domingo, 19 de abril de 2009

Capítulo dos: El guardián

Pensar en Lethar como mi ángel guardián ocupaba de seguro el top en la lista de cosas bizarras, es decir ¿Él? En primer lugar ¿Existen? De partida debía borrar de mi cabeza todas esas concepciones de ángeles dictadas por la cultura popular o los sabios pintores del Renacimiento, porque los ángeles- aunque Lethar odiaba que me refiriese con ese sustantivo a lo que él era- carecían por completo de toda esa aura “angelical” que les describen en todos los relatos que se habla de ellos, en primer lugar no llevan alas, según Lethar esa fue la invención de un humano que quería darles una apariencia más sobrenatural, ellos vuelan, es cierto, pero no necesitan de alas para hacerlo. En segundo lugar no llevan una aureola sobre la cabeza, es solo que al ser seres iluminados concentran su aura en una parte del cuerpo, y es muy brillante, me costó bastante imaginarlo, y de hecho hasta hoy me es difícil visualizarlo más que como un humano con una especie de cabeza-ampolleta reluciente.

- “Si pudieses ver auras entenderías de lo que hablo”.

- “Oh, perdóname todo poderoso, Lethar… he dejado ese super poder en casa, hoy se me han antojado los rayos x”

Aún recuerdo cuando fue la primera vez que lo vi, en el accidente, pero todo fue tan confuso en ese momento que me es difícil precisar, la oscuridad me rodeaba y sentía que era absorbida por algo que me tiraba desde el pecho hacia fuera, fue en ese instante en que sentí como era liberada de aquella angustiosa agonía que vi aparecer a Lethar por primera vez, una figura perfecta e irreal desdibujada como luz entra toda la oscuridad que me rodeaba.

- “Ven conmigo, Heather…”

- “No quiero.”

- “Debes venir…”

- “¡He dicho que no!”

Luego todo se fue a negro… lo siguiente que recuerdo es haber despertado en una camilla de hospital, y él se encontraba junto a mi, observándome con el ceño fruncido, y claramente frustrado por algo. Lo observé largo rato y él me sostuvo la mirada, como asegurándose que lo estaba mirando a él y no otra cosa. Traté de hablarle pero mi voz fue un tímido gemido. Fue en ese instante que se acercó a mi y me observó.

- “Estarás bien…”- dijo con su hermosa voz ronca.

Quería preguntarle quien era, pero mis cuerdas vocales parecían estar cerradas a pronunciar palabra.

- “Soy Lethar…”- respondió adivinando mis pensamientos- “ahora descansa…”

Desde que comprendí que él no era humano siempre ha sido muy reacio a responder mis preguntas, dice que no le esta permitido revelarme nada, porque en teoría yo ni siquiera tendría que verlo ni mucho menos hablar con él como lo hago, pero luego del accidente algo extraño pasó conmigo y soy capaz de verle y sentirle…

Lo único que me hace creer que Lethar es realmente un ser fuera de este mundo es su completa perfección y hermosura- y claro todas esas demostraciones a lo Criss Angel donde levita, desaparece, lee mentes y auras- pero carece por completo de un carácter “angelical”, de hecho si no fuese por sus “super poderes” me habría negado a creerle, y es que deja mucho que desear, Lethar no es de lo que me llena de palabras de aliento, es más, parece afanado en contradecir todos mis pensamientos, en hacerme enfadar y hacer el ridículo frente a otras personas, como cuando me di cuenta que caminaba y hablaba en voz alta y las personas en la calle me miraban con cara de pena al creerme loca. Es por eso que creo que el resto de las personas son muy afortunadas en no ver a sus “guardianes”- que es como él se autodenomina- ya que si todos son como Lethar creo que se han librado de algo bastante odioso.

Le he preguntado muchas veces por mis padres y hermanos… se supone que Lethar sabe muchas cosas, pero dice que le esta prohibido decirme algo, de hecho ni siquiera le esta permitido tener real incidencia en mi vida, los guardianes no pueden tomar las decisiones por uno, solo se encargan de velar dentro de sus marcos por tu bienestar y su misión más importante es “ayudarte” en el minuto que mueres…

Es por eso que yo pude ver a Lethar, en el accidente yo estuve a punto de morir, en realidad era lo que tendría que haber pasado, pero por alguna extraña razón que ni siquiera él sabe explicar yo me negué a esa opción y volví…

“Eres terca incluso en eso, Heather”

El día siguiente que mi tío se fuese y me dejase a cargo de la casa me desperté de buen ánimo, Ronald había llamado muy temprano en la mañana para preguntar como iba todo, le deseé buena suerte en su charla y aseguré que todo estaba bien, de todas formas no podía haber pasado mucho si aún no transcurrían ni 24 horas desde que se había ido. Mientras tomaba desayuno Lethar apareció sentado sobre uno de los mesones de la cocina, esta vez vestía un pantalón de tela color beige y una polera azul oscuro.

Esa era otra cosa con la cual no terminaba de acostumbrarme, los ángeles no vestían túnicas ni telas a la usanza de los romanos de los tiempos de Vespasiano, no, los guardianes vestían como se les daba la gana y Lethar lo hacía como si fuese un adolescente, es más, estaba segura que si aparecía por mi escuela pasaría desapercibido como un estudiante de instituto cualquiera, claro que estaba claro que su facha y porte no pasaría desapercibido para nadie.

- ¿Zapatillas Nike? ¿Desde cuando tú usas Nike?- le pregunté mientras mezclaba los cereales con la leche.

- Desde que vi a Thierry Henry usarlas- respondió encogiéndose de hombros.

No tenía idea quien era Thierry Henry pero no quise preguntar, generalmente él disfrutaba eso de saber más que yo, lo cual era completamente alterante, ¿Cómo no iba a saber más que yo considerando que él ha vivido desde… siempre?

- Hoy también te tengo que dejar…- comentó mientras se acercaba a mi y se sentaba en la mesa de la cocina.

Alcé la vista y recordé el incidente del día anterior durante la clase de Historia, Lethar andaba en algo muy raro, y tarde o temprano tendría que decírmelo, seguía sin gustarme su extraña actitud con Dimitri Moskovits, fue realmente como si… lo detestara… Y tenía entendido que ellos no debían odiar a ningún humano… es más sólo deben preocuparse por el humano al que fueron encomendados.

- ¿Tienen convención de ángeles o algo así?- pregunté burlona.

Me miró y articuló una pose por completo desentendida, se levantó de la mesa y me desordenó el cabello como siempre lo hacía.

- Si me necesitas solo llámame…

Claro, cualquiera pensaría que eso significaba llamarle a su celular, Lethar tenía esa curiosa manera de hacer parecer todo como si fuese muy normal, como si fuese por completo natural el que él fuese mi “guardián” y yo la terca humana que se negó a morir…

Como siempre Freddy pasó a buscarme a casa luego de pasar por Eva, mi queridísima amiga vestía esta vez completamente de negro y sintonizaba la radio que tocaba justo una canción de Rage Against the Machine, los parlantes del auto hacían estremecer el Volkswagen.

- ¡ARRANCA!- gritó Eva mientras apoyaba los pies sobre la guantera del auto- La rana de inspector no nos dejará entrar si llegamos atrasados…- se volteó hacia mi- ¿Qué quería Ronald?-preguntó Eva.

Lo que me recordó que aún no les comentaba sobre eso.

- Estoy sola en casa, Ronald se ha ido a dar una serie de conferencias a Brown…- respondí por sobre el estruendo de de la música.

Freddy le bajó a los parlantes y Eva me miró maravillada.

- ¡Genial! Le diré a mi madre si puedo quedarme estos días contigo…

Le sonreí y es que realmente deseaba tener más compañía, necesitaba sentirme un poco más normal y charlar con alguien que pudiese ser visto no solo por mi y que no me sorprendiera apareciéndose de la nada.

- ¿Hasta cuando estarás sola?- preguntó Freddy.

- Hasta el viernes…- respondí- podrías quedarte en casa también… hay habitaciones suficientes…

Nuestra relación de amistad con Freddy era tan abierta que no teníamos problemas en dormir en las casas de cualquiera de los tres, muchos molestaban a Freddy al decir que era el último gay formando el trío, pero Eva y yo sabíamos que no era así, es más, Freddy estaba coladísimo por la hermana de la antigua novia de Eva, pero la chica parecía considerar a mi amigo como parte del papel tapiz y es que pasaba olímpicamente de él.

Cuando nos dimos cuenta que quedaban pocos minutos para entrar a clases Freddy demostró su pericia de buen conductor y comenzó a conducir velozmente, inconcientemente me aferré a la manilla de mi asiento, era un efecto reflejo que tenía desde que había ocurrido el accidente, me esforcé por estar tranquila mientras escuchaba a Eva cantar trozos de Bulls on Parade y palmear sus muslos al ritmo de la canción. No tardamos demasiado en llegar al instituto, pero tal como lo había señalado Eva llegamos justo a tiempo antes que la Rana nos dejase afuera, así le llamábamos y es que su apariencia dejaba en claro que de seguro algún antepasado del inspector Johnson se había liado con un anfibio.

Nos separamos los tres en distintas direcciones, teníamos la mala suerte que coincidíamos en muy pocas clases, con Eva en Física, Química y Deportes y con Freddy solo en Inglés. A primera hora del martes tenía Literatura, el timbre sonó y me apresuré a alcanzar la sala, entré corriendo y me dirigí sin escala hacia el último asiento, tal como lo había hecho en Historia, me senté mientras seguía respirando entrecortadamente debido a la corta carrera que había hecho, me recordé mentalmente que debía dejar de ser tan vaga en clases de Deportes y mejorar mi estado físico. Al segundo de haber recuperado un poco mi ritmo cardiaco la sala se llenó de alumnos y entró la profesora Travis, y tras ella Dimitri Moskovits, inmediatamente me sentí incómoda al saber que compartía otra clase con él, miré hacia mi alrededor tasando los puestos disponibles para sentarse mientras observaba como todas las chicas se quedaban mirándole esperanzadas que él fuese su compañero de asiento, sin embargo Dimitri continuó caminando por completo ajeno a las miradas del resto, y para mi terror parecía que venía directamente a sentarse conmigo.

Me acomodé en la silla nerviosa y comencé a golpear la mesa insistentemente con los dedos mientras me esforzaba por mirar hacia la ventana, o a cualquier lugar menos a él.

- ¿Esta ocupado?

Mi corazón comenzó a bombear de manera casi ridícula, su voz era ronca e hipnótica y me estaba hablando a mi, desvié mi vista y cometí la estupidez de mirarlo directamente a los ojos. Craso error, nuevamente el líquido muy frío bajaba por mi columna vertebral. Sus ojos eran de un azul muy oscuro, como cuando observas un mar tormentoso, como los inviernos aquí en Portland. Sus cejas oscuras, su cabello desordenado pero hasta aquel detalle parecía perfectamente cuadrado. Era perfecto.

Me percaté que esperaba mi respuesta, me aclaré la garganta mientras bajaba la vista fingiendo buscar algo en mi bolso.

- No, puedes sentarte si quieres…- respondí finalmente.

Se sentó mientras yo me afanaba en sacar mi cuaderno y un lápiz, continué fingiendo que buscaba algo en el fondo de mi mochila; cuando comprendí que ya estaba comportándome de manera demasiado idiota dejé la mochila en el suelo y abrí mi cuaