viernes, 24 de abril de 2009

Capítulo cinco: Coartada

Tal como lo predijo mi guardián, Ronald apareció en casa al día siguiente, cuando partía hacia la escuela junto a Eva había llamado por teléfono avisando que viajaba en ese instante hacia Portland, para cuando volví a casa luego de la escuela él ya estaba ahí.

- ¿Qué tal te fue?- pregunté mientras me sentaba en uno de los sillones de su “sala de trabajo”, era más bien un salón-escritorio adornado como despacho de profesor de Harvard, y la verdad es que no me extrañaba, ya que Ronald había sido alumno y profesor ahí por casi quince años.

- Lo típico, ya sabes…- comentó mientras dejaba un libro a un lado- críticos destructivos, algunos alumnos que se quieren pasar de listos, otros realmente interesantes y un sin fin de fanáticos religiosos que quieren boicotear mis publicaciones- añadió mientras se encogía de hombros.

Sonreí. Ronald había saltado a la fama por su primer libro publicado, una novela histórica de carácter anti católico que había abierto las puertas a un debate inmenso, y no solo en Estados Unidos, el libro ya había sido traducido a más de 30 idiomas; aunque a él no parecía importarle la “fama” lograda por sus publicaciones. “Sólo me siento a hacer lo que se me da mejor… y si es con un vaso de whisky, mucho mejor”, solía decir frecuentemente.

- ¿Qué tal tú?-preguntó mientras se levantaba hacia el pequeño minibar que tenía en la sala y llenaba su vaso con un licor especialmente fragante.

- Bien… Eva se quedó en casa conmigo las dos noches- respondí.

- Me gusta esa chica…- replicó él mientras volvía a sentarse en su sillón.

Yo sabía porque le agradaba Eva, y es que tanto él como yo sabíamos que sin el apoyo de ella yo jamás hubiese salido a flote luego del accidente, tanto ella como Freddy fueron un pilar fundamental en los meses de mi recuperación, obviamente Lethar había sido el factor determinante en la superación de todo, pero sabía que había sido el carácter fuerte y chispeante de mi amiga otro de los factores fundamentales por los que pude dejar de sumirme en la tristeza.

- ¿Y la escuela?-preguntó nuevamente él.

- Bien…- volví a responder mientras instantáneamente el rostro de Dimitri atravesaba mis pensamientos, había descubierto que los jueves serían los días donde más debía verlo, ya que teníamos Historia y Literatura el mismo día.

Se repitió a manera de flashback todo mi día en la escuela, desde que él se sentó conmigo en Historia, la cara de horror de Cabot, el almuerzo en mi misma mesa- donde por suerte Eva y Freddy mantuvieron la compostura- y la posterior clase de Literatura donde fuimos el único par que obtuvo la nota máxima en un ensayo de 500 palabras sobre el Romanticismo literario, prácticamente había pasado todo el día con Dimitri – padeciendo sólo un lapsus de repentino malestar- analizando todo lo sucedido no sabía si sentirme extasiada por ello o angustiada por el hecho que Lethar nuevamente no hubiese hecho acto de presencia durante todo el día.

La situación con Lethar realmente me angustiaba, estaba acostumbrada a tenerle prácticamente todo el día, y que de un momento a otro comenzase a verle apenas unos minutos diarios me hacía sentir insegura e incluso sola… En cierta forma sentía que todos mis miedos y la pérdida de mi familia parecían doler menos cuando estaba junto a él.

Lo peor de todo es que intuía que gran parte de sus largas ausencias se debían a Dimitri- además de otros asuntos de los que sabía que jamás me contaría- pero por más que trataba de imaginarlo sabía que estaba pisando terreno por el que no podría dar marcha atrás, inesperadamente el chico nuevo de la escuela quería ser mi amigo y yo no quería alejarme.

Recordé el incidente en la ultima clase de Literatura, cuando abrí el cuaderno y me encontré con el retrato de mi rostro dibujado a la perfección, me quedé anonadada por varios minutos observando los trazos de lápiz en el papel, donde una Heather más sonriente que yo parecía observarme realmente, el dibujo realmente parecía tener vida propia, como la Mona Lisa de Da Vinci o algo así.

“- ¿Cómo lo haces?

- Me gusta dibujar…- respondió escuetamente.

- ¿Dibujas mucho?

- Sólo lo que me interesa particularmente…”

Volví a situarme al presente, donde Ronald había vuelto a retomar su lectura, eso era lo bueno de él, no solía interrumpir mis instantes de ensimismamiento, es más, estaba acostumbrado a darme mi espacio, sin dudas la existencia del hermano de mi madre era algo que agradecía.

En ese instante apareció Lethar, sentado en el sillón frente a mi, esta vez volvía a vestir como un adolescente normal, decoraba su atuendo con unas gafas Ray-Ban al estilo de Tom Cruise en Top gun por lo que no pude distinguir si me estaba mirando o no, sólo supe que luego de unos segundos una sonrisa cubrió su rostro, era la típica mueca de Lethar cuando sabía que las cosas marchaban como él quería, me pregunté que era eso que le hacía sonreír, pero él no hizo más que acercarse a mi sillón y tomarme de la mano para instar a levantarme de él. Miré alarmada a Ronald, ya que si me viese alzar la mano para sujetar algo imaginario en el aire seguro tendría problemas, por suerte él parecía muy concentrado en su lectura.

Salí del salón aún sosteniendo la mano de Lethar, apenas nos alejamos unos metros de ahí solté el agarre y me crucé de brazos, realmente no me hacía gracia la manera de actuar de él, había vuelto a desaparecer por muchas horas y luego volvía y fingía que todo estaba bien.

- ¿Dónde andabas?- pregunté mientras trataba de sonar lo suficientemente dura y enfadada.

Lethar se volteó mientras aún sonreía, tenía que reconocer que esas gafas le iban a la perfección, se veía más atractivo aún, si es que eso era posible.

- Si te lo dijera tendría que matarte…- respondió imitando a la perfección un tono de voz de mafioso.

Bufé y no bajé la guardia.

- Hablo en serio, desapareces casi un día completo nuevamente, te enfadas, ni siquiera te despides, andas pensativo, no me explicas nada y luego te apareces como si nada ocurriese.

Esta vez había dejado de sonreír, se sacó las gafas y me observó unos segundos, parecía reacio a responder realmente a todo lo que yo requería, sin embargo sabía que no le dejaría ir sin respuestas satisfactorias.

- ¿Cuál de todas tus interrogantes debo responder primero?- dijo en un tono de voz que anticipaba una discusión- Creo que andas muy bien acompañada estos días, no veo porque has de necesitarme para algo…

Abrí la boca en gesto mudo de la pura impresión. Sabía a que se refería con aquella última frase.

- ¿En que minuto Dimitri Moskovits debía aparecer en nuestra conversación? ¡Estoy preguntando por ti!

- Resulta que tiene mucho que ver en nuestra conversación, Heather- dijo mientras comenzaba a subir hacia el segundo piso, le seguí dando grandes zancadas, y es que Lethar lo hizo volando y a una velocidad bastante rápida.

- Y nuevamente te crees el señor acertijo- estallé mientras cerraba de un portazo la puerta de mi habitación, esperaba que no alertase a Ronald a subir a mi pieza.

Lethar se volteó a mirarme, nuevamente sus ojos centelleando.

- ¡No tengo permitido decirte nada!-estalló de manera frustrada- confiaba en que sabrías utilizar la cabeza, pero andas portándote como la típica adolescente sobre-hormonada, y esta claro que lo que menos te preocupa es pensar- dijo mordaz.

Me acerqué hasta él blandiendo el dedo índice de manera enfática.

- No te atrevas a insultarme, Lethar- dije mientras sentía como mis manos temblaban de puro coraje, estaba realmente enfadada- ¿Por qué te comportas como un novio celoso cada vez que estoy con él?

Lethar me observó largos segundos, para luego articular lentamente una mueca soberbia.

- ¿Y luego me preguntas por qué no me aparezco en días?- inquirió irónico.

Apreté los labios mientras sentía que mis ojos comenzaban a arder, nuevamente estaba discutiendo con él y la razón volvía a ser la misma, Dimitri Moskovits era nuestra propia manzana de la discordia, me preguntaba si sería capaz de seguir así, las palabras de Lethar se repetían en mi mente incesantemente, estaba claro que algo ocurría con el nuevo chico de mi escuela, pero debía descubrirlo por mi cuenta, fuese lo que fuese no era bueno, pero tampoco algo que pudiese… dañarme ¿O si? Estaba segura que Lethar me lo diría directamente si es que Dimitri resultaba ser un asesino en serie o algo por el estilo, él no esperaría hasta último momento para advertirme algo así.

Tardé varios segundos en percatarme que estaba llorando, me volteé para escapar de la mirada de mi guardián pero de pronto estaba atrapada en un abrazo por la espalda que no me esperaba, me volteé quedando frente a él y lo abracé con todas mis fuerzas, sentía las manos de él acariciando mi cabello de manera constante, mientras sus dedos enviaban pequeñas descargas eléctricas a través de mi espalda.

- No te alejes…- sollocé mientras seguía cobijando mi rostro en el pecho de él- no quiero te desaparezcas… no me abandones tú también…

La mano de Lethar se quedó muy quieta en mi nuca.

- No lo haré a no ser que tú me lo pidas…- comentó en mi oído, me aferré más a él e hipé muy fuerte.

- Jamás se me ocurriría desear que te alejaras…- repliqué mientras me separaba un poco para secar mis lágrimas- además se supone que tú no puedes hacerlo… tú… tú eres mi guardián, estas ligado a mi por siempre

Lethar me obsequió una sonrisa algo resignada, tomó mi mano y se sentó junto a mi en la cama.

- No es bueno aseverar cosas así…- comentó mientras tomaba un mechón de mi cabello y lo acomodaba tras mi oreja.

- ¿Por qué?- dije mientras volvía a pasar las mangas de mi ropa por mis ojos.

Se encogió de hombros.

- La vida no es predecible, Heather…- respondió.

- Pero esto si- dije mientras señalaba desde él hacia mi de manera algo desesperada- ¿No es así?- mi voz volvía a salir demasiado chillona- Se supone que… tú no puedes…

- Heather…- interrumpió Lethar mientras me instaba a recostarme en la cama, él se echó junto a mi y comenzó a desordenar mi cabello como siempre lo hacía, esparcía mechones en todas direcciones con sus dedos, comencé a sentirme relajada y más tranquila.

