sido planeada y sobre todo porque uno no iba a citas saliendo de la escuela, no, las citas normalmente las tenía a las 8 de la noche, luego que mamá acostaba a Gail, ya que así tenía tiempo de evaluar al chico en cuestión, por segundos volvió a mi la sensación de dolorosa nostalgia que me esforzaba por ocultar.

- ¿Heather?

Me percaté que aún no le respondía.

- Si, claro… vamos…

- No es necesario- terció él.

Negué con la cabeza mientras me acercaba al complicado tablero lleno de botones en búsqueda de la radio, pero habían tantas pantallas por todos lados que se me hacía difícil adivinar cual de todas correspondía, por eso prefería los autos clásicos, con esos solo bastaba encontrar el “on”, el “Play” y listo. Dimitri alzó su mano y señaló uno de los controles mientras la encendía desde los controles del manubrio, la radio comenzó a tocar una vieja canción ochentena, de esas que te imaginas que tus padres bailaron en su fiesta de graduación, cuando estaba de moda usar ridículas mayas y peinados con mucha laca, miré a Dimitri esperando que cambiase la estación, pero él tamborileaba los dedos de manera distraída en el volante mientras manejaba. Alcé una ceja y no reprimí la risa, solo en ese instante él pareció recordar que yo me encontraba junto a él.

- ¿Qué?

- ¿Me vas a decir que te gusta esta horrible música?- pregunté.

Él sonrió y casi pude percibir cierto sonrojo en sus blancas mejillas, o quizás solo era paranoia mía.

- ¿Qué tiene esta música?

- No lo se…- ironicé- que….¿Es del siglo pasado quizás?

Rió, era la primera vez que escuchaba su risa, pareció un sonido por completo ajeno a él, y es que siempre se mostraba tan reservado y misterioso que oírle reír fue extraño y maravilloso. Me quedé esperando su respuesta pero él solo sonrió, luego desvió la mirada del camino para observarme y eso me hizo quitar la risa inmediatamente.

- Mira hacia el frente- dije de manera demasiado brusca.

Dimitri me miró de manera interrogante pero hizo caso y yo volví a sentirme tranquila. No volvimos a hablar hasta que nos bajamos ambos del auto y comenzamos a caminar hacia el famoso café. Soplaba un fuerte viento, aunque era típico de Portland en aquella época del año, vislumbre varios barcos en el muelle, mientras seguía a Dimitri caminando frente a las fachadas de distintos locales.

El Boulevard Baxter era uno de los centros sociales de la juventud de Portland, y es que aparte de los centros comerciales no había mucho que hacer, así que era punto de confluencia de la mayoría de la población joven de la ciudad, no pasó desapercibido para mi que muchas de las chicas se quedaban observando a Dimitri con evidente gesto de querer hacer cosas no muy santas con él, por segundos me sentí demasiado insignificante como para caminar junto a tal clase de hombre.

Nos detuvimos en la fachada de un pintoresco Café, estaba segura de no haberlo visto antes, sin embargo Dimitri parecía conocerlo muy bien, ya que luego de abrirme la puerta y entrar saludó amistosamente a la mujer de la caja, quien por cierto era demasiado hermosa como para imaginártela de cajera en un café de ciudad periférica del mundo, su rostro me recordó más a una de esas modelos de revistas europeas, con el cabello de un color negro brillante y sedoso, rostro perfilado y fino.

- Buen día, Dimitri… ¿un privado?

- Por favor, Anika.

La mujer salió detrás del mostrador e inmediatamente atrajo la mirada de todas las personas que visitaban en aquel instante el local, y es que una belleza como la de ella era imposible de ignorar, en cierta forma me hizo pensar que ella y Dimitri eran muy parecidos, aunque el aspecto de la chica tenía algo amenazante, no sabía precisar que, quizás su manera de caminar o su extraño color de ojos que le daban una apariencia algo temible.

No entendía porque un privado si habían algunas mesas en ese sector, sin embargo decidí callar y los seguí a ambos por una escalera hasta el segundo piso, ahí pude ver como el salón se dividía en pequeñas y apartadas secciones, la chica nos dirigió directamente hacia una de las mesas que daba hacia el exterior, junto a un gran ventanal.

- Ya les tomo sus pedidos…- anuncio, mirando de manera demasiado fija a Dimitri, quería pensar que era paranoia mía pero me parecía que entre ella y Dimitri había cierta complicidad, algo dentro de mi se retorció, no supe muy bien porque.

Cuando finalmente nos quedamos solos y yo dejé de evadir la mirada de mi acompañante fingiendo observar la vista hacia el muelle, suspiré.

- ¿Qué te parece?

- ¿Quién?- pregunté.

Dimitri torció una leve sonrisa y apoyó los brazos sobre la mesa.

- El local…- aclaró.

- Ah… esta perfecto…

Quería preguntarle de dónde conocía a la tal Anika, pero me pareció que sonaría demasiado psicópata si lo hacía, por lo que me limité a guardar silencio, silencio que por cierto tenía una pizca de inquietante.

- ¿Qué hace tu hermano?- pregunté finalmente, en un intento bastante desesperado por romper con el silencio.

- Es… comerciante….- respondió mientras cruzaba sus manos sobre la mesa de manera despreocupada.

- ¿De qué?

- De autos… y tiene acciones, gana dinero principalmente con eso… es bueno en los negocios- añadió.

- ¿Y …- me aclaré la garganta no muy segura de si preguntar o no

- No tengo padres…

Lo miré algo sorprendida que supiese de que iban mis pensamientos, Dimitri se limitó a sonreír con cierta suficiencia.

- Ah… ¿ellos…

- Alarik es mi único familiar- volvió a adelantarse a mi pregunta y yo asentí en silencio, su tono no había denotado molestia o pena por mis preguntas, aún así decidí dejar el tema.

En ese instante Anika apareció junto a nosotros sosteniendo una libreta mientras nos tendía el menú del lugar, lo hojeé rápidamente, la verdad es que no me apetecía comer nada, por lo que pedí un jugo de piña natural, Dimitri pidió un café expreso. Anika se volvió a ir pero no tardó mucho en volver con ambos pedidos, me percaté que volvía a mirar a Dimitri de una manera que parecía demasiado directa como para ser normal, aunque él en ningún minuto cruzó miradas con ella.

- Es una vieja amiga de Alarik- comentó luego que Anika bajó por la escalera- nos conocemos hace años- añadió mientras revolvía su café.

No comenté nada sobre eso, a pesar de la explicación de él continuaba sintiendo que había algo más, volví a culpar a mi paranoia y al hecho que siempre que me encontraba con Dimitri mi cabeza parecía disparar pensamientos sin ningún tipo de filtro. La conversación derivó en distintos tópicos, nada muy interesante, la escuela, mis gustos, él parecía muy interesado en conocer mis gustos en comida, en cine, en música, no supe muy bien como pero luego de unos momentos me encontré conversando tan animadamente como si estuviese con Eva o con Freddy o… Lethar…

No era una alucinación, estaba al otro lado de la ventana, mirándome fijamente mientras su cabello se arremolinaba en torno a su rostro producto del viento, por poco casi me atraganto con el jugo, Dimitri miró en mi misma dirección para luego fijar su vista en mi.

- ¿Te encuentras bien?

- No… quiero decir si…

- Ya es tarde, te llevaré a casa- dijo él mientras nos levantábamos de la mesa y abandonábamos el local, cuando salimos la tal Anika no apareció por ningún lado.

El frío viento me dio de lleno en el rostro, sin embargo por más que miré a mi alrededor Lethar ya no estaba, en todo el camino a casa me fui sintiendo más y más nerviosa, sabía que no lo había imaginado, sabía que era Lethar a quien había visto en el Café, me sentía realmente mal, y es que al recordar sus ojos, la manera en que me miró hizo que algo dentro de mi pareciera estallar y romperse en mil pedazos. Dimitri no habló mucho durante el trayecto, probablemente porque se dio cuenta que yo estaba demasiado ida como para entablar una conversación.

Súbitamente vinieron a mi muchos temores y dudas, temor al darme cuenta que lo que vi en los ojos de mi guardián no fue ira, si no tristeza. Casi salté del auto para salir cuando Dimitri aparcó afuera, me despedí de él con un gesto de mano y subí corriendo las escaleras para entrar a casa, cerré la puerta de un tirón y me quedé muy quieta, Lethar estaba en la casa, lo podía sentir.

Tragué saliva y subí las escaleras hacia mi dormitorio, él se encontraba ahí, mirando por la ventana fijamente de manera que me era posible verle el perfil, vestía unos jeans y una polera con cuello color azul.

- ¿Te lo has pasado bien?- preguntó de manera demasiado amarga para ser él.

Me quedé estática en la puerta de la habitación, con la mochila en la mano, sin querer avanzar más, su tono había sido como una bofetada, una dolorosa bofetada luego de todo lo sublime que podría haberme sentido aquel día.

Lethar se volteó a mirarme y me sentí completamente vulnerable a lo desgarrado de su mirada, me percaté que parecía además de todo muy agotado. Fue él quien se acercó caminando hacia mi, lentamente, de pronto, en un segundo se encontraba su rostro casi pegado al mío, podía sentir su respiración agitada chocando contra mi rostro, mientras sus ojos brillaban de manera triste y a la vez furiosa.

- Lethar no pue…

- Nunca es suficiente lo que yo digo ¿Cierto?- me interrumpió en susurros.

Mi respiración comenzó a seguir la de él, y es que de pronto me sentía demasiado indefensa ante su actitud.

- Eras la única que tenía el poder de decidir…- continuó hablándome mientras su aliento chocaba mi rostro y su voz parecía repartir dolor en cada uno de mis poros.

Cerré los ojos solo para evitar encontrarme con sus ojos centelleantes y tristes, pero su voz la seguía oyendo, su voz cargada de decepción y dolor… jamás le había escuchado hablarme así, los pelos de la nuca se me erizaron.

Lo alejé de mi con un brazo y comencé a caminar hacia la cama pero él sujetó mi mano haciendo que voltease hacia él.

- No puedes pedirme esto, Lethar…- dije en un pitillo de voz, mientras sentía como mis ojos comenzaban a picar.

- No puedo pedirte nada, Heather… pero…

En aquel instante una luz apareció en la mitad del pecho de él haciendo que me soltase, pegué un grito mientras la luz me cegaba y un grito de dolor inundaba toda la habitación traspasando mis oídos, un grito de él

La luz desapareció y solo entonces pude vislumbrar a Lethar, de rodillas en el piso, con las palmas de las manos apoyando su cuerpo y su cabeza gacha. Me acerqué a él mientras el miedo y el horror me sobrepasaban.

- Lethar…

Me arrodillé junto a él y abracé su cuerpo.

- ¿Qué esta pasando?- sollocé mientras sostenía su cuerpo que por primera vez parecía albergar menos calor que el de costumbre.

Él se mantenía en silencio mientras su pecho subía y bajaba chocando contra el mío, sus brazos no correspondían el abrazo, estaban laxos a cada lado. Continué sosteniendo su cuerpo hasta que el calor volvió a él, inundándome a mi, poco a poco sentí sus manos en mi espalda mientras cobijaba su cabeza en mi cabello.

- Lethar… ¿qué esta ocurriendo?- pregunté mientras aún lloraba.

Pasaron minutos de silencio, sentía mi corazón palpitar de manera furiosa en mi pecho, mientras lágrimas continuaban corriendo por mis mejillas.

- Has abierto la elección…- respondió en mi oído mientras sus manos presionaban en un abrazo estrecho.

viernes, 1 de mayo de 2009

Capítulo seis: Respuestas

Abrí los ojos, me encontraba en la enfermería de la escuela, lo primero que vi fue a Lethar levitando alrededor mío, apenas vio que lo observaba se detuvo y tomó mi mano.

- Viene Ronald a buscarte, llegará en unos minutos…

Pestañeé varias veces antes de comenzar a comprender y recordar todo, la conversación con Dimitri, la despedida, alguien tomando mi hombro y luego, oscuridad…

Alcé mi mano hacia mi cabeza pero Lethar detuvo mi gesto y posó su propia mano en mi frente, sentí un agradable calor expandiéndose por mi cuerpo, observé a mi guardián, parecía preocupado y molesto.

- ¿Qué ha ocurrido?

Me miró fijamente mientras era obvio que parecía querer dominar lo que estaba a punto de decir.

- ¿Y Dimitri?- pregunté seguidamente.

Me miró y negó con la cabeza mientras ese brillo de enfado volvía a posarse en sus ojos.

- Te desmayas, estuviste apunto de partirte la cabeza y te preocupas por ese imbécil…

Cerré los ojos y moví la mano dando a entender que no me apetecía rebatirle nada. Lethar suspiró.

- Se ha ido…

Sentí un nudo en la mitad de la garganta, no supe por qué aquellas tres palabras me hicieron dudar sobre su verdadera connotación. Pensé en Dimitri, si recordaba bien él debía haberme visto desmayar, de hecho no había nadie más que nosotros dos en ese instante, eso sin contar a Lethar.

- ¿Quién me ha traído?- pregunté mientras mantenía los ojos cerrados.

En ese instante la puerta de la enfermería se abrió apareciendo Ronald con evidente gesto de preocupación.

- Heather…- imitó el gesto de Lethar y posó su mano en mi frente- ¿Cómo te sientes?

- Bien…- respondí, y la verdad es que era cierto, solo algo confundida pero nada más que evidenciara que hacía un momento me había desmayado.

Luego del trámite habitual y que la enfermera de la escuela me recomendase ir al médico, nos dirigimos a casa en el auto de Ronald, Lethar iba sentado atrás en silencio, mi cabeza comenzaba a llenarse de especulaciones e ideas extrañas, hipótesis y esboces que no alcanzaban a concretarse en mi mente, o más bien no querían llegar a hacerlo. Una parte de mi- una gran parte- quería pensar que no había sido más que un simple desmayo, pero algo en la actitud de Lethar me hacía sentir que había algo más.

- Suspenderemos el viaje a Millinocket- dijo de pronto Ronald mientras esperábamos en la luz roja de un semáforo. Me volteé a verlo.

- ¡No!- dije de manera demasiado alterada.

- Se razonable, Heather, no estas bien… no es normal desmayarse, estas con bajas defensas- rebatió mi tío mientras alzaba su mano para tratar de calmar mi reacción.

- En serio quiero ir- supliqué- quiero alejarme de aquí, de la ciudad, respirar aire puro… por favor…

No me esperaba estar suplicando por un viaje hacia los límites del mundo civilizado, Ronald parecía meditarlo un poco.

- Por favor…- volví a arremeter- me hará bien, y lo sabes, mamá siempre decía que el mejor remedio para mejorarse era alejarse de la ciudad…- repliqué.

Un extraño silencio se posó entre ambos, no solíamos hablar demasiado de ella ni del accidente, de alguna forma sabíamos que la herida estaba demasiado reciente y evitábamos rememorar el recuerdo. Sabía que el dolor y la culpa de mi tío eran muy grandes, se arrepentía de haber tenido tan poco contacto con su hermana menor todos esos últimos años, mientras él vivió en Europa, razón por la cual yo apenas lo vi un par de veces mientras mis padres seguían vivos.

Cuando llegamos a casa, Ronald se preocupó de ayudarme a llegar a mi habitación, me recosté en la cama mientras él me observaba pensativamente.

- La enfermera dice que puede que no estés comiendo bien…

- Sabes que no puedo vivir sin comida…-repliqué en tono monótono, sabiendo de que iba la charla.

- ¿Has tenido problemas en la escuela? ¿Mucha presión? ¿Hay algo de lo que quieras…

- Ronald….- le interrumpí mientras me esforzaba por mirarle fijamente- en serio, estoy bien, no se que ha sucedido hoy pero te prometo que no hay de que preocuparse…

Sabía que Ronald se sentía con la responsabilidad de mi bienestar, lo podía leer en sus ojos, y yo solo quería hacerle las cosas fáciles, sabía que nunca había tenido la oportunidad de criar si quiera un gato, pero trataba de hacerlo bien conmigo, le sonreí tratando de infundarle confianza y bienestar que en el fondo yo no sentía.

Desvié un poco la mirada, Lethar se encontraba a mi lado, con el ceño fruncido y claramente frustrado, podía adivinar todos los pensamientos que cruzaban por su cabeza, o al menos intuir de qué trataban…

Ronald me observó y suspiró.

- Es mejor que nos quedemos en casa…

- ¡No!- volví a alterarme demasiado, pero realmente no quería quedarme en Portland- Por favor…

- Debo llevarte al médico, Heather- rebatió él.

- Vamos ahora mismo y partimos mañana, por favor…

- Heather, Ronald tiene razón- interfirió por primera vez mi guardián- es mejor que te quedes aquí…

Me crucé de brazos pero continué mirando a mi tío, esperanzada, algo había pasado conmigo en ese pasillo, esos continuos mareos y mi desfallecimiento, una extraña sensación de inquietud tenía en el pecho desde que había despertado en la enfermería, sentía que quería escapar, huir, alejarme de… algo; tenía un presentimiento que me hacía querer abandonar Portland.

Finalmente Ronald aceptó mi propuesta y esa misma tarde fuimos al médico, había sido el médico de cabecera de mi familia desde que habíamos llegado a la ciudad, por lo que nos conocíamos hacía años, me revisó, y realizó algunos exámenes, concluyó que estaba pasando por una cierta descompensación producto del estrés- bastante extraño por cierto si apenas llevaba una semana de clases- aún así me dio tres días de licencia por lo que no tendría que ir a la escuela hasta el jueves siguiente. Para cuando volvimos a casa Ronald se encontraba más tranquilo, aunque yo seguía con mi cabeza apunto de explotar a preguntas y sensaciones extrañas, aún no había podido hablar con Lethar, y es que no habíamos tenido un momento a solas en ningún momento, no fue si no hasta la noche, luego que Ronald ayudase a preparar mi bolso de viaje, cuando finalmente se fue a su habitación.

Observé a Lethar, durante toda la tarde se había mantenido más callado y serio que nunca, no sabía si interpretar eso como una buena o mala señal, luego que me puse el pijama y me arropé entre las sábanas, me aclaré la garganta con la intención de hablar sobre todo lo ocurrido.

- ¿Lethar?- alisé las sabanas con las manos en un intento de no tener que observarlo.

Él se sentó a los pies de mi cama, podía sentir su mirada fija en mi, sin embargo no fue hasta unos cuantos segundos que alcé la vista para enfrentarle.

- ¿Qué fue lo que me ocurrió hoy?- pregunté bajito, y es que no me apetecía que además de todo mi tío me escuchase hablando sola en mi habitación.

Lethar apretó la mandíbula mientras su posición era demasiado tensa como para estar sentado en una cama, percibía como se esforzaba por aparentar una normalidad que no llegaba a cubrir sus ojos.

- Te desmayaste- respondió denotando lo obvio.

- La pregunta es por qué- repliqué tratando de sonar lo más pacífica y tranquila posible.

Acomodó un poco su posición y desvió la mirada hacia el muro.

- Lo sabes…- respondió con voz seca y sepulcral.

Se armó un nudo en la mitad de mi garganta y por segundos sentí que volvía a faltarme el aire, mi respiración volvió a agitarse de manera forzosa mientras las palabras de Lethar se repetían en mi mente una y otra vez al mismo tiempo que un sólo rostro cruzaba mis pensamientos.

- ¿Todo esto es por… Dimitri Moskovits? ¿Fue… fue por él, todo esto… que ocurrió hoy?- me atreví a preguntar finalmente, necesitaba dejar de eludir lo que se me había hecho obvio desde el primer instante que cruzamos miradas en clase de Historia, y que solo en ese instante estaba aceptando como verdad.

Lethar volvió a mirarme y asintió en silencio mientras los músculos de su rostro se tornaban más y más tensos. Por mi parte no podía estar más alerta y despierta, repentinamente todo el cansancio que me poseía hacía unos pocos minutos había desaparecido, y es que parecía que tendría al fin las ansiadas respuestas de todo lo que encerraba a Dimitri Moskovits, quería saber quien era él, por qué Lethar parecía detestarlo, por qué me ocurrían aquellos malestares cuando él se encontraba cerca, quería saber que escondía tras los oscuros ojos de mi nuevo compañero de instituto, y quería tratar de explicarme por qué a pesar de todo sentía que algo se regocijaba en mi interior cada vez que pensaba en él.

- ¿Qué es lo que ocurre con él?- volví a preguntar- ¿Por qué es tan malo?

Lethar me observó fijamente, de una manera en que pareció atravesarme con su mirada cristalina y cálida, parecía arremolinar muchos pensamientos que me eran imposibles descifrar.

- Ahora no, Heather…- respondió mientras se levantaba de la cama con un movimiento grácil y rápido.

- ¡No puedes dejarme así!- reclamé frustrada mientras me incorporaba un poco sobre la almohada - Tengo derecho a saber por qué me ocurren estas cosas a mi- arremetí.

Lethar se volvió hacia mi acercándose a la cama.

- Me encantaría decirte muchas cosas…- dijo mientras tomaba mis hombros y me instaba a volver a recostarme en la cama- Pero yo no soy el indicado para responder a esas preguntas… al menos, no por ahora…

- ¿Entonces quién? ¿Dimitri?- pregunté contrariada.

Volvió a arrugar el ceño apenas pronuncié su nombre y suspiró.

- No- respondió seco- Ahora duerme, mañana partirás temprano en viaje…

- No quiero dormir- refuté tercamente.

- Pero debes… buenas noches- dijo mientras desordenaba mi cabello con su mano.

- Lethar…- le llamé tercamente, sin embargo él apagó la luz de mi dormitorio mientras seguía con su mano sobre mi cabeza, casi sin darme cuenta a los pocos segundos me había quedado dormida.

Al día siguiente partimos temprano, telefoneé a Eva y Freddy comentándoles de mi viaje a Millinocket, ambos estaban bastante preocupados- especialmente Eva que no dejaba de culpar a la señora de la cafetería por alimentarnos mal y a los profesores por llenarnos de tarea- les tranquilicé a ambos y les dije que los vería el jueves en la escuela, y es que había hablado con Ronald y le había convencido de quedarnos más días de lo que en un principio teníamos planeado.

Recién el sol aparecía por el horizonte cuando mi tío puso en marcha el motor del Land Rover, tomamos la ruta 295 rumbo a Bangor, sabía que podríamos haber tomado un avión para llegar hasta allá pero Ronald disfrutaba de los viajes en carretera como ningún otro, muchos creían que mi trauma a viajar en vehículo después del accidente sería severo, sin embargo curiosamente eso nunca ocurrió, posiblemente porque canalicé el trauma de otras maneras, según mi último psico-analista.

Íbamos a una velocidad media, la radio del auto sintonizaba una canción de Coldplay, comencé a tararearla distraídamente, miré hacia el costado y no pude evitar una sonrisa; Lethar volaba a la par con el auto, sus cabellos claros quedaban hacia atrás producto del fuerte viento descubriendo su frente, sus dedos abiertos en palma mientras parecía palpar el aire, sonreía; por segundos me maravillé con el espectáculo, se veía tan poderoso, tan libre, tan…sobre humano. Desvió la mirada del frente y sus ojos celestes se encontraron con los míos, brillaban, centelleantes, pero esta vez era por lo grandioso del momento, Lethar se movía de manera grácil junto al auto, como una extraña danza donde el ejecutante jamás tocaba el piso ni chocaba con algún obstáculo.

Apoyé la mano en la ventana sin dejar de sonreír, era en momentos como esos en los que me daba cuenta que era realmente bueno tener la capacidad de poder ver a mi guardián. La melodía de “Clocks” sonaba de fondo mientras yo continuaba observando a Lethar y su perfecta sincronización de poder, gracilidad y hermosura.

- “Apuesto a que quisieras poder hacer lo mismo”- se escuchó su voz clara en mi cabeza y yo solo ensanché la sonrisa mientras rodaba los ojos. Ni si quiera en esos momentos era capaz de dejar su soberbia de lado.

Nos detuvimos unos minutos en Bangor, sólo para que yo pudiese ir al baño y luego retomamos el camino por la carretera 95 para ir directo hacia Millinocket, sabía que la finca de Josh Ward estaba en las afueras de la pequeña ciudad, perdida entre bosques a las orillas del lago, por lo que aún nos quedaban unas tres horas más de viaje, por suerte Ronald era un sujeto tan interesante que me apasionaba el escucharle hablar sobre sus investigaciones para su próximo libro o simplemente de anécdotas sobre su estancia en Harvard. Lethar se encontraba a ratos sentado en el asiento de atrás, luego volvía a aparecer afuera, moviéndose a la par del jeep, un momento especialmente incómodo fue cuando no pude evitar hablarle a Lethar y Ronald me miró con cierta preocupación.

- Repaso los diálogos para el grupo de teatro- mentí.

- ¿Desde cuando te ha interesado el teatro?- preguntó mi tío quien era muy perspicaz.

- Desde este año…

En algún minuto del viaje me quedé dormida, no fue si no hasta que sentí a Ronald palparme el hombro mientras Lethar me picaba insistentemente el rostro con su dedo que por fin abrí los ojos.

-Te has perdido lo mejor del viaje…-comentó mi guardián mientras yo miraba alrededor, observando el camino de gravilla que recorríamos.

- Estamos a pocos minutos de llegar...- dijo Ronald mientras dejábamos el camino principal y nos internábamos en otro camino de tierra, más angosto y con grandiosos árboles a ambos lados.

Me dediqué a observar el paisaje, todo lleno de verdor y tonos ocres, el cielo a pesar de estar nublado parecía más hermoso que nunca, vi a lo lejos una bandada de pájaros e inesperadamente me sentí más relajada y apacible que nunca, las palabras de mi madre parecían ciertas, la lejanía con la ciudad lograba calmar la mente. Nos detuvimos al llegar a un inmenso portón de fierro, Ronald abrió la ventanilla y tocó el timbre dispuesto junto a la entrada, luego de identificarse las puertas se abrieron dejándonos pasar.

No reprimí el “oh” de sorpresa, y es que la primera vista de la casa me hizo pensar que mágicamente había retrocedido unos doscientos años y me encontraba rumbo a la residencia del señor Darcy y yo era Lizzie Bennett; la casa era inmensa, en realidad era una mansión, de estilo inglés, de dos pisos y una inmensa puerta.

- Wow… ¿Ahora saldrán los pajes a abrirme la puerta?- bromeé.

Mi tío rió. Volví a mirar a la casa, conocía a Josh Ward porque Ronald lo había invitado algunas veces, habían pasado largas tardes charlando mientras bebían whisky y fumaban puros, era un amigo de la infancia de Ronald, aunque 8 años mayor, su mujer era una adorable maestra en literatura inglesa que solía llevar un exquisito kuchen cada vez que ella y su marido visitaban la casa.

Mientras bajábamos del auto las puertas de la casa se abrieron y salió el mismo Josh a recibirnos en persona, venía prácticamente corriendo lo cual francamente me asombraba, con todo lo que bebía y fumaba no te esperabas que un señor de 60 años tuviese aquella vitalidad.

- ¡Has traído a la encantadora Heather!- dijo mientras me abrazaba fraternalmente.

Entramos a la casa mientras el par de amigos no paraban de hablar, Lethar caminaba junto a mi y observaba hacia todos lados igual que yo.

- El amigo de Ronald es un buen hombre…- comentó mientras atravesábamos el vestíbulo.

Yo sonreí, no necesitaba la confirmación de Lethar para saber que Josh Ward era un hombre genial. Luego de los saludos formales, uno de los empleados me guió hasta mi habitación, en ese instante si que me sentí transportada a un libro de Austen, la habitación era grandiosa, una enorme cama adoselada, un tocador, un ropero gigantesco, y frente a la cama un hermoso ventanal que daba paso a un balcón y a toda la vista del lago.

- Ese es el lago Millinocket- comentó Lethar una vez que estuvimos solos.

- No se porque no me extraña el nombre- ironicé.

Luego de instalarme en mi habitación, nos sirvieron una suculenta comida, la señora Ward se mostró tan atenta como siempre, fue ella quien me enseñó completa la casa mientras me comentaba que había pertenecido a su familia desde hacía cuatro generaciones, recorrimos los inmensos corredores, había una sala de música, más de veinte habitaciones, dos caballerizas y un jardín que no pudo más que dejarme muda de la asombrosa belleza del lugar, el inmenso terreno se habría majestuosamente hacia el lago, en la orilla se divisaba un pequeño muelle que era donde Josh solía pescar, según lo que me contó su señora.

Mientras hacía todo el recorrido Lethar aparecía y desaparecía a intervalos, aunque nunca pasó de las dos horas lejos, me limité a fingir que no me importaban sus ausencias, pero algo en su gesto me decía que estaba preocupado, por mucho que tratara de taparlo con una sonrisa que fallaba estrepitosamente al no llegar a iluminar sus celestes ojos como siempre.

La noche llegó rápidamente y el cansancio también, me había levantado demasiado temprano aquel día, Ronald pasó por mi habitación a darme las buenas noches y no tardé en caer rendida al sueño, lo último que vi fue a Lethar a mi lado separando mis cabellos como solía hacerlo, pero con la mirada perdida en alguna parte del infitnito.

Los días pasaban raudos en aquella inmensa casa, eran muchas las cosas que poder hacer y francamente no podía estar disfrutando más en aquel lugar, habíamos salido a cabalgar con Ronald, Josh y su mujer hacia los terrenos del bosque, había aprovechado de fotografiar cada rincón del lugar, y es que me parecía tan mágico que quería guardar recuerdos de aquello, aún cuando el señor Ward dijo que podíamos venir cuando quisiésemos. El sol salía tímido cada mañana, abriéndose paso entre la niebla matutina tan típica de Maine, y luego se alzaba, dando intervalos de sol y nubes en el transcurso del día, mientras una sutil brisa parecía barrer sutilmente con las hojas que ya comenzaban a caer de los árboles, si había algo que me gustaba de esa región era el otoño, en mi antigua ciudad, San Diego, era difícil percibir ese cambio tan radical que se vivía en Maine con el cambio de las estaciones, en otoño las hojas se tornaban amarillas, anaranjadas, incluso algunas rojas, de colores tan vívidos y surrealistas que parecían pintadas por la mano de un pintor.

El Lunes en la noche, después de la cena salí hacia la inmensa terraza que daba hacia los jardines y el lago, Lethar me siguió con su típico andar despreocupado pero que tenía esa característica elegante y sobre humana que lo hacían único, sus hombros casi tocaban los míos al caminar, de pronto, en un movimiento espontáneo atrapé su mano con la mía, sentí la sorpresa por la manera en que sus dedos respondieron torpemente a mi agarre, sin embargo no tardaron en envolver mi mano enviándome esa calidez única en él. Sabía que se sentía sorprendido, generalmente no solíamos demostrarnos demasiado afecto, pero durante aquel fin de semana, mientras comenzaba a aclarar una de las tantas cosas en mi cabeza tenía la certeza de una cosa, sin Lethar estaría perdida, y aunque sonase incluso maniaco era algo que no podía negar, todo ese vacío que se había creado en mi con la pérdida de mi familia había sido llenado en gran parte por él, no podía explicar cómo, era una simple constatación de una verdad, simple, pura y llana.

Comencé a bajar los escalones y a caminar por el pasto, sentí la mirada de mi guardián sobre mi.

- ¿Pretendes ahogarme en el lago?- preguntó con su típica voz burlona, yo solo reí y negué con la cabeza.

Continuamos caminando hasta que casi alcanzamos la orilla del lago, a nuestras espaldas la casa se dibujaba hermosa, con ventanales luminosos y la luna menguante más atrás. Solté la mano de él y me senté en el pasto sin importar que estuviese un poco mojado, Lethar hizo lo mismo, ambos nos mantuvimos en silencio unos minutos. Suspiré, realmente lo había traído hacia aquel lugar porque quería conversar, había pensado mucho en mi guardián aquellos días, y me daba cuenta de lo increíblemente poco que sabía de él, por otro lado sentía que si lograba conocer mejor a Lethar, lograría entender que era lo que tenía en contra de Dimitri.

- Pregunta, Heather…- dijo él con una media sonrisa- se que te mueres por preguntar algo… me lo dice tu corazón subitamente inquieto y el tono de tu aura…

Me sonrojé un poco y me reí nerviosamente, estaba claro que Lethar era el que mejor me conocía, no en vano había estado conmigo desde mi nacimiento, aún cuando yo no podía verlo.

- ¿Cuántos años tienes?- pregunté finalmente.

La pregunta sonó increíblemente ridícula al formularla en voz alta, me mordí la lengua y maldije mentalmente, en realidad con el coro de grillos de fondo y las pequeñas olitas que se formaban a las orillas del lago mi pregunta había sonado bastante fuera de lugar, aún así me obligué a no bajar la mirada y esperar su respuesta.

Lethar flectó las rodillas y apoyó los brazos sobre ellas mientras me miraba de una manera extraña, estaba claro que no se esperaba aquella pregunta.

- Quiero decir… Siempre has sido un guardián pero… seguro naciste en algún momento…- mi voz se apagó gradualmente.

- No lo se…- respondió finalmente, me miró y claramente parecía algo sorprendido con sus propias palabras- No es algo que me haya puesto a pensar antes… la vida para nosotros es un continuo… no importa en que minuto comenzó…

Asentí en silencio mientras meditaba sobre sus palabras.

- Entonces has tenido muchos otros protegidos antes que yo…- continué.

Él asintió en silencio mientras tomaba una piedra y la lanzaba al lago, la piedra rozó la superficie unas cuatro veces antes de finalmente hundirse en las oscuras aguas.

- Y cuando yo muera tú serás guardián de otro humano…- repliqué.

Lethar desvió la mirada rápidamente hacia mi, me quedé muy quieta observando como sus ojos parecían decir mucho más que sus labios sellados.

- ¿No es así?- volví a preguntar esperando otro asentimiento de su cabeza, sin embargo él volvió a posar la vista en el lago.

Cuando pensé que ya no tendría respuesta y me disponía a preguntar otra cosa él habló.

- Es el ciclo… hasta que haya otro humano con el que tenga conexión…- respondió con seriedad.

- ¿Cómo así?- volví a preguntar mientras abrazaba mis rodillas con los brazos.

- Los guardianes no elegimos a nuestros protegidos directamente…- respondió con voz seria.

En aquellos instantes me pareció que percibía todos los años de sabiduría que albergaba Lethar, en ese momento sentía que estaba junto a un ser de magnificencia infinita y eso me hizo sentir inmensamente… terrenal, había tanto de lo que ignoraba por el simple hecho de ser humana.

- … no cualquier guardián puede cobijar a cualquier humano- continuó explicando- las llamamos “conexiones”- arrugó el ceño como tratando de buscar una explicación acertada- es algo como tener “afinidad” con el humano en cuestión, pero en un sentido mucho más profundo… tú no lo buscas, simplemente sabes que ese humano esta destinado a ti.

Me mordí el labio y asentí en silencio, trataba de imaginar todo en mi cabeza y parecía algo que escapaba de mi completa comprensión, era difícil imaginar a todos los humanos del mundo con guardianes invisibles caminando a sus lados.

Lethar me miró expectante, como alentándome a la siguiente pregunta, me enderecé un poco mientras me devanaba los sesos por ordenar el sin fin de preguntas que tenía para él, en ese instante el viento comenzó a soplar un poco más fuerte y me estremecí levemente, Lethar abrió su brazo y sin pensarlo me cobijé a su lado.

- ¿Por qué yo puedo verte y los demás no pueden ver a sus guardianes?

Esa pregunta se la había hecho con anterioridad pero Lethar nunca me había dado una respuesta satisfactoria, sin embargo por lo que vislumbré de su mirada fija supe que quizás esta vez sería diferente.

- Porque tu alcanzaste a entrar a mi plano pero te devolviste por voluntad…- respondió.

Me reincorporé separándome un poco de su cuerpo para mirarlo fijamente, intuía que era por algo así, pero eso me dejaba más dudas.

- ¿Entonces todos esos que dicen que ven el túnel y la luz pero que no la siguieron también son capaces de ver a sus guardianes?- pregunté súbitamente.

Lethar rió y negó con la cabeza, su risa sin embargo fue irónica.

- Heather, tú atravesaste ese… “túnel”… tú alcanzaste esa… luz…

Su frase fue precedida por un absoluto silencio, interrumpido solo por los grillos y las ramas de los árboles a nuestro alrededor. Sus palabras sonaron extrañas en mi mente, hasta donde yo sabía me había negado a seguir a Lethar hacia donde él me dirigía pero nunca tuve la constatación exacta de lo que había ocurrido conmigo.

- ¿Yo… morí?- la frase sonaba demasiado dramática, casi sacada de una de esas malas telenovelas que solían dar en los canales extranjeros.

Él volteó su cuerpo para verme directamente con facilidad, sostuve su mirada mientras sus ojos transmitían una respuesta silenciosa.

- Pero…- comencé a sentir que todo era demasiado irreal y bizarro, mi corazón comenzó a latir de manera rápida y furiosa.

- Heather…cálmate- dijo mientras tomaba mis manos, bufó y miró hacia el cielo- ¡No he roto ninguna regla!- reclamó mientras fruncía el ceño como un niño pequeño.

Seguí la dirección en que Lethar miraba pero solo vi estrellas y una bandada de aves cruzando los cielos, de seguro eran patos que se trasladaban hacia el otro hemisferio, huyendo del crudo invierno de Maine.

- ¿Hablas con… ellos? ¿Ellos nos… vigilan?- pregunté comprendiendo todo en unos pocos segundos. Lethar volvió a mirarme y asintió.

- No siempre…- corrigió.

- ¿Y por qué lo hacen ahora?- volví a arremeter.

Él negó con la cabeza, y por segundos sentí que sostenía mis manos con más fuerza de lo debido.

- Estas haciendo muchas preguntas hoy, Heather…

- ¿Será porque tengo muchas dudas?- ironicé- ¡Además siempre te limitan a tantas reglas!- estallé de pronto, sintiendo enfado contra aquellos que no permitían que Lethar fuese completamente honesto conmigo.

Volví a encontrar su mirada, sus ojos celestes brillaban de una manera sobrenatural debido al brillo de la Luna, mientras sus cabellos se movían de un lado a otro con la tímida brisa nocturna.

- Las reglas son necesarias… y contigo más aún- explicó con voz monótona.

- ¿Por qué?

- Porque tú no deberías verme…

- Pero lo hago y fin del asunto…

- No, no es tan fácil- Lethar soltó mis manos y se incorporó rápidamente caminando hacia el lago, me quedé en mi sitio observándole en silencio, como sus pies se separaban del suelo y comenzaba a caminar sobre la superficie del lago, formando pequeñas ondas en el agua- Los humanos no nos ven porque como primera regla tenemos prohibido crear… lazos afectivos recíprocos con… ustedes…- dijo mientras se acercaba volando hacia mi.

Medité sus palabras y arrugué el ceño, comencé a pensar en la relación que Lethar y yo teníamos, tragué saliva en grueso cuando comparé sus palabras con nuestra realidad; según eso, estábamos rompiendo la regla principal, ya que era obvio que lo que sentía por él era cariño, y aunque no me lo dijese nunca, sabía que era recíproco.

Lethar pareció comprender lo que en ese instante cruzaba por mi mente, negué con la cabeza y me levanté caminando hacia él, seguía suspendido unos centímetros del piso y me aguardó en la misma posición.

- Eso no es justo… no pueden…

- Por eso nos vigilan…- me interrumpió- porque casos como el tuyo son muy raros y les prestan atención…- concluyó.

- ¿Entonces solo puedes tener lazos afectivos con… seres como tú?- pregunté mientras me acercaba más.

Lethar se quedó muy quieto ante esa pregunta, lentamente fue descendiendo hasta que sus pies volvieron a tocar el pasto y la hierba que cubrían el terreno, yo aguardé silenciosa, mientras mi mente olvidaba por completo el por qué había iniciado esa ronda de preguntas que nos habían llevado hasta ese punto.

- Los guardianes no podemos enamoramos, Heather- respondió de manera que me sonó algo amarga e incluso ofuscada.

No supe porqué pero algo dentro de mi se encogió ante aquella última frase de él, aunque mi pregunta no fue directamente a buscar aquella respuesta, pero ahora que la tenía sentía una especie de vacío… mezclado con pena… ¿frustración?

- Eso no es justo…- dije mientras arrugaba el ceño y tomaba una de sus manos, Lethar sonrió y con su mano libre me desordenó el cabello.

- La justicia es relativa, Heather- concluyó mientras comenzaba a caminar hacia la casa.

Fue en ese instante en que me percaté de los largos minutos que nos habíamos quedado junto al lago y que mi cuerpo estaba casi entumecido, fue como romper la burbuja sobre nosotros y todo lo que habíamos hablado aquella noche, súbitamente vino a mi todo el resto de preguntas y preocupaciones que tenía sin responder, y Dimitri Moskovits ocupaba la mayor parte de ellas.

Aún así me dejé llevar por mi guardián, y a pesar de sentir como el cansancio se apoderaba de cada músculo de mi cuerpo, tardé mucho en dormirme, ni siquiera los dedos de Lethar separando mis cabellos lograron que mi mente abandonase los recuerdos de su última frase dicha.

“La justicia es relativa…”

Lo era, pero en aquel instante, algo muy dentro de mi sentía que la balanza estaba cuadrada en contra.

viernes, 24 de abril de 2009

Capítulo cinco: Coartada

Tal como lo predijo mi guardián, Ronald apareció en casa al día siguiente, cuando partía hacia la escuela junto a Eva había llamado por teléfono avisando que viajaba en ese instante hacia Portland, para cuando volví a casa luego de la escuela él ya estaba ahí.

- ¿Qué tal te fue?- pregunté mientras me sentaba en uno de los sillones de su “sala de trabajo”, era más bien un salón-escritorio adornado como despacho de profesor de Harvard, y la verdad es que no me extrañaba, ya que Ronald había sido alumno y profesor ahí por casi quince años.

- Lo típico, ya sabes…- comentó mientras dejaba un libro a un lado- críticos destructivos, algunos alumnos que se quieren pasar de listos, otros realmente interesantes y un sin fin de fanáticos religiosos que quieren boicotear mis publicaciones- añadió mientras se encogía de hombros.

Sonreí. Ronald había saltado a la fama por su primer libro publicado, una novela histórica de carácter anti católico que había abierto las puertas a un debate inmenso, y no solo en Estados Unidos, el libro ya había sido traducido a más de 30 idiomas; aunque a él no parecía importarle la “fama” lograda por sus publicaciones. “Sólo me siento a hacer lo que se me da mejor… y si es con un vaso de whisky, mucho mejor”, solía decir frecuentemente.

- ¿Qué tal tú?-preguntó mientras se levantaba hacia el pequeño minibar que tenía en la sala y llenaba su vaso con un licor especialmente fragante.

- Bien… Eva se quedó en casa conmigo las dos noches- respondí.

- Me gusta esa chica…- replicó él mientras volvía a sentarse en su sillón.

Yo sabía porque le agradaba Eva, y es que tanto él como yo sabíamos que sin el apoyo de ella yo jamás hubiese salido a flote luego del accidente, tanto ella como Freddy fueron un pilar fundamental en los meses de mi recuperación, obviamente Lethar había sido el factor determinante en la superación de todo, pero sabía que había sido el carácter fuerte y chispeante de mi amiga otro de los factores fundamentales por los que pude dejar de sumirme en la tristeza.

- ¿Y la escuela?-preguntó nuevamente él.

- Bien…- volví a responder mientras instantáneamente el rostro de Dimitri atravesaba mis pensamientos, había descubierto que los jueves serían los días donde más debía verlo, ya que teníamos Historia y Literatura el mismo día.

Se repitió a manera de flashback todo mi día en la escuela, desde que él se sentó conmigo en Historia, la cara de horror de Cabot, el almuerzo en mi misma mesa- donde por suerte Eva y Freddy mantuvieron la compostura- y la posterior clase de Literatura donde fuimos el único par que obtuvo la nota máxima en un ensayo de 500 palabras sobre el Romanticismo literario, prácticamente había pasado todo el día con Dimitri – padeciendo sólo un lapsus de repentino malestar- analizando todo lo sucedido no sabía si sentirme extasiada por ello o angustiada por el hecho que Lethar nuevamente no hubiese hecho acto de presencia durante todo el día.

La situación con Lethar realmente me angustiaba, estaba acostumbrada a tenerle prácticamente todo el día, y que de un momento a otro comenzase a verle apenas unos minutos diarios me hacía sentir insegura e incluso sola… En cierta forma sentía que todos mis miedos y la pérdida de mi familia parecían doler menos cuando estaba junto a él.

Lo peor de todo es que intuía que gran parte de sus largas ausencias se debían a Dimitri- además de otros asuntos de los que sabía que jamás me contaría- pero por más que trataba de imaginarlo sabía que estaba pisando terreno por el que no podría dar marcha atrás, inesperadamente el chico nuevo de la escuela quería ser mi amigo y yo no quería alejarme.

Recordé el incidente en la ultima clase de Literatura, cuando abrí el cuaderno y me encontré con el retrato de mi rostro dibujado a la perfección, me quedé anonadada por varios minutos observando los trazos de lápiz en el papel, donde una Heather más sonriente que yo parecía observarme realmente, el dibujo realmente parecía tener vida propia, como la Mona Lisa de Da Vinci o algo así.

“- ¿Cómo lo haces?

- Me gusta dibujar…- respondió escuetamente.

- ¿Dibujas mucho?

- Sólo lo que me interesa particularmente…”

Volví a situarme al presente, donde Ronald había vuelto a retomar su lectura, eso era lo bueno de él, no solía interrumpir mis instantes de ensimismamiento, es más, estaba acostumbrado a darme mi espacio, sin dudas la existencia del hermano de mi madre era algo que agradecía.

En ese instante apareció Lethar, sentado en el sillón frente a mi, esta vez volvía a vestir como un adolescente normal, decoraba su atuendo con unas gafas Ray-Ban al estilo de Tom Cruise en Top gun por lo que no pude distinguir si me estaba mirando o no, sólo supe que luego de unos segundos una sonrisa cubrió su rostro, era la típica mueca de Lethar cuando sabía que las cosas marchaban como él quería, me pregunté que era eso que le hacía sonreír, pero él no hizo más que acercarse a mi sillón y tomarme de la mano para instar a levantarme de él. Miré alarmada a Ronald, ya que si me viese alzar la mano para sujetar algo imaginario en el aire seguro tendría problemas, por suerte él parecía muy concentrado en su lectura.

Salí del salón aún sosteniendo la mano de Lethar, apenas nos alejamos unos metros de ahí solté el agarre y me crucé de brazos, realmente no me hacía gracia la manera de actuar de él, había vuelto a desaparecer por muchas horas y luego volvía y fingía que todo estaba bien.

- ¿Dónde andabas?- pregunté mientras trataba de sonar lo suficientemente dura y enfadada.

Lethar se volteó mientras aún sonreía, tenía que reconocer que esas gafas le iban a la perfección, se veía más atractivo aún, si es que eso era posible.

- Si te lo dijera tendría que matarte…- respondió imitando a la perfección un tono de voz de mafioso.

Bufé y no bajé la guardia.

- Hablo en serio, desapareces casi un día completo nuevamente, te enfadas, ni siquiera te despides, andas pensativo, no me explicas nada y luego te apareces como si nada ocurriese.

Esta vez había dejado de sonreír, se sacó las gafas y me observó unos segundos, parecía reacio a responder realmente a todo lo que yo requería, sin embargo sabía que no le dejaría ir sin respuestas satisfactorias.

- ¿Cuál de todas tus interrogantes debo responder primero?- dijo en un tono de voz que anticipaba una discusión- Creo que andas muy bien acompañada estos días, no veo porque has de necesitarme para algo…

Abrí la boca en gesto mudo de la pura impresión. Sabía a que se refería con aquella última frase.

- ¿En que minuto Dimitri Moskovits debía aparecer en nuestra conversación? ¡Estoy preguntando por ti!

- Resulta que tiene mucho que ver en nuestra conversación, Heather- dijo mientras comenzaba a subir hacia el segundo piso, le seguí dando grandes zancadas, y es que Lethar lo hizo volando y a una velocidad bastante rápida.

- Y nuevamente te crees el señor acertijo- estallé mientras cerraba de un portazo la puerta de mi habitación, esperaba que no alertase a Ronald a subir a mi pieza.

Lethar se volteó a mirarme, nuevamente sus ojos centelleando.

- ¡No tengo permitido decirte nada!-estalló de manera frustrada- confiaba en que sabrías utilizar la cabeza, pero andas portándote como la típica adolescente sobre-hormonada, y esta claro que lo que menos te preocupa es pensar- dijo mordaz.

Me acerqué hasta él blandiendo el dedo índice de manera enfática.

- No te atrevas a insultarme, Lethar- dije mientras sentía como mis manos temblaban de puro coraje, estaba realmente enfadada- ¿Por qué te comportas como un novio celoso cada vez que estoy con él?

Lethar me observó largos segundos, para luego articular lentamente una mueca soberbia.

- ¿Y luego me preguntas por qué no me aparezco en días?- inquirió irónico.

Apreté los labios mientras sentía que mis ojos comenzaban a arder, nuevamente estaba discutiendo con él y la razón volvía a ser la misma, Dimitri Moskovits era nuestra propia manzana de la discordia, me preguntaba si sería capaz de seguir así, las palabras de Lethar se repetían en mi mente incesantemente, estaba claro que algo ocurría con el nuevo chico de mi escuela, pero debía descubrirlo por mi cuenta, fuese lo que fuese no era bueno, pero tampoco algo que pudiese… dañarme ¿O si? Estaba segura que Lethar me lo diría directamente si es que Dimitri resultaba ser un asesino en serie o algo por el estilo, él no esperaría hasta último momento para advertirme algo así.

Tardé varios segundos en percatarme que estaba llorando, me volteé para escapar de la mirada de mi guardián pero de pronto estaba atrapada en un abrazo por la espalda que no me esperaba, me volteé quedando frente a él y lo abracé con todas mis fuerzas, sentía las manos de él acariciando mi cabello de manera constante, mientras sus dedos enviaban pequeñas descargas eléctricas a través de mi espalda.

- No te alejes…- sollocé mientras seguía cobijando mi rostro en el pecho de él- no quiero te desaparezcas… no me abandones tú también…

La mano de Lethar se quedó muy quieta en mi nuca.

- No lo haré a no ser que tú me lo pidas…- comentó en mi oído, me aferré más a él e hipé muy fuerte.

- Jamás se me ocurriría desear que te alejaras…- repliqué mientras me separaba un poco para secar mis lágrimas- además se supone que tú no puedes hacerlo… tú… tú eres mi guardián, estas ligado a mi por siempre

Lethar me obsequió una sonrisa algo resignada, tomó mi mano y se sentó junto a mi en la cama.

- No es bueno aseverar cosas así…- comentó mientras tomaba un mechón de mi cabello y lo acomodaba tras mi oreja.

- ¿Por qué?- dije mientras volvía a pasar las mangas de mi ropa por mis ojos.

Se encogió de hombros.

- La vida no es predecible, Heather…- respondió.

- Pero esto si- dije mientras señalaba desde él hacia mi de manera algo desesperada- ¿No es así?- mi voz volvía a salir demasiado chillona- Se supone que… tú no puedes…

- Heather…- interrumpió Lethar mientras me instaba a recostarme en la cama, él se echó junto a mi y comenzó a desordenar mi cabello como siempre lo hacía, esparcía mechones en todas direcciones con sus dedos, comencé a sentirme relajada y más tranquila.

- No te vayas…- dije mientras sentía que el sueño comenzaba a invadirme.

- No me iré…

- Y mañana tampoco desaparezcas…- añadí mientras tanteaba buscando su mano y atrapando sus dedos.

Escuché su musical risa mientras mis ojos se cerraban solos.

- ¿Quieres desayuno a la cama también?- preguntó con su típico tono burlón que me hizo sonreír.

- Por supuesto… rosquillas glaseadas, un cortado, jugo de naranjas frescas…- mi voz cada vez sonaba más y más adormilada.

- Me temo que no disponemos de servicio a la habitación…

Y luego su voz fue tan solo un murmullo.

Cuando desperté lo primero que sentí fue la mano de Lethar que seguía sujetada por la mía, alcé la vista alrededor pero todo estaba muy oscuro.

- Has dormido casi 5 horas…- comentó Lethar.

Me pasé las manos por la cabeza y Lethar movió su mano articulando cosas en el aire.

- Podrías haber liberado tu mano…- comenté riendo levemente, mi guardián encendió la luz y pude verle mejor- ¿Has estado las cinco horas junto a mi?- pregunté asombrada.

- No… me corté la mano que sujetabas y fui al partido final de la Champion League.

Lo miré entrecerrando los ojos por su respuesta sarcástica, aunque sabía que Lethar amaba el futbol, era extraño imaginarse a un guardián fanático del Liverpool, pero así era él, decía que era un deporte fascinante, muchas veces desaparecía exclusivamente para ir a los partidos de la liga europea- su favorita- yo solo rodaba los ojos ante tal fanatismo, prefería reservarme los comentarios.

- ¿Por qué sonreías hoy cuando apareciste en el despacho de Ronald?- pregunté mientras me tapaba con una de las mantas de mi cama.

Lethar pareció meditar y luego volvió a sonreír.

- Ronald me cae bien…- respondió.

Lo miré algo desconfiada.

- ¿Alguna razón en particular?

Él rió mientras me desordenaba el cabello con una mano.

- Quizás...

Esa noche volví a dormir placidamente, y tal como lo había prometido, Lethar no se movió de mi lado- excepto en la parte en que debía ducharme y vestir- pero sin dudas el verlo todo el tiempo junto a mi me trajo la sensación de paz que había perdido en aquellos últimos días, no volvimos a tocar el tema de Dimitri, sin embargo mientras me preparaba para ir al instituto comencé a temer sobre lo que ocurriría, temía que Lethar volviese a explotar producto de la extrema cercanía que había tomado el chico nuevo conmigo y mis nuevos amigos. Eva ya lo adoraba y se ganó todo el aprecio de Freddy cuando Dimitri pareció ser un gran amante de la música y de las guitarras eléctricas.

Cuando terminaba el desayuno apareció Ronald con el ejemplar matutino del diario, Lethar mordisqueaba una rosquilla glaseada- finalmente si las había traído- aunque él no necesitaba comer, de hecho si quisiese podría no comer nunca y jamás sentiría hambre, pero decía que le gustaba probar las cosas humanas de vez en cuando, solo por curiosidad, y al parecer las rosquillas le habían gustado.

- Heather, quería hablar contigo sobre algo…- comentó mi tío.

Inesperadamente me puse nerviosa, repasé mentalmente haber botado todas las latas de cerveza. ¿Sería que olvidé alguna? Mientras me carcomía los sesos pensando rápidamente sobre que podría ser, Ronald volvió a hablar.

- Me han invitado este fin de semana a Millinocket y me apetece que vengas conmigo…

Sentí un inmenso alivio al saber que no tenía nada que ver conmigo, sin embargo mi alivio no duró mucho al recordar que ese fin de semana se realizaría la fiesta en casa de Dieter, no es que fuese una amante de la vida nocturna ni mucho menos, pero ya me había hecho la idea de ir, sobre todo porque Dimitri estaría ahí.

Lethar sonreía con suficiencia y demasiada felicidad mientras untaba el dedo en el glaseado de su dona, mi cerebro hizo click atando los cabos, Lethar sabía sobre ese viaje desde el día anterior, sabía que no podría ir a la fiesta ese fin de semana y por lo tanto no vería a Dimitri.

Ronald miró en la misma dirección que yo miraba, y es que no fui nada sutil en la mirada de recelo hacia mi guardián. Volví a mirar a mi tío.

- Tenía planes para este fin de semana…- comenté.

Ronald dejó el diario a un lado mientras yo escuchaba a Lethar canturrear una canción, lo que me mosqueó bastante.

- Heather… creo que en serio te gustará, la casa en Millinocket es una locación perfecta, podrás relajarte, esta a pocos kilómetros del Parque Estatal Baxter… tiene caballerizas, un lago… es de mi gran amigo Josh Ward….

Apreté los labios mientras Lethar terminaba su rosquilla y se chupaba los dedos. Por la actitud de Lethar sabía que Ronald no se quedaría con una negativa de mi parte, claro que tal como lo describió realmente no parecía una tan mala idea, después de todo era solo una fiesta, de seguro habrían muchas más fiestas durante el año, no veía el motivo por el cual perderme un relajante fin de semana; además, por otro lado sentía que estaba bien salir un par de días de la ciudad y despejarme un poco.

- Esta bien…

Tanto Ronald como Lethar me concedieron una gran sonrisa lo cual en cierta forma me causó gracia, aunque seguía algo mosqueada por el asunto, de alguna forma sentía que esta era la coartada perfecta de Lethar, si bien sabía que él no tenía incidencia en las decisiones de mi tío, sentía que aún así él disfrutaba más que nadie todo el asunto.

- Muy bien, trata de llegar temprano hoy, nos iremos hoy en la tarde, llegaremos antes que anochezca.

Ya con mis anteriores planes de fin de semana aguados me fui al instituto, Eva no paró de lanzar palabrotas en todo el camino, por otro lado Freddy decía que no me perdería de nada, y que al contrario aprovechara el fin de semana, dijo que el Parque Baxer era fascinante, esperaba que fuese cierto y no solo palabras de él para tratar de animar mi fin de semana alejada de la civilización.

- ¿Qué le dirás a tu nuevo novio, Heather? De seguro se decepcionará cuando sepa que no vas a la fiesta de Dieter…- comentó Eva mientras nos bajábamos del auto, miré de reojo a Lethar pero él parecía muy entretenido observando los pájaros en el cielo.

- No es mi novio, Eva… y no le diré nada porque él no tiene porque enterarse si voy o no… de cualquier forma ustedes irán y pueden decírselo en la misma fiesta- respondí.

Nos separamos en un pasillo los tres y me dirigí a mi clase de Biología. Detestaba Biología por dos cosas, primero: Bars, la profesora, me odiaba; segundo: Cassandra Bush era mi compañera asignada de trabajo. Cassie era una de las chismosas más grandes que habían pisado esa escuela en sus 30 años, sabía de todos y todo, hablaba hasta por los codos y sufría especial reverencia por ventilar los problemas ajenos a todo el mundo.

Lethar miró con mala cara a Cassie, casi podía adivinar porque, de seguro los pensamientos de mi compañera de laboratorio no eran nada buenos.

- ¿No has pensado en cambiar a tu compañera de laboratorio? Esta sujeta esta bastante chiflada…- comentó.

Sonreí y negué con la cabeza mientras anotaba la fecha en mi cuaderno, la voz de Cassie ya se había convertido en un zumbido fácil de obviar.

- Por cierto ¿Es cierto que engañas a Eva Bishop con Dimitri Moskovits?

Me volteé a mirarla mientras dejaba el lápiz sobre la mesa, Cassie me miraba expectante con sus ojos saltones, por segundos tuve ganas de punzárselos de pura exasperación.

- No engaño a nadie porque Eva no es mi novia- respondí secamente.

Lethar bufó y se acercó a Cassie con evidentes ganas de golpearla, o al menos eso era lo que quería yo.

- Ya, pero entonces es cierto eso de que tú y Moskovits tienen algo… los he visto en los almuerzos, e incluso te lleva a casa…- comentó.

- ¡Já! Lo que faltaba- estalló Lethar mientras se cruzaba de brazos mirándome intermitentemente a mi y a mi compañera de banco.

- No se de que hablas, yo no tengo nada con nadie… y por favor deja de meterte en asuntos donde no te llaman, Cassandra- tomé nuevamente mi lápiz- Si no te molesta quiero poner atención en clases y dejar de escuchar tu palabrería idiota.

Por suerte la aludida no habló más durante el resto de la clase, pero Lethar nuevamente volvía a estar enfadado, aunque esta vez no dijo nada directamente hacia mi, simplemente parecía ofuscado por lo sucedido.

No fue hasta la hora de almuerzo, mientras buscaba a Freddy y Eva en que vi a Dimitri, mi corazón saltó inmediatamente apenas divisé sus ojos oscuros y brillantes, por segundos olvidé incluso que mi guardián se encontraba ahí. Dimitri se acercó a mi mesa con una sonrisa torcida mientras Lethar se mantenía de brazos cruzados a mi lado, en cierta forma parecía mi guarda espaldas.

- Hola Heather- me saludó inesperadamente con un beso en la mejilla.

Inmediatamente sentí el calor ir a mi rostro y no pude evitar sonrojarme, Lethar emitió un sonido muy parecido a un gruñido pero me esforcé por ignorarlo.

- Hola…

Dimitri dejó la mochila sobre la mesa y se sentó frente a mi, en ese instante Lethar se sentó a mi lado, sin mirarlo directamente sabía que tenía fijo a Dimitri, no podía dejar de sentirme incómoda con tal situación, por segundos tuve deseos de pedirle a Lethar que dejase de hacer eso, pero hablarle a mi guardián en medio de la cafetería no era la opción más viable si quería pasar el resto de mis días alejada de un asilo psiquiátrico.

- Eva me ha dicho que no vas a la fiesta este fin de semana- comentó.

- ¿Eva?-pregunté algo confundida.

- Si… somos compañeros en filosofía- respondió- ¿Algo que pueda hacer para que vayas?- preguntó mientras volvía a hacerme presa de su potente mirada, Lethar bufó burlonamente a mi lado.

- Irte lejos de aquí- respondió mi guardián, claro que fui la única que lo escuchó, apreté los labios y negué con la cabeza a Dimitri, quien en ese instante curiosamente sonreía.

- Voy a Millinocket este fin de semana con mi tío… no puedo faltar…

- Oh… Vaya…

- Ni se te ocurra…- susurró Lethar de manera desafiante, haciendo de la conversación algo verdaderamente extraño para mi, tomando en cuenta que solo yo era la que sabía que habíamos tres en aquella mesa, quedaba claro que Lethar estaba leyendo su mente.

Varios chicos pasaron junto a nuestra mesa, era evidente que seguían incrédulos al ver que el chico nuevo había dejado de sentarse en la mesa de Cabot y se encontraba en ese instante sentada con una de las “lesbianas” de la escuela, no sabía si sentirme enfadada por sus miradas idiotas o feliz por el hecho que un chico perfecto y guapo decidiera sentarse conmigo.

- ¿Cuándo haremos el trabajo de Literatura?

Me mordí el labio pensativa, debíamos llevar un informe para el jueves siguiente y con mi ausencia del fin de semana quedaba descartada la junta.

- ¿El lunes después de clases?- señalé.

- Me parece bien… ¿Dónde?

- En tu casa, Heather…- respondió Lethar observándome por primera vez a mi desde que apareció Dimitri.

- En mi casa…- respondí, aunque más que por hacerle caso a mi guardián lo hacía porque no me parecía demasiado el ir a meterme a la casa de un casi desconocido, jamás lo hacía, además era cierto que no olvidaba las palabras de Lethar, había una razón por la cual – en teoría- yo no debía acercarme a Dimitri, aunque muy interiormente supiese que esa advertencia por parte de mi guardián cada vez quedaba más y más relegada en mis pensamientos.

Curiosamente ni Eva ni Freddy se aparecieron por la cafetería por lo que almorcé solo con Dimitri – Y Lethar- no sabía si era paranoia mía pero el chico sentado frente a mi parecía especialmente amable y sonriente conmigo, no sabía si quizás era otra faceta del proceso “conociendo a Moskovits” en que se iba haciendo más y más extrovertido con el pasar de los días, pero francamente durante toda la hora no paramos de hablar. Por otro lado, Lethar no se movió de su sitio, y no quitó su vista de Dimitri, no sabía que grado de percepción podían tener los otros humanos respecto a los guardianes, pero esperaba que fuese nula, aunque él parecía muy tranquilo, por completo ajeno al hecho que mi guardián parecía querer atravesarlo con la mirada.

Cuando terminó el almuerzo Dimitri se levantó de su silla y se ofreció a llevar mi mochila, caminé a su lado sintiéndome algo torpe sin tener nada en que ocupar los brazos.

- No puedes pretender ser amiga de este sujeto, Heather…- comentó Lethar rodando los ojos mientras volaba junto a ambos, sabía que Lethar estaba muy enfadado, pero también percibía que se aguantaba todo lo posible por aparentar que manejaba bien la situación, demostrando que más que molestarle realmente la situación sólo le exasperaba Dimitri, y es que en ningún momento pareció enfadado conmigo.

Nos detuvimos en la misma intersección de los tres pasillos a la salida de la cafetería.

- ¿Entonces te veo el Lunes?- preguntó mientras me devolvía la mochila.

Asentí mientras Lethar decía un fuerte “no”. Dimitri ajeno a todo eso se volvió a acercar a mi para darme un beso en la mejilla, su piel fría hizo el efecto contrario en la mía que volvió a parecer que ardía.

- Que tengas un buen fin de semana…

- Igualmente.

Cuando ya me volteaba hacia mi pasillo y había logrado caminar unos metros, tomaron mi hombro para detenerme, fue en ese instante en que volvió a mi la sensación de ser tirada por un magnetismo muy fuerte hacia abajo; el mareo se hizo intenso y por segundos no fui capaz de ver nada.

- ¡Aléjate de ella!

La voz de Lethar se escuchó furiosa, y luego todo se fue a negro.