- No te vayas…- dije mientras sentía que el sueño comenzaba a invadirme.

- No me iré…

- Y mañana tampoco desaparezcas…- añadí mientras tanteaba buscando su mano y atrapando sus dedos.

Escuché su musical risa mientras mis ojos se cerraban solos.

- ¿Quieres desayuno a la cama también?- preguntó con su típico tono burlón que me hizo sonreír.

- Por supuesto… rosquillas glaseadas, un cortado, jugo de naranjas frescas…- mi voz cada vez sonaba más y más adormilada.

- Me temo que no disponemos de servicio a la habitación…

Y luego su voz fue tan solo un murmullo.

Cuando desperté lo primero que sentí fue la mano de Lethar que seguía sujetada por la mía, alcé la vista alrededor pero todo estaba muy oscuro.

- Has dormido casi 5 horas…- comentó Lethar.

Me pasé las manos por la cabeza y Lethar movió su mano articulando cosas en el aire.

- Podrías haber liberado tu mano…- comenté riendo levemente, mi guardián encendió la luz y pude verle mejor- ¿Has estado las cinco horas junto a mi?- pregunté asombrada.

- No… me corté la mano que sujetabas y fui al partido final de la Champion League.

Lo miré entrecerrando los ojos por su respuesta sarcástica, aunque sabía que Lethar amaba el futbol, era extraño imaginarse a un guardián fanático del Liverpool, pero así era él, decía que era un deporte fascinante, muchas veces desaparecía exclusivamente para ir a los partidos de la liga europea- su favorita- yo solo rodaba los ojos ante tal fanatismo, prefería reservarme los comentarios.

- ¿Por qué sonreías hoy cuando apareciste en el despacho de Ronald?- pregunté mientras me tapaba con una de las mantas de mi cama.

Lethar pareció meditar y luego volvió a sonreír.

- Ronald me cae bien…- respondió.

Lo miré algo desconfiada.

- ¿Alguna razón en particular?

Él rió mientras me desordenaba el cabello con una mano.

- Quizás...

Esa noche volví a dormir placidamente, y tal como lo había prometido, Lethar no se movió de mi lado- excepto en la parte en que debía ducharme y vestir- pero sin dudas el verlo todo el tiempo junto a mi me trajo la sensación de paz que había perdido en aquellos últimos días, no volvimos a tocar el tema de Dimitri, sin embargo mientras me preparaba para ir al instituto comencé a temer sobre lo que ocurriría, temía que Lethar volviese a explotar producto de la extrema cercanía que había tomado el chico nuevo conmigo y mis nuevos amigos. Eva ya lo adoraba y se ganó todo el aprecio de Freddy cuando Dimitri pareció ser un gran amante de la música y de las guitarras eléctricas.

Cuando terminaba el desayuno apareció Ronald con el ejemplar matutino del diario, Lethar mordisqueaba una rosquilla glaseada- finalmente si las había traído- aunque él no necesitaba comer, de hecho si quisiese podría no comer nunca y jamás sentiría hambre, pero decía que le gustaba probar las cosas humanas de vez en cuando, solo por curiosidad, y al parecer las rosquillas le habían gustado.

- Heather, quería hablar contigo sobre algo…- comentó mi tío.

Inesperadamente me puse nerviosa, repasé mentalmente haber botado todas las latas de cerveza. ¿Sería que olvidé alguna? Mientras me carcomía los sesos pensando rápidamente sobre que podría ser, Ronald volvió a hablar.

- Me han invitado este fin de semana a Millinocket y me apetece que vengas conmigo…

Sentí un inmenso alivio al saber que no tenía nada que ver conmigo, sin embargo mi alivio no duró mucho al recordar que ese fin de semana se realizaría la fiesta en casa de Dieter, no es que fuese una amante de la vida nocturna ni mucho menos, pero ya me había hecho la idea de ir, sobre todo porque Dimitri estaría ahí.

Lethar sonreía con suficiencia y demasiada felicidad mientras untaba el dedo en el glaseado de su dona, mi cerebro hizo click atando los cabos, Lethar sabía sobre ese viaje desde el día anterior, sabía que no podría ir a la fiesta ese fin de semana y por lo tanto no vería a Dimitri.

Ronald miró en la misma dirección que yo miraba, y es que no fui nada sutil en la mirada de recelo hacia mi guardián. Volví a mirar a mi tío.

- Tenía planes para este fin de semana…- comenté.

Ronald dejó el diario a un lado mientras yo escuchaba a Lethar canturrear una canción, lo que me mosqueó bastante.

- Heather… creo que en serio te gustará, la casa en Millinocket es una locación perfecta, podrás relajarte, esta a pocos kilómetros del Parque Estatal Baxter… tiene caballerizas, un lago… es de mi gran amigo Josh Ward….

Apreté los labios mientras Lethar terminaba su rosquilla y se chupaba los dedos. Por la actitud de Lethar sabía que Ronald no se quedaría con una negativa de mi parte, claro que tal como lo describió realmente no parecía una tan mala idea, después de todo era solo una fiesta, de seguro habrían muchas más fiestas durante el año, no veía el motivo por el cual perderme un relajante fin de semana; además, por otro lado sentía que estaba bien salir un par de días de la ciudad y despejarme un poco.

- Esta bien…

Tanto Ronald como Lethar me concedieron una gran sonrisa lo cual en cierta forma me causó gracia, aunque seguía algo mosqueada por el asunto, de alguna forma sentía que esta era la coartada perfecta de Lethar, si bien sabía que él no tenía incidencia en las decisiones de mi tío, sentía que aún así él disfrutaba más que nadie todo el asunto.

- Muy bien, trata de llegar temprano hoy, nos iremos hoy en la tarde, llegaremos antes que anochezca.

Ya con mis anteriores planes de fin de semana aguados me fui al instituto, Eva no paró de lanzar palabrotas en todo el camino, por otro lado Freddy decía que no me perdería de nada, y que al contrario aprovechara el fin de semana, dijo que el Parque Baxer era fascinante, esperaba que fuese cierto y no solo palabras de él para tratar de animar mi fin de semana alejada de la civilización.

- ¿Qué le dirás a tu nuevo novio, Heather? De seguro se decepcionará cuando sepa que no vas a la fiesta de Dieter…- comentó Eva mientras nos bajábamos del auto, miré de reojo a Lethar pero él parecía muy entretenido observando los pájaros en el cielo.

- No es mi novio, Eva… y no le diré nada porque él no tiene porque enterarse si voy o no… de cualquier forma ustedes irán y pueden decírselo en la misma fiesta- respondí.

Nos separamos en un pasillo los tres y me dirigí a mi clase de Biología. Detestaba Biología por dos cosas, primero: Bars, la profesora, me odiaba; segundo: Cassandra Bush era mi compañera asignada de trabajo. Cassie era una de las chismosas más grandes que habían pisado esa escuela en sus 30 años, sabía de todos y todo, hablaba hasta por los codos y sufría especial reverencia por ventilar los problemas ajenos a todo el mundo.

Lethar miró con mala cara a Cassie, casi podía adivinar porque, de seguro los pensamientos de mi compañera de laboratorio no eran nada buenos.

- ¿No has pensado en cambiar a tu compañera de laboratorio? Esta sujeta esta bastante chiflada…- comentó.

Sonreí y negué con la cabeza mientras anotaba la fecha en mi cuaderno, la voz de Cassie ya se había convertido en un zumbido fácil de obviar.

- Por cierto ¿Es cierto que engañas a Eva Bishop con Dimitri Moskovits?

Me volteé a mirarla mientras dejaba el lápiz sobre la mesa, Cassie me miraba expectante con sus ojos saltones, por segundos tuve ganas de punzárselos de pura exasperación.

- No engaño a nadie porque Eva no es mi novia- respondí secamente.

Lethar bufó y se acercó a Cassie con evidentes ganas de golpearla, o al menos eso era lo que quería yo.

- Ya, pero entonces es cierto eso de que tú y Moskovits tienen algo… los he visto en los almuerzos, e incluso te lleva a casa…- comentó.

- ¡Já! Lo que faltaba- estalló Lethar mientras se cruzaba de brazos mirándome intermitentemente a mi y a mi compañera de banco.

- No se de que hablas, yo no tengo nada con nadie… y por favor deja de meterte en asuntos donde no te llaman, Cassandra- tomé nuevamente mi lápiz- Si no te molesta quiero poner atención en clases y dejar de escuchar tu palabrería idiota.

Por suerte la aludida no habló más durante el resto de la clase, pero Lethar nuevamente volvía a estar enfadado, aunque esta vez no dijo nada directamente hacia mi, simplemente parecía ofuscado por lo sucedido.

No fue hasta la hora de almuerzo, mientras buscaba a Freddy y Eva en que vi a Dimitri, mi corazón saltó inmediatamente apenas divisé sus ojos oscuros y brillantes, por segundos olvidé incluso que mi guardián se encontraba ahí. Dimitri se acercó a mi mesa con una sonrisa torcida mientras Lethar se mantenía de brazos cruzados a mi lado, en cierta forma parecía mi guarda espaldas.

- Hola Heather- me saludó inesperadamente con un beso en la mejilla.

Inmediatamente sentí el calor ir a mi rostro y no pude evitar sonrojarme, Lethar emitió un sonido muy parecido a un gruñido pero me esforcé por ignorarlo.

- Hola…

Dimitri dejó la mochila sobre la mesa y se sentó frente a mi, en ese instante Lethar se sentó a mi lado, sin mirarlo directamente sabía que tenía fijo a Dimitri, no podía dejar de sentirme incómoda con tal situación, por segundos tuve deseos de pedirle a Lethar que dejase de hacer eso, pero hablarle a mi guardián en medio de la cafetería no era la opción más viable si quería pasar el resto de mis días alejada de un asilo psiquiátrico.

- Eva me ha dicho que no vas a la fiesta este fin de semana- comentó.

- ¿Eva?-pregunté algo confundida.

- Si… somos compañeros en filosofía- respondió- ¿Algo que pueda hacer para que vayas?- preguntó mientras volvía a hacerme presa de su potente mirada, Lethar bufó burlonamente a mi lado.

- Irte lejos de aquí- respondió mi guardián, claro que fui la única que lo escuchó, apreté los labios y negué con la cabeza a Dimitri, quien en ese instante curiosamente sonreía.

- Voy a Millinocket este fin de semana con mi tío… no puedo faltar…

- Oh… Vaya…

- Ni se te ocurra…- susurró Lethar de manera desafiante, haciendo de la conversación algo verdaderamente extraño para mi, tomando en cuenta que solo yo era la que sabía que habíamos tres en aquella mesa, quedaba claro que Lethar estaba leyendo su mente.

Varios chicos pasaron junto a nuestra mesa, era evidente que seguían incrédulos al ver que el chico nuevo había dejado de sentarse en la mesa de Cabot y se encontraba en ese instante sentada con una de las “lesbianas” de la escuela, no sabía si sentirme enfadada por sus miradas idiotas o feliz por el hecho que un chico perfecto y guapo decidiera sentarse conmigo.

- ¿Cuándo haremos el trabajo de Literatura?

Me mordí el labio pensativa, debíamos llevar un informe para el jueves siguiente y con mi ausencia del fin de semana quedaba descartada la junta.

- ¿El lunes después de clases?- señalé.

- Me parece bien… ¿Dónde?

- En tu casa, Heather…- respondió Lethar observándome por primera vez a mi desde que apareció Dimitri.

- En mi casa…- respondí, aunque más que por hacerle caso a mi guardián lo hacía porque no me parecía demasiado el ir a meterme a la casa de un casi desconocido, jamás lo hacía, además era cierto que no olvidaba las palabras de Lethar, había una razón por la cual – en teoría- yo no debía acercarme a Dimitri, aunque muy interiormente supiese que esa advertencia por parte de mi guardián cada vez quedaba más y más relegada en mis pensamientos.

Curiosamente ni Eva ni Freddy se aparecieron por la cafetería por lo que almorcé solo con Dimitri – Y Lethar- no sabía si era paranoia mía pero el chico sentado frente a mi parecía especialmente amable y sonriente conmigo, no sabía si quizás era otra faceta del proceso “conociendo a Moskovits” en que se iba haciendo más y más extrovertido con el pasar de los días, pero francamente durante toda la hora no paramos de hablar. Por otro lado, Lethar no se movió de su sitio, y no quitó su vista de Dimitri, no sabía que grado de percepción podían tener los otros humanos respecto a los guardianes, pero esperaba que fuese nula, aunque él parecía muy tranquilo, por completo ajeno al hecho que mi guardián parecía querer atravesarlo con la mirada.

Cuando terminó el almuerzo Dimitri se levantó de su silla y se ofreció a llevar mi mochila, caminé a su lado sintiéndome algo torpe sin tener nada en que ocupar los brazos.

- No puedes pretender ser amiga de este sujeto, Heather…- comentó Lethar rodando los ojos mientras volaba junto a ambos, sabía que Lethar estaba muy enfadado, pero también percibía que se aguantaba todo lo posible por aparentar que manejaba bien la situación, demostrando que más que molestarle realmente la situación sólo le exasperaba Dimitri, y es que en ningún momento pareció enfadado conmigo.

Nos detuvimos en la misma intersección de los tres pasillos a la salida de la cafetería.

- ¿Entonces te veo el Lunes?- preguntó mientras me devolvía la mochila.

Asentí mientras Lethar decía un fuerte “no”. Dimitri ajeno a todo eso se volvió a acercar a mi para darme un beso en la mejilla, su piel fría hizo el efecto contrario en la mía que volvió a parecer que ardía.

- Que tengas un buen fin de semana…

- Igualmente.

Cuando ya me volteaba hacia mi pasillo y había logrado caminar unos metros, tomaron mi hombro para detenerme, fue en ese instante en que volvió a mi la sensación de ser tirada por un magnetismo muy fuerte hacia abajo; el mareo se hizo intenso y por segundos no fui capaz de ver nada.

- ¡Aléjate de ella!

La voz de Lethar se escuchó furiosa, y luego todo se fue a negro.

miércoles, 22 de abril de 2009

Capítulo cuatro: Opuestos

Como era de esperarse por poco no llegamos a clases, Eva se negó a salir de la cama si no hasta que prácticamente Freddy tenía encendido el motor del Volkswagen para irnos al instituto, ni siquiera alcanzó a tomar desayuno. Cuando al fin partimos, yo iba tan pendiente de la hora que no me preocupé demasiado por la velocidad intrépidamente rápida que mi amigo conducía su auto. Llegamos a la escuela justo cuando la Rana se disponía a cerrar las puertas, teníamos Química a la primera hora, por lo que Eva y yo dejamos a Freddy en el camino.

La mañana se pasó inesperadamente rápida y llena de clases donde nos llenaban más y más de trabajos y proyectos grupales.

- En serio, haré un muñeco vudú de Busoni sólo para picarle los ojos, dejarle ciego y que deje de darnos tanta tarea- se quejó Eva mientras se desparramaba en la mesa durante el almuerzo.

Freddy arqueó las cejas de manera inquisidora.

- Ya… pero conste que no te iré a ver a la cárcel cuando te acusen de quasi homicidio en tercer grado- comentó él mientras mordía la manzana. Freddy tenía la curiosa manía de comer la fruta del postre antes que todo.

Saqué el cuaderno de Inglés, repasando las fechas de las evaluaciones que tendríamos durante ese primer trimestre, eran bastantes, mi dedo se quedó fijo en una fecha en particular, 24 de Octubre…

Ahí se cumpliría un año del accidente. Un enorme peso se asentó en la mitad de mi pecho y nuevamente sentí que la cicatriz se esforzaba por abrir y dar paso al torrente de emociones reprimidas que siempre cargaba.

- “No aquí, no ahora…”- rogué mentalmente.

Seguía sintiendo la voz de Eva y Freddy de fondo, pero de pronto todo se había transformado en un murmullo sordo, puesto en segundo plano de todas las imágenes que invadían mi mente. De pronto recordé a Lethar, no le veía desde el día anterior y tampoco había sentido su presencia, sentí la necesidad de llamarle, de verlo, incluso de reñir con él, todo con tal de dejar de sentir aquella sensación de angustia…

- ¿Puedo sentarme aquí?

La intromisión de una tercera voz me sacó inesperadamente de mi ensimismamiento, alcé la vista, nuevamente mis ojos se encontraron con esos azul oscuro; y de pronto, de la misma forma repentina que me había sumido en aquel estado parecí salir de él. Mi cuerpo se llenó de una sensación de… ¿conforte? No podía precisar que era, pero mágicamente me sentía mejor.

Era la primera vez que me sentía bien al observar directamente a Dimitri Moskovits.

- Claro que puedes- respondió de pronto Eva mientras señalaba el puesto frente a mi en la mesa.

Miré a Freddy, quien observaba a Dimitri y a otra mesa de manera intermitente, como sin creer lo que estaba viendo, y no era el único, yo tampoco estaba segura si lo que estaba pasando lo estaba soñando o era real, varios a mi alrededor parecían pensar lo mismo por la manera en que observaban hacia nuestra mesa.

- Hola Heather. ¿Estás mejor hoy?- preguntó con su tono de voz grave y atractivo.

Creo que yo continuaba mirándolo con cara de idiota, aún preguntándome el por qué me sentía inexplicablemente bien apenas escuché su voz, por suerte nuevamente Eva tomó relevo mientras yo superaba mi episodio de estupidez diario.

- Mucho mejor… discúlpala- dijo mientras me abrazaba de manera posesiva- ha sido la trasnochada… como esta sola en casa nos fuimos a quedar y conversamos hasta muy tarde. ¿No es así Freddy?

Las palabras de Eva me hicieron reaccionar, la miré fijamente a manera de “no digas más”, pero ella solo sonrió de manera sarcástica y sabionda.

- ¿A si?- preguntó él mientras me volvía a apresar con su potente mirada.

Sin querer me sonrojé levemente. Asentí con la cabeza, no se me olvidaba la mentira del día anterior, cuando le dije que no me encontraba sola, apostaba mi cabeza a que él recordaba lo mismo.

- Me alegra, te ves mejor…- comentó resueltamente mientras volvía a articular una de sus sonrisas ocultas.

Sentía mi corazón latir de manera más frenética de lo normal.

- ¿Se te perdió la mesa de las animadoras?- preguntó de pronto mi amigo.

- ¡Freddy!- le reprochó Eva mientras le lanzaba un trozo de pan a la cabeza.

Dimitri lo miró y sonrió levemente antes de volver a mirarme fijamente.

- No… pero me apetecía saber como se encontraba Heather hoy…- respondió de manera algo críptica.

- Oh… que dulce de tu parte- comentó Eva de manera excesivamente expresiva, la miré entrecerrando los ojos.

Así como iba, con las meteduras de pata de Freddy y los comentarios insidiosos de Eva, de seguro Dimitri no querría sentarse nunca más con nosotros. Me afané en mirar hacia mi plato y comer, tratando de no cometer ninguna estupidez en el acto, y es que no me agradaba la idea de incluir un numerillo de mi parte como guinda de la torta en ese inusual almuerzo. Mentalmente esperaba que llegase esa sensación de vértigo que sentía sólo estando con él, sin embargo avanzaban los minutos y todo lo que podía sentir era mi corazón, palpitando de manera demasiado ruidosa en mi pecho.

Observé de reojo a Dimitri, hasta para comer lo hacía de una manera perfectamente correcta, la hipótesis de ser un miembro de la realeza volvió a cruzar mi mente, y es que tomaba los cubiertos y cortaba la tortilla con una parsimonia que era más común en un sujeto del siglo XVIII y no en un estudiante de preparatoria; a su lado, Freddy, que ya casi se terminaba su tortilla, parecía un neandertal masticando su mamut.

- ¿Cuándo te mudaste aquí?- preguntó de pronto Eva mientras abría una bolsa de ositos de goma, y es que Eva jamás tenía almuerzos convencionales, a veces eran golosinas, a veces solo pan, y habían días en que parecía competir con Freddy en eso de ser más glotones y comer como cromagnones.

Dimitri tragó el trozo de tortilla antes de responder.

- Hace un par de meses… mi hermano ha conseguido un puesto aquí en Portland y he venido a vivir con él…

Me percaté que observaba fijamente a Eva mientras le respondía, como estudiándola, parecía hacer el mismo gesto que Freddy cuando visitaba las tiendas de instrumentos en el centro comercial, como tazando la oferta existente.

- ¿Y tus padres?- preguntó Freddy.

Esta vez se había pasado, miré a mi amigo fijamente.

- Freddy eso no es de nuestra incumbencia- respondí antes de escuchar la respuesta de Dimitri.

Freddy era un chico muy bueno, pero tenía esa inocencia de no tener filtro al minuto de abordar a extraños, para él era todo tan normal como preguntar sobre el clima, aún recordaba el primer día que le conocí, cuando me abordó en la escalera del ala sur sólo para comentarme que Nicholas Felter creía que yo era mona.

Mi comentario fue precedido por un incómodo silencio.

- Freddy ¿recuerdas que debemos preparar el informe de Literatura?- dijo Eva mientras se paraba tomando del brazo al aludido quien la miraba algo confundido. Normal. Eva y Freddy no eran compañeros de Literatura, al parecer Eva había decidido dejarme a solas con Dimitri, lo cual en cierta forma agradecí y me aterró en partes iguales.

Dimitri Moskovits sentado con Heather Evans durante el almuerzo. Que imagen más bizarra, pero cierta, es más, si no fuese por la penetrante mirada de él y por el aroma de su perfume que percibía con perfección, hubiese pensado que realmente se trataba de un sueño, pero mis sueños no eran tan vívidos, ni perfectos…

Alcé la vista de mi plato, sus ojos estaban fijos en mi, tragué saliva en grueso, me parecía que lograba traspasar mis pensamientos, radiografiada con su exhaustiva manera de observarme.

- Perdona a Freddy- añadí antes de volver a fijar la vista en mi comida.

- No hay problemas… de todas formas no me hubiese molestado responderle…- replicó.

El sonido de mis cubiertos era lo único que rompía el silencio entre ambos, sentía las miradas de la mitad de la cafetería sobe nosotros y eso comenzaba a turbarme. Dejé los cubiertos a un lado y lo observé.

- ¿Por qué te has sentado aquí?- pregunté de una manera demasiado brusca que me avergoncé- Disculpa… quiero decir…- me aclaré la garganta en un intento inútil de ganar tiempo antes de seguir hablando.

- ¿Te molesta?- preguntó con normalidad, no parecía enfadado por mi reacción, más bien pensativo.

- No… pero

- Quería hablar contigo, eso es todo- respondió finalmente.

- ¿Sobre qué?- pregunté antes de darme por vencida con la tortilla, dejándola a un lado.

Se encogió de hombros.

- ¿Y no podría ser solo porque me apetecía hacerlo?- preguntó mientras apoyaba ambos codos sobre la mesa, adoptando una pose cautivante.

Enfrenté su mirada, y nuevamente me sentía como jalada por un gancho desde el ombligo hacia abajo, pero esta vez la sensación era distinta, no era precisamente un malestar, parecía como si interior completo se regocijara con sus palabras.

- ¡Dimitri! ¿Qué haces aquí? Te he buscado por todos lados…- la voz chillona de Nicole Cabot hizo que saliera del extraño trance que parecía haber caído gracias a mi compañero de almuerzo.

La observé, a pesar de estar a escasa distancia de mi parecía ignorarme completamente, Dimitri se cruzó de brazos mientras la saludaba con un movimiento de cabeza gentil.

- ¿Dónde más podría estar?- preguntó de manera obvia, me observó unos segundos antes de volver a mirar a la recién llegada.

- Si, como sea- respondió ella- Hemos organizado una fiesta en la casa de Dieter para este Sábado por el inicio del año, vendrán los senior ya que nos corresponde festejarles su último año… supongo que vendrás…- el tono de Nicole Cabot estaba lejos de ser tímido o inseguro, quedaba en claro al oírla el por qué era la cabecilla de nuestra generación, y es que “donde ponía el ojo ponía la bala”, ese dicho le iba a la perfección.

Me fijé en Dimitri quien observaba a Nicole mientras esta se afanaba en los detalles de la fiesta, su cabello oscuro volvió a caer tapando un poco sus ojos, su piel excesivamente blanca contrastaba con el chaleco azul oscuro que estaba usando ese día, su contextura atlética se palpaba aún con ropa gruesa encima, simplemente era perfecto.

- ¿Irás Heather?

Abrí los ojos como platos, esa pregunta no me la esperaba.

- ¿Ella?- preguntó Cabot, como percatándose recién que Dimitri se encontraba con alguien más.

Dimitri la observó.

- Claro… has dicho que todos debemos estar, Heather es de nuestra generación…- volvió a fijarse en mi- Eva y Freddy también deben ir- comentó.

Podía sentir como la cabeza de Nicole Cabot parecía querer explotar, claro, yo no me esperaba aquella pregunta, es más, no esperaba estar entre los invitados a una fiesta organizada por Cabot, por mucho que fuese en la casa de Dieter.

Observé a Dimitri quien parecía sonreír, como disfrutando de la situación. ¿Sabría realmente de cómo nos llevábamos ella y yo? ¡Y Eva! Estaba segura que Dimitri no dimensionaba la mucha maldad que podía albergar Cabot y las muchas ganas de Eva de pegarle un puñetazo, o si no, probablemente no me hubiese hecho aquella proposición.

- Pero…- Nicole definitivamente trataba de encontrar una excusa.

- ¿Pero…? Si has venido a invitarme a la fiesta frente a Heather infiero que esta invitada, al igual que sus amigos…- esta vez la voz de Dimitri fue más dura, mas fría, incluso me pareció algo escalofriante.

La cara de Nicole Cabot era un poema, casi pude vislumbrar como sus engranajes mentales funcionaban a toda velocidad, sopesando los pro y contras de la situación, finalmente se volteó hacia mi de manera algo irritada.

- Entonces nos vemos el sábado, Heather…- comentó con una voz demasiado falsa como para creerle que deseara verme ahí.

Se despidió de ambos y se alejó rumbo a su mesa, observé a Dimitri, sonreía de manera torcida mientras jugaba con un anillo entre sus dedos. Realmente me sorprendió la manera en que doblegó a la chica más manipuladora de la escuela.

- No era necesario…- comenté.

- ¿Qué cosa?- preguntó él con un tono de falso desentendimiento mientras continuaba con la misma mueca.

- Sabes de que hablo… sobre todo lo que acabas de decirle a Cabot, además a mi no me interesa ir a esa fiesta- respondí.

- ¿A no? Pero a Eva le encantará la idea… y a Freddy también.

Entrecerré los ojos mientras observaba como el anillo de plata se movía ágilmente entre los estilizados dedos de él, sin caerse nunca de su mano.

- No los conoces… no puedes saber si les gustará la idea o no- le rebatí por el simple hecho que me exasperaba un poco esa actitud sabionda de él, en cierto modo me recordó a Lethar.

Él sonrió y se encogió de hombros mientras volvía a posar los codos sobre la mesa antes de observarme fijamente.

- Tú eres amigo de Cabot, yo no y mis amigos tampoco…- rematé mientras me cruzaba de brazos, por alguna razón ese día la mirada de Dimitri no desencadenaba en mi ese atípico malestar físico, si no que parecía ponerme más alerta, mas sensible al palpitar de mi corazón, a mi pecho subiendo y bajando frenéticamente cada vez que su mirada atrapaba la mía.

Él negó con la cabeza.

- Ella dice muchas mentiras sobre ti…- comentó mientras se ponía finalmente el anillo en su dedo anular.

Me quedé estática esperando a que aclarase exactamente que es lo que Nicole Cabot decía sobre mi, aunque ya tenía la sospecha sobre que podía ser.

- ¿Y como sabes que son mentiras?- pregunté al ver que él no añadía nada más.

Mi pregunta le hizo sonreír nuevamente. Me percaté que aquel día andaba mucho más sonriente que de costumbre, o es que quizás fuese así siempre y solo por ser el nuevo se había mantenido más hermético. Cruzó las manos frente a mi y se apoyó levemente en la mesa acercando un poco su rostro al mío, me quedé muy quieta observando su rostro, era capaz de mirar sin reparos todos los detalles de su rostro, sus ojos, sus pestañas oscuras, y su boca torcida en una sonrisa que solo le hacía ver más atractivo de lo que ya era.

- Soy muy bueno leyendo mentes…- respondió en tono críptico.

Nuevamente volví a recordar a Lethar, fue en ese instante, mientras observaba fijamente sus ojos cuando caí en cuenta de por qué en cierta forma Dimitri Moskovits me resultaba familiar, abrí los ojos de sorpresa al darme cuenta y como pude ser tan idiota y no haberme dado cuenta antes.

Dimitri tenía esa misma mirada profunda de mi guardián, es más, sus ojos como pozos secretos, tenían exactamente la misma expresión surrealista que los hacía tan especiales. Aquella nueva revelación me dejó con una sensación extraña, considerando la inusual comparación que acababa de establecer.

- ¿Heather?

Me había perdido en mis divagaciones, como siempre, Dimitri me miraba fijamente, nuevamente con cierta frustración oculta, sonreí algo avergonzada, realmente me comportaba como una retrasada cada vez que estaba cerca de él.

- Lo siento…- repliqué mientras observaba a mi alrededor, la mayoría de los estudiantes ya había abandonado el comedor rumbo a su siguiente clase.

- ¿Irás el sábado?- preguntó mientras tomaba su mochila.

Sacudí los hombros a manera de respuesta, mientras lo imitaba y me levantaba de la silla. Comenzamos a caminar juntos hacia el pasillo.

- ¿Por qué te juntas con ella si sabes que es una arpía? Y te sentaste con ella en Historia…¿es que yo te causé mala impresión?- me sorprendí de todo lo salido de mi boca y más aún por el cierto tono reprochador con que lo solté todo, maldije interiormente por estar siendo francamente obvia y patética, pero no pude callarme lo que pensaba en ese instante, y es que luego de haber hecho el descubrimiento de los ojos de él con los de Lethar mi cabeza comenzó a llenarse con pensamientos dispersos pero sobre todo de Dimitri, desde el primer día y como pareció congeniar perfectamente con el grupo de Nicole, en cierta forma no entendía porque de su actitud bipolar de querer juntarse conmigo, llevarme a casa e incluso almorzar en mi misma mesa.

Llegamos ambos a una bifurcación de tres pasillos, Dimitri se detuvo, hice lo mismo, esperando su respuesta, parecía meditar un poco antes de hablar; en ese instante sonó el timbre para ingresar a clases y unos cuantos alumnos pasaron corriendo alrededor nuestro, presurosos.

- Porque pensé que había alguien sentando junto a ti aquel día en Historia…- respondió finalmente.

En ese instante llegó la Rana ordenando a todos a ingresar a clases, claramente la respuesta de Dimitri fue poco satisfactoria, de hecho no respondió mi primera pregunta, quería que se explicase mejor, pero tampoco me apetecía terminar pidiendo un pase especial para entrar a mi clase de español, por lo que desistí.

- Te veo luego, Heather- dijo él mientras caminaba por el pasillo contrario al que yo debía tomar.

Lo que quedó de tarde la pasé conjugando verbos en pasado y comprobando que era completamente nula para tratar de hablar español, sencillamente no estaba hecha para hablar ese idioma, mi lengua se trababa y sabía que no sería capaz de memorizar la inmensa lista de verbos que nos entregó el señor Rodríguez al inicio. Luego de hacer hervir mis neuronas por culpa del español, salí de clases deseando más que todo echarme en mi cama y no hacer nada durante todo lo que quedase de día.

Me encontré con Eva y Freddy a la salida del edificio y nos fuimos los tres en el Volkswagen, Freddy nos dejó en casa pero no se quedó, y es que debía cuidar a sus hermanos ya que sus padres viajaban a Nueva York esa misma tarde, sentí un poco de pena por él, el mayor de siete hermanos, responsable de 6 niños que de angelicales no tenían nada, es más, fueron los hermanos de Freddy los que me hicieron desistir de mi opción de pensar en tener alguna vez una familia numerosa.

Durante todo el camino a casa Eva se esmeró en preguntarme con lujo de detalles todo lo ocurrido en el almuerzo mientras me quedé sola con Dimitri en la mesa.

“¿Viste como te observaba? Demonios… ese chico si que tiene mirada potente…”

Les conté básicamente todo, salvo la parte final, no me apetecía relatarles como había salido yo con mi faceta infantil y patética. Relaté la parte de Cabot y ambos no paraban de reír, y tal como lo predijo Dimitri, los dos parecían deseosos de ir a esa fiesta lo cual no me pareció del todo mal. En cuanto a Dimitri, Freddy solo opinó que le parecía un tipo interesante, dejó a Eva básicamente el monólogo de la ocasión, que por cierto lo continuó cuando ya habíamos bajado del auto e ingresado a casa; realmente no quería seguir hablando sobre el tema, de alguna forma me asustaba el darme cuenta de lo mucho que me interesaba alguien que apenas conocía hacía tres días. Subimos a mi habitación y para sorpresa mía no estábamos precisamente solas, Lethar apareció en el instante justo en que Eva lanzaba su mochila al suelo.

- Hola, Heather- saludó, moví la cabeza a modo de saludo.

Recordé que nuevamente había sido un largo periodo sin él, desde el accidente jamás pasaban más de dos horas sin que Lethar volviese a “revolotear” a mi alrededor acompañándome, dimensioné que fue prácticamente un día completo sin saber de él, y realmente lo extrañaba.

Él se sentó en la orilla de mi cama en silencio, mientras Eva encendía la televisión.

- Voy a ducharme- dijo mientras se sacaba la polera en un movimiento rápido y comenzaba a soltar el broche de sus jeans, la escena se me hizo extremadamente incómoda considerando que Lethar la observaba y luego me miraba a mi con una mueca burlona.

Abrí la boca e hice un mohín.

- ¿No puedes desvestirte en el baño?- dije mientras me situaba estratégicamente en una posición en que tapaba el campo de visión de mi guardián.

Eva rió fuertemente mientras se encaminaba hacia el baño.

- No sabía que eras tan pudorosa, Heather- comentó mientras cerraba la puerta aún riéndose.

Me volteé hacia Lethar y crucé los brazos, él se encontraba en la misma posición mirándome como si fuese todo muy normal.

- Te he dicho que no me gusta que hagas eso…

- ¿Eso qué?- preguntó haciéndose el desentendido mientras se echaba hacia atrás en la cama y apoyaba su brazos tras la cabeza.

Moví la cabeza mientras le miraba escéptica.

- Sabes de que hablo… eso de aparecerte justamente cuando mi amiga va a darse una ducha.

- No he visto nada que no haya visto antes, Heather- comentó con monotonía mientras me observaba.

Abrí la boca como pez fuera del agua y la volví a cerrar, inesperadamente me sonrojé al imaginar a mi guardián en el contexto de sus palabras, él pareció comprender de qué iban mis pensamientos y rodó los ojos mientras se levantaba de un salto de la cama.

- No hablaba precisamente de eso, Heather…- dijo en tono burlón.

Yo me sonrojé más. Desvié la mirada pero sentí sus manos tibias tomando mi mentón, Lethar tenía esa manía conmigo, cada vez que quería mi atención tomaba mi rostro y me obligaba a observarlo sólo a él. Mientras me encontraba con su mirada profunda y clara recordé lo descubierto durante el almuerzo, la semejanza entre sus ojos y los de Dimitri…

Vino a mi mente la grave discusión del día anterior, pero Lethar parecía haber olvidado lo sucedido por la manera ligera en que se comportaba, aunque yo no… realmente no me gustaba como se estaban dando las cosas entre nosotros en los últimos días.

- No te habías aparecido en todo el día…- comenté mientras él seguía sosteniendo mi mentón.

- Creí que no me querías ver en varias horas…

- Fueron casi 24

- ¿Las contaste?- dijo algo burlón mientras soltaba mi mentón pero continuaba observándome fijamente.

Apreté los labios y me aguanté las ganas de lanzarle palabrotas, noté como evitaba tocar el tema de nuestros últimos conflictos, y la verdad es que me encontraba bastante cansada como para volver a inmiscuirme en otra discusión con él por lo que tampoco comenté nada. Lo observé y fue recién en ese instante que me percaté de cómo andaba vestido, no pude evitar reír.

- ¿Acabas de salir de extra en una película de Indiana Jones?- pregunté irónica.

Lethar miró sus ropas, vestía unos pantalones color caqui, una camisa blanca y un sombrero de ala corta que le daba todo el aspecto de ser un buscador de tesoros del desierto, se cruzó de brazos y me miró con suficiencia.

- Estaba en asuntos importantes…- comentó crípticamente.

- ¿A si? ¿Has encontrado el arca perdida o algo así?- pregunté.

Lethar se sacó el sombrero y me lo puso en la cabeza.

- Si… y junto con ella el anuncio del Apocalipsis y la destrucción de todas las adolescentes odiosas…

En serio, a veces me preguntaba si a mi no me había tocado el único guardián que quizás no había aprobado la escuela para guardianes, es que generalmente tendía a imaginar a los “ángeles guardianes” como sujetos solemnes, con vestiduras como los tipos de los murales de la capilla Sixtina y portando una espada, no a un chico que aparentaba mi misma edad, vestía como personaje de película de aventuras, sombrero incluido.

- ¿Qué tal ha ido tu día?- preguntó de pronto.

Apreté los labios, sabía que no le agradaría escuchar que pasé tiempo con Dimitri, que enloquecería nuevamente y terminaríamos discutiendo, aunque también sabía que Lethar hacía esa pregunta más que nada por ser gentil, nunca me contaba mucho de su “trabajo”, pero sabía que tenía muchas maneras de enterarse de mi sin estar en mi “plano” terrenal.

- Bien…- comenté.

- ¿Irás a esa fiesta?

Me rasqué el cuello de manera nerviosa, era obvio, Lethar ya lo sabía, me extrañaba eso si el hecho que no hubiese comenzado a repetir todo aquello sobre alejarme de mi nuevo compañero de clases. Lo observé, sus ojos celestes me miraban expectantes.

- No lo se… Freddy y Eva quieren ir…- respondí mientras me sentaba en la orilla de la cama.

Lethar asintió en silencio pero no acotó nada más, lo cual me dejó con una extraña sensación, sobre todo cuando me percaté de su gesto, en cierta forma… ¿resignado? ¿frustrado? Parecía demasiado meditabundo mientras observaba por la ventana.

- Ronald llegará antes - comentó.

Lo miré sorprendida.

- Pero si…

- Ha muerto el rector de Brown y han suspendido las actividades de la universidad durante toda esta semana, incluida sus conferencias restantes, por lo que regresará, es posible que mañana en la mañana este acá- replicó antes que yo terminase de hablar.

Lethar solía informarme de cosas así, lo cual por cierto facilitaba bastante mi vida, era muy útil saber lo que ocurría con otras personas relacionadas a mi, como cuando me advirtió que no era necesario que trasnochara haciendo un trabajo de Filosofía porque el profesor se encontraba con una terrible gripe y no asistiría a la escuela. Claro que Lethar jamás contaba intimidades de otros ni mucho menos, le estaba prohibido usar sus dones de esa forma, le era posible rebelarme sólo la información estrictamente necesaria, decía que en mi caso era mayor su responsabilidad ya que la situación era distinta al poder verle, los otros guardianes no tenían la necesidad de preocuparse por hablar de más o no, simplemente porque sus protegidos no eran capaces de verles ni mucho menos hablarles.

- Bien…

- Debes deshacerte de las latas de cerveza que siguen en la cocina…- continuó.

Lo miré y asentí en silencio, tenía razón, no me apetecía la idea que Ronald se enterase que estuve bebiendo mientras él no estaba en casa; observé a Lethar, nuevamente volvía a notar que se encontraba demasiado serio para ser él.

En ese instante se abrió la puerta del baño, entre el vapor apareció Eva con una toalla en la cabeza y ya vestida.

- Me he vestido para que no me llames la atención con tu moral recatada, Heather- comentó graciosamente.

Me reí y negué con la cabeza, pero cuando volví mi rostro hacia la ventana, Lethar ya se había ido.

- ¿Y ese gorro?

Eva se acercó hasta mi quitándome el sombrero que me había puesto Lethar, se lo probó y comenzó a hacer poses ridículas..

- Esta de lo mejor… ¿Me lo prestas para mañana?

Yo sonreí falsamente, y es que no me sentía con ánimos de bromear, sentía que mi vida se había polarizado de manera extraña en los últimos días, como una balanza que no podía equilibrarse, curiosamente mientras más conocía a Dimitri, Lethar parecía más distante y ausente; sentí que ambos eran en cierta forma muy opuestos, pero con similitudes curiosas que les parecían unir de manera casi imperceptible...

Suspire. Repentinamente la angustia había vuelto a posarse en mi pecho y la causa de aquello acababa de desaparecer sin si quiera despedirse.

lunes, 20 de abril de 2009

Capítulo tres: Conversaciones y discusiones

Lethar no apareció en todo el resto de la mañana, lo cual agradecí, no estaba de humor para otra discusión con él, sobre todo porque por mucho que lo pensara no lograba encontrarle justificación a sus palabras. ¿Por qué debía alejarme de Dimitri? Y eso daba paso al segundo tema que no abandonaba mi mente, mi extraña fascinación por mi compañero de Literatura, durante el almuerzo cuando les conté lo sucedido a Eva y Freddy, la primera se puso a vitorear como si se hubiese ganado la lotería.

- Podrías arruinarle la conquista a Cabot, Heather-Eva tomó una expresión soñadora- Sería genial que el chico guapo terminase contigo y no con esa arpía mono neuronal… claro, si dejas de comportarte como una retrasada social…

Yo solo me reí, y es que esa posibilidad era tan remota, sobre todo porque mientras continuábamos nuestra conversación divisaba con perfección a Dimitri sentado con Nicole, Denisse, Dieter y miembros del equipo de rugby de la escuela. No, definitivamente Dimitri no encajaba en el prototipo de chico que se interesaría en mi.

La última clase del día fue Filosofía pero jamás pude concentrarme durante la hora ni mucho menos opinar sobre el fundamento que postulaba Nietzsche en su “Origen de la tragedia”, y es que me encontraba demasiado dispersa en ese instante, no me gustaba discutir con Lethar, solíamos enfadarnos por nimiedades normalmente pero algo me decía que esta vez las cosas habían sido distintas, y el presentimiento iba más allá… sabía que si todo era por Dimitri Moskovits los problemas entre ambos no se acabarían.

Pasé toda la hora imaginando la razón del irracional odio de Lethar hacia mi nuevo compañero, Lethar veía auras, podía ser que la de Dimitri fuese especialmente oscura y maléfica, o quizás era un asesino en serie y yo fuese la próxima víctima en su lista, imaginé muchos supuestos pero todos sonaban estúpidos, ridículos y no me satisfacían, sobre todo considerando que mi guardián se negaba a decirme la razón real, que parecía ser realmente poderosa para él. Finalmente llegué a la conclusión que fuese lo que fuese no tenía porque importarme, si resultaba que Dimitri terminaba siendo un maniaco adicto a los cuchillos lo único que debía hacer era alejarme de él y asunto acabado, pero hasta que no evidenciara alguna actitud psicoide no encontraba razón suficiente para creer que debía escuchar a Lethar.

Al salir de Filosofía recordé que Eva se había retirado temprano para ir a una cita con el dentista y Freddy se quedaría hasta mas tarde en una de las tantas academias que le agradaba tomar, porque Freddy era adicto a meterse en los grupos de todo, suponía que suplía la falencia de ser completamente ignorado en casa siendo el mayor de 7 hermanos y llenaba esos huecos haciendo más actividad extra-escolar que ningún otro estudiante, desde que conocía a Freddy había participado en Teatro, en la academia de informáticos, en una de Botánica (que fue un completo fracaso), en fotografía, en el periódico escolar, con los nerds matemáticos, en la banda y un largo etcétera.

Me encaminé hacia la salida sin ningún apuro, aún no sabía si Eva podría ir a casa esa noche, esperaba que si porque no quería ver aparecer a Lethar y comenzar otra discusión inútil. Salí del instituto donde aún quedaban varios estudiantes conversando antes de partir hacia sus casas, llegué caminando hasta el paradero de autobuses que quedaba al sur del edificio, me senté en el banquillo a esperar.

Sentí unos pasos a mi derecha y me extrañé al ver a Dieter Walters esperando en el mismo paradero que yo, lo observé unos segundos y volví a mirar al frente, Dieter era uno de los chicos más populares de la escuela, amigo de Nicole y ex novio de Denisse Visitric, jamás había hablado con él, pero recordaba haber escuchado a Freddy decir que era un sujeto simpático, aunque realmente malo en Biología (fueron compañeros de laboratorio).

Pasaron unos cinco minutos y el autobús aún no pasaba, yo comenzaba a exasperarme, y es que no se me daban bien las esperas, miré hacia ambos lados de la calle aunque sabía que debía venir desde el sur, pero nada, mi pierna se movía insistentemente y de manera impaciente.

- ¿Sabes si no están en huelga o algo?- preguntó de pronto él.

Lo miré y me encogí de hombros, esperaba que no porque no me apetecía tener que caminar otras cinco cuadras para tener que tomar un taxi. Me ajusté la capucha de la chaqueta y cuando me disponía a sacar mi MP3 para hacer menos tediosa mi espera vi un espectacular auto negro detenerse en el paradero, la primera impresión que me dio fue que estaban filmando Batman y el batimovil por alguna extraña razón estaba en el paradero descansando de alguna toma, pero mis sinapsis me hicieron ver que esa idea era completamente ridícula, en primer lugar porque nunca habrían venido a filmar Batman a una ciudad como Portland y en segundo lugar porque no se veía ningún equipo de producción ni tramoyas ni luces ni nada que explicase mi teoría.

A mi lado Dieter observaba el auto con evidente asombro y hasta emoción. Miré el auto y leí a un costado, sobre la reluciente pintura negra una incrustación plateada decía “Camaro”. Me encogí de hombros y volví a mi mochila para buscar el MP3, fue en ese instante que la ventanilla del copiloto bajó y pude escuchar con perfecta claridad la voz de Dimitri Moskovits.

- ¿Puedo llevarte a casa?

Alcé la vista en un movimiento tan brusco que mi cuello resintió el movimiento bastante, mis ojos se encontraron con los de él y por instantes no supe que decir. En teoría debería ser a Dieter y no a mi a quien invitase a subir a su auto, por lo que había visto habían almorzado juntos ese mismo día, pero Dieter aún estaba alucinando con el “Camaro” como para fijarse en aquel “detalle”, yo no sabía nada de autos por lo que no podía entender el embobamiento de él.

Me aclaré la garganta de manera silenciosa, lo miré algo nerviosa y luego miré a Dieter, Dimitri pareció entender mis pensamientos.

- Espero no te moleste que la lleve a ella, Dieter; pero Heather vive lejos y me apetecería charlar con ella sobre un trabajo que tenemos juntos.

Me mandíbula se fue a piso notoriamente ¿Cómo sabía dónde vivía? ¿O simplemente estaba inventando una excusa para que Dieter no se enfadara con él? Estaba claro que solo podía ir uno de nosotros dos en ese auto porque era sólo para dos personas, sin embargo mi mente parecía reacia a subirse a ese auto ¿Y si resultaba que era un psicópata en serie y por eso Lethar quería que me alejase de él?

- No hay problemas- respondió Dieter mientras me miraba de una manera algo extraña, quizás con asombro.

Y yo también estaba asombrada, en primer lugar jamás, ni siquiera Nicole Cabot había tenido un auto tan lujoso como aquel, y en segundo lugar yo seguía sentada y sin responder la pregunta de Dimitri quien continuaba sosteniendo mi mirada a la espera de mi respuesta. Pareció sonreír levemente.

- ¿Vienes?

Suspiré mientras me levantaba, lo peor que podía pasar es que quisiese secuestrarme o algo por el estilo, pero al menos alguien sabía que me estaba subiendo al auto de Dimitri, en caso de mi desaparición repentina Dieter podía decir que me vio ir con el chico nuevo y asunto resuelto.

Mientras tenía todos esos pensamientos por completo disparatados en mi cabeza no pude evitar notar lo ridículamente paranoica que estaba siendo, culpé a Lethar por estar así, si él no hubiese llegado con sus amenazas a medio terminar yo no habría estado imaginándome como la protagonista de una mala película de terror.

Apenas me senté en el asiento del copiloto un exquisito aroma inundó mis sentidos, noté con cierta culpabilidad que ese aroma era su aroma, solo que más concentrado. Me sonrojé un poco y traté de ocultar mi rostro mientras me abrochaba el cinturón de seguridad. Haciendo gala de sus buenos reflejos y de su increíble auto Dimitri partió en cuanto yo hube terminado de asegurarme bien.

Un incómodo silencio se posó entre ambos mientras él conducía a una velocidad que francamente comenzó a aterrarme, inconcientemente me afirmé a la manilla de la puerta, él pareció notar aquello y bajó inmediatamente la velocidad.

- Disculpa… no era mi intención…

- No hay problema…- le interrumpí.

Silencio.

Me dediqué a observar el interior del automóvil, era completamente lujoso, los interiores de cuero negro, con incrustaciones del mismo color, el auto tenía un sistema satelital incorporado y un tablero con muchos botones que no quise imaginar para que servirían. Me percaté que él conducía hacia el sur sin que yo le hubiese hecho la indicación de donde vivía, eso me recordó otra cosa.

- ¿Cómo sabes dónde vivo?- pregunté. Me percaté de mi tono de voz demasiado reprochador- Le dijiste a Dieter que vivía lejos…- añadí rápidamente y de manera menos defensiva.

Él sonrió, pero lo hizo sólo con la comisura de los labios, me había dado cuenta que nunca sonreía por completo, siempre era un leve gesto, casi imperceptible.

- Te vi hoy subiendo al auto de tu amigo en la mañana, casualmente yo pasaba por ahí…- respondió resuelto.

- Ah…

Nuevamente silencio.

Miré por la ventana mientras sentía una extraña sensación, ganas de lanzarme y alejarme de aquel auto, pero al mismo tiempo otra parte de mi no quería que el viaje a casa terminase. Recordé que quería charlar conmigo sobre un trabajo, era obvio que se refería a Literatura sobre el trabajo de “Los Miserables”, ya que no habíamos hecho ningún otro juntos; vino a mi cabeza la imagen de mi retrato, me volví a sonrojar y maldije mentalmente por estar comportándome como la típica adolescente descerebrada- que teóricamente- yo no era.

- Gracias… por el dibujo…- dije rompiendo el mutismo entre ambos, él volvió a hacer su típico amague de sonrisa.

- De nada… eres una buena modelo para dibujar…- comentó mientras miraba hacia mi.

Bajé la vista algo avergonzada y bufé algo incrédula.

- Ya…

Estaba tratando de ser gentil, de todas formas él seguía almorzando y pasando las clases de Historia con Nicole Cabot, y de seguro la había retratado ya unas diez veces, casi podía imaginar a la odiosa voz de ella diciendo “¿Han visto como ha dibujado perfectamente mi nariz? Es tan perfecto…”.

Nuevamente volvió a mi esa sensación de vértigo, extraña, y que sólo ocurría cuando estaba cerca de él, cerré los ojos mientras contaba mentalmente para tranquilizarme.

- ¿Heather?

Moví la mano con despreocupación mientras continuaba con los ojos cerrados, no podía entender que ocurría conmigo, esos repentinos malestares realmente comenzaban a preocuparme, y lo peor es que intuía que eran por él, aunque sonase por completo descabellado sabía que la razón de mi malestar se debía a quien en esos instantes conducía a mi lado. Escuché el motor del auto detenerse pero yo continuaba regulando mi respiración, de pronto sentí que tomaban mi rostro con ambas manos, el tacto era frío, casi gélido, pero inexplicablemente comencé a sentirme mejor, abrí los ojos y me encontré con el rostro de Dimitri a escasos centímetros del mío, sus ojos azul oscuro observándome fijamente y sus manos sosteniendo aún mi rostro.

- ¿Estas bien?

- Si…- respondí algo temblorosa.

Él quitó las manos de mi rostro pero continuó observándome, se encontraba en cuclillas sobre la vereda del frontis de mi casa mientras yo aún continuaba sentada en el asiento de su auto. Aún en mi malestar me percaté de su gesto claramente frustrado.

- Estoy bien, en serio- mentí mientras salía del asiento del auto, Dimitri inmediatamente tomó mi mano para ayudarme y volví a sorprenderme por su tacto extremadamente frío, él pareció darse cuenta de mi reacción y terminé agarrada a su brazo, ya sin tener contacto directo con su piel.

Me ayudó a llegar hasta la puerta de mi casa, aún seguía algo torpe pero me esforzaba por aparentar lo contrario. Saqué el manojo de llaves del bolsillo exterior de mi mochila e inmediatamente Dimitri lo tomó y abrió la puerta con la primera llave que metió a la cerradura, lo miré algo incrédula y es que parecía demasiada buena suerte como para que él escogiese la llave exacta de las 9 que sostenía mi llavero, incluso yo misma solía equivocarme.

- ¿Estás sola?

- No- mentí. Era realmente innecesaria aquella mentira, considerando que Dimitri se había mostrado realmente bueno al preocuparse por mi malestar, aún así fue la primera respuesta que se me vino a la mente.

- No conviene que estés sola en estos momentos…- dijo mientras miraba hacia el techo de la casa. Volvió a mirarme a mi unos segundos- Debo irme… espero que te sientas mejor, Heather.

Lo miré unos segundos y asentí en silencio, nuevamente volvía a mi esa sensación de no querer que se fuera tan pronto.

- ¿De qué querías hablar conmigo?- pregunté en un patético intento por tratar que se quedase un poco más.

Él me observó y sonrió, y esta vez su sonrisa fue un poco más evidente.

- Me he encontrado con la maestra Travis, ha dicho que nos felicita a ambos por el trabajo de “Los Miserables”, quedó asombrada con nuestro análisis y espera que continuemos trabajando juntos…

Esta vez yo también sonreí levemente.

- ¿Tú quieres seguir…? Ya sabes…- dije algo torpe. Volvía a comportarme como una retrasada social.

- Solo si tú quieres que continúe cerca de ti…

Su frase parecía no responder realmente a mi pregunta, es más, aunque aún me encontrase algo mareada pude vislumbrar casi con certeza que él no se refería precisamente al hecho de ser compañeros de Literatura.

- Si- respondí mientras por primera vez le sostenía la mirada sin sentirme igual que si fuese jalada desde el ombligo.

Supe que mi respuesta había implicado todas las connotaciones de su frase, aunque seguía pareciéndome completamente disparatado lo que estaba pensando, quizás había alcanzado un nivel de locura tan preocupante que estaba imaginando cosas y situaciones donde no las habían y probablemente Dimitri Moskovits se refería solo al hecho de ser o no compañeros de clase.

- Te veo, mañana Heather- dijo luego de unos segundos, o quizás minutos, no lo supe muy bien.

- Adiós…

Le vi subir a su espectacular auto y arrancar a toda velocidad mientras sus palabras seguían repitiéndose en mi cabeza. Antes de cerrar la puerta supe que Lethar había vuelto- aunque le había pedido que no lo hiciese- pero estaba por ahí, lo sentía; era como cuando llegaba a casa y sabía que mama estaba cocinando su exquisito soufflé de papas, apenas ponía un pie en la entrada sentía el peculiar aroma; lo mismo sucedía cada vez que Lethar aparecía en mi “plano”, algo en mi cerebro me indicaba que él estaba ahí, era un presentimiento transformado en convicción.

Subí las escaleras directamente hacia mi habitación, y ahí estaba, acostado cómodamente mientras hojeaba una revista Cosmopolitan que Eva me había regalado asegurando que algún material “de chica” me ayudaría, y es que mi amiga vivía preocupándose de mi inminente soltería, decía que una chica como yo debería tener pretendientes hasta para rechazar.

Tiré mi mochila al piso y me fui al tocador para ordenar un poco mi pelo, vi por el espejo que Lethar dejaba la revista a un lado, nuestras miradas se encontraron, sabía que seguía enfadado conmigo, pero no me dejaría amilanar por su actitud, porque – en teoría- yo no estaba haciendo nada de lo que debería arrepentirme o pedir disculpas, es más, si yo no pudiese ver a Lethar, Dimitri sería como cualquier otro compañero nuevo, y toda esa tontería de alejarme de él ni siquiera sería algo por lo que discutir, Dimitri era un chico cualquiera....

“Pero sabes que no lo es”.

Mi voz interior contra atacó de manera certera, Lethar seguía sosteniendo mi mirada, se sentó en la orilla de la cama y finalmente yo me volteé hacia él para dejar de mirarlo por el reflejo del espejo.

- ¿Estás bien?- preguntó con voz algo más ronca de lo normal.

Lo observé en silencio y asentí con la cabeza. Realmente no esperaba esa pregunta de su parte, un “¿Qué carajos estás haciendo, Heather?” era lo que imaginaba como primera frase por parte de él, sobre todo recordando la discusión de la mañana. De un segundo a otro Lethar se encontraba junto a mi, en cuclillas, curiosamente en la misma pose que había adoptado Dimitri cuando habíamos llegado a casa. Pegué un leve saltito por su repentina aparición pero no dije nada, él continuaba mirándome con frustración y algo de enfado, sin embargo había otro sentimiento ahí, oculto, pero me era imposible descifrar sobre que se trataba, maldije el no tener la habilidad de leer mentes como mi guardián.

Alcé la mano de manera algo titubeante y alcancé su rostro, su piel tibia trajo a mi inmediatamente una sensación de calidez y bienestar, su gesto se volvió menos arisco pero continuaba observándome en silencio.

- Te empeñas en no hacerme caso ¿Eh, Heather?- dijo él rompiendo al fin con el silencio.

Dejé la mano quieta sobre su rostro, sin responderle. Él bufó frustrado y alejó mi mano mientras se levantaba y comenzaba a caminar por la habitación.

- ¿Qué tiene de malo que…

- ¿Qué qué tiene de malo?- estalló mientras me observaba nuevamente con ese relampagueo en sus ojos- Tiene mucho de malo, Heather…

Arrugué el ceño y me paré del tocador hasta llegar frente a él.

- ¿Y tanto te cuesta dejar de jugar al señor de los acertijos y decírmelo directamente?

Abrió la boca en un gesto en que claramente se sentía ofendido por algo, la volvió a cerrar mientras articulaba una pose de suficiencia.

- Debería bastarte el que yo te lo diga…¡Soy tu guardián!

- ¿Y eso qué? ¡Eres mi guardián pero no mi padre, Lethar! – dije casi a gritos

- ¡Incluso tu padre me apoya!- replicó él subiendo igualmente el tono de voz.

Me quedé de piedra y lo observé unos largos segundos con la boca abierta de la impresión, tantos meses preguntándole por mis padres, y él negándose a darme respuestas y ahora resultaba que Lethar si tenía contacto con ellos.

Tragué saliva en grueso mientras sentía que mi visión comenzaba a nublarse mientras las lágrimas pujaban por salir. Pestañeé varias veces obligándome a no perder la dignidad frente a él, quien me miraba fijamente; comenzó a acercarse pero yo retrocedí conforme él avanzaba.

- Heather…

- Aléjate- dije mientras ponía mi brazo delante para ordenarle que no diese un paso más.

Mis padres estaban en algún lugar, a pesar que nunca fui católica quería pensar que estaban en un lugar tan hermoso como el paraíso, junto a mis hermanos, que estaban felices, que estaban bien… Muchas veces me odiaba por ser la única que se había negado a morir… muchas veces me encontraba odiándolos por abandonarme… ¿Por qué ellos no hicieron lo mismo que yo? ¿Por qué no regresaron como yo? ¿Por qué me dejaron aquí sola? ¿Por qué estaba condenada a vivir el resto de mi existencia sin ellos?

Las lágrimas comenzaron a caer sin control mientras yo seguía en el mismo gesto hacia Lethar.

- Vete…

- Heather no…

- Por favor… vete- supliqué mientras me volteaba y comenzaba a caminar hacia el baño.

Me encerré de un portazo y apoyé ambas manos en el lavamanos de mármol, mi respiración era jadeante mientras las lágrimas corrían por mis mejillas de manera incesante.

- Perdóname…- escuché la voz de Lethar al otro lado de la puerta antes de sentir que me había dejado sola, tal como se lo había pedido.

El dolor en mi pecho se posó incesantemente mientras la herida se volvía a abrir de manera casi agónica, un gemido de dolor abandonó mi garganta mientras mi mente se llenaba de imágenes de mi madre, mi padre y mis hermanos… cuando Heidi volteó el frasco completo de crema sobre mi cama, a Gail corriendo por la casa con su capa de súper héroe, a mamá cantando todo el día, llenando mi antigua casa de ese ambiente cálido y ameno, a mi padre… y todas las veces que le acompañé a pescar…

Dolor.

No supe como pero terminé en el piso y apoyada en la tapa del water mientras lloraba sin cesar. Me sentía tan sola, y el dolor por su pérdida causaba estragos en mi interior. Me afanaba en aparentar lo contrario, no quería ser un problema para Ronald ni tampoco preocupar a mis amigos, es por eso que había aprendido a fingir a la perfección que todo estaba bien, aunque por dentro mi pecho pareciese a punto de partirse en dos y el dolor carcomiera cualquier atisbo de luz…

Desperté y una completa oscuridad me rodeaba, tardé en acostumbrar la vista, luego de varios minutos me percaté que estaba en mi cama y tapada a medias con una de las frazadas que ponía a los pies de mi cama. Arrugué el ceño, no recordaba nada más que haber estado en el baño… Apreté los labios en un gesto frustrado, de seguro había sido Lethar quien me había traído mientras dormía. Me levanté de la cama, la cabeza me dolía horriblemente, prendí la luz de mi mesita de noche y vi la hora en el reloj, eran casi las 10 de la noche.

Recordé que había invitado a Eva y Freddy a quedarse en casa, alcancé rápidamente mi mochila y tomé mi celular, tenía siete llamadas perdidas, todas de Eva y tres mensajes de Freddy a intervalos de una hora más o menos.

“Heather, Eva me ha dicho que se queda en tu casa hoy, he preguntado y yo también”.

“¿Dónde estás? Eva me ha llamado y dice que no respondes ni tu celular ni número de casa”

“Heather donde quiera que estés iremos a tu casa a las 10, más te vale que estés o Eva enloquecerá más de lo que ya esta…”

Marqué el número de Freddy con rapidez, al segundo tono la voz de mi amigo se escuchó por sobre un estruendo de guitarras y baterías.

- ¿Heather?

- Si, soy yo- le grité.

- ¿Eh? Espera… ¡Eva! ¿Quieres bajarle? ¡No puedo escucharle a Heather!- gritó mi amigo.

- ¿Es ella?- la voz de Eva se escuchó clara justo antes de bajarle a la música- Dile que es una…

En ese instante pareció que Freddy se alejaba de ella.

- Freddy lo siento, me quedé dormida y acabo de despertar.

- Esta bien, estamos con Eva en mi casa… ¿entonces podemos ir ya?

- Por supuesto, los espero…

- Vale…

Apenas le corté el teléfono a Freddy me dirigí de una carrera al baño, me lavé la cara con mucho agua fría para bajar un poco la hinchazón de los ojos, me eché un poco de tapa ojeras para disimular, observé mi reflejo en el espejo de cuerpo entero que había tras la puerta, observé mi rostro, tenía un aspecto bastante patético, más blanca y pálida de lo normal, mi cabello rubio y liso se encontraba disparado hacia todas partes, me pasé un cepillo y me ordené un poco la chasquilla detrás de una oreja, finalmente decidí tomarme el cabello en una coleta, recordé mentalmente que debía cortármelo, lo tenía ya a mitad de espalda, no me gustaba tenerlo tan largo. Me quedé unos segundos observando a la chica de ojos verdes y mirada triste del reflejo, nunca me había considerado una chica guapa, es más, sabía que era de aspecto tan común que se me hacía difícil saber si había algo en mi que me hacía más especial, mi cabello era rubio, ni muy claro ni muy oscuro, solo rubio, y muy liso, mi piel demasiado blanca para mi propio gusto, decorada con algunas pecas en la zona de mi nariz- heredadas de mi madre, tenía las mismas- demasiado delgada como para tener curvas que atrajesen miradas, y no es que me interesase, pero al lado de otras chicas de mi generación, claramente yo parecía una insignificancia. Eva siempre decía que yo debía valorarme como era, opinaba que mis brazos y mi cuello eran mis mejores atributos junto con mis ojos, además añadía que mi aspecto muy a lo Mary Kate Olsen era algo que muchos admiraban, yo no podía hacer nada más que mirarla incrédula cuando le escuchaba compararme con una de las gemelas millonarias.

Cuando bajé al primer piso encendí todas las luces posibles en el camino, y es que era una casa tan grande y verdaderamente no me apetecía hacerle honor a la casa del terror, lúgubre y sombría. Ya en la cocina revisé la despensa y encontré unas bolsas de papas fritas, maní y algunas cosas para picar, por suerte Ronald se esmeraba en tener siempre cosas para invitados sorpresa, y es que siendo él un escritor famoso no faltaban las visitas ilustres que se auto-invitaban a casa para charlar con “uno de los mejores escritores de las últimas décadas”, según el Washington Post.

Había terminado de vaciar algunas cosas para picar en una bandeja cuando sentí el timbre de la casa, corrí a abrir y me encontré con mis dos mejores amigos en el porche.

- ¡Creí que te habían raptado los extraterrestres, Heather!- chilló Eva mientras pasaba al interior seguida por Freddy- ¿Cómo es eso de andar quedándote dormida? Creo que te hace falta dormir un poco más durante las noches…

Eva continuó hablando su monologo mientras se dirigía hacia las escaleras, Freddy me observó mientras yo cerraba la puerta de la casa, sus ojos marrones me miraban inquisidoramente.

- ¿Algo de lo que quieras hablar?- preguntó mientras tomaba mi mano en un gesto fraternal, negué con la cabeza y traté de sonreír.

- Estoy bien… ahora alcancemos a Eva antes que queme la casa- repliqué mientras comenzaba a caminar hasta mi pieza aún sosteniendo su mano.

Cuando entramos en la habitación Eva se encontraba sobre mi cama leyendo la revista Cosmo, curiosamente en la misma pose que había adoptado Lethar, me pareció un cruel deja vu, aunque Eva tiró la revista inmediatamente apenas entramos y encendió la televisión.

- He traído algunas cosas…- dijo con voz falsamente inocente mientras abría su bolso y sacaba unas latas de cerveza.

Sonreí, la primera vez que había probado alcohol había sido en la fiesta de Ted Wolski, en noveno grado, Eva había llevado una botella de ron que le había quitado a su padre, Freddy había sido el primero en caer rendido producto del alcohol, luego yo y por último Eva, por suerte esa noche me quedé en su casa, por lo que mi madre jamás se enteró de mi primera incursión en cosas “prohibidas”.

Eva nos lanzó una lata a mi y otra a Freddy. Nos sentamos en el piso de mi habitación, sobre la alfombra que tenía a los pies de mi cama, era una alfombra de piel, se la habían regalado a Ronald en uno de sus viajes a Perú, decían que era de piel de llama, un animal muy típico de esos lugares.

Cuando ya íbamos por la segunda lata recordé que había dejado el picadillo abajo y fui rápidamente por él, entre las conversaciones triviales y los desvaríos mentales de Eva me encontré realmente aliviada de todo lo ocurrido en aquella tarde; y mientras observaba como Freddy imitaba a la perfección el sonido de un babuino histérico y a Eva lanzarle maní como proyectil comprendí que era realmente afortunada en tener amigos como ellos, que hacían de mi vida algo más feliz, mas pleno, menos difícil de lidiar.

Cuando ya era casi media noche nos habíamos acabado las 9 latas de cerveza, sabía que al día siguiente me arrepentiría de haber bebido un día de semana, sin embargo por nada cambiaba la excelente noche que estaba pasando con mis mejores amigos.

- Por cierto…- dijo Freddy entrecerrando los ojos de manera dramática- Dieter me dijo que Dimitri Moskovits te trajo a casa hoy en la tarde.

Eva se atragantó con el maní luego de la bomba tirada por Freddy, miré a mi amigo y me sonrojé levemente, sabía que había estado esperando toda la noche para lanzar aquel comentario, podría habérselo dicho a Eva antes mientras estaban en su casa, pero no, lo había hecho cuando estábamos los tres, sabía que lo hacía para no perderse mi reacción.

Mientras Eva seguía tosiendo de manera histérica yo me encogí de hombros fingiendo indiferencia.

- Así es…- comenté mientras tomaba unas papas fritas y me las echaba a la boca- Eh… espera… ¿Desde cuando tú hablas con Dieter?-pregunté extrañada.

Freddy rió.

- Desde que lo salvé de un reprobado en Álgebra el año pasado- respondió- Y no cambies el tema…

- ¡Dimitri Moskovits te trajo a casa!- Eva chilló de manera melodramática, al parecer ya había dejado de atorarse con el maní, una parte de mi deseaba que tardase más en ponerse a chillar y a hablar sobre mis futuros planes de matrimonio con el chico nuevo- ¿Te das cuenta de lo que eso significa?- preguntó emocionada.

- ¿Qué sabe ya a quien pedirle los cuadernos cuando falte a clases?- pregunté.

Freddy rió y Eva negó con la cabeza.

- Es un gran paso ¡Boba!- se sentó a lo indio y tomó tres maníes y los puso en fila sobre la bandeja- Esta eres tú, este es Dimitri y esta es Cabot- explicó señalando los tres- y en este minuto la balanza te favorece porque eres compañera de trabajo de él en Literatura y además ya se ha ofrecido a traerte a casa- dijo juntando el maní “Header” con el maní “Dimitri”-…no estaría mal que en los próximos días Freddy me lleve sólo a mi y así tú te vas con él…

Bajé la mandíbula incrédula por las palabras de Eva.

- ¿Desde cuando he dicho yo que quiero algo con Dimitri Moskovits?

Eva bufó.

- Por favor, Heather… si yo fuese hétero créeme que querría a ese chico en mi cama… pero como no lo soy, me preocupo que mi mejor amiga se quede con él.

Me sonrojé, a veces Eva tenía una forma tan directa para expresarse.

- Pero a mi no me gusta él- mentí.

Observé los rostros incrédulos de mis dos interlocutores. Esta vez fue Freddy quien tomó la palabra.

- Te sonrojas cada vez que lo nombramos…

- En el almuerzo de hoy no le quitabas la vista de encima- añadió Eva.

- ¡Eh! Tú tampoco… - dije a la defensiva.

- Ya… pero parecía que tú te lo querías comer con la mirada… además yo solo estudiaba a tu competencia- replicó.

¿Competencia? ¿Desde cuando esto se había transformado en una competencia? Levanté mis manos como pidiendo tiempo muerto.

- Esperen, esperen… a mi no me gusta Dimitri Moskovits- repliqué tratando de sonar lo más convincente posible- es más, apenas lo conozco, no me puede gustar alguien del cual ni siquiera se su segundo nombre… además no me apetece que Cabot me agarre más odio aún y me quiera hacer la vida más imposible solo porque me vea cerca de su próximo ligue.

Eva se comió de manera especialmente violenta el maní que en teoría era Nicole Cabot y me miró con cara de pocos amigos.

Esa noche nos dormimos casi a las dos de la mañana, al día siguiente sabía que sería un problema levantarse a tiempo, pero me aseguré de poner dos despertadores, sabía que a Ronald no le apetecería saber que falté al instituto mientras él no estaba en casa.

Eva durmió conmigo y Freddy en la pieza de al lado. Mientras mi compañera ya parecía estar en su décima etapa de sueño yo aún me cabeceaba sobre todo lo ocurrido aquel día. Las discusiones con Lethar, la conversación con Dimitri, las conclusiones de mis amigos… el recuerdo de mi familia…

Me acurruqué bajo las tapas y cerré los ojos, la mirada profunda y algo escalofriante de Dimitri Moskovits fue lo último que vi esa noche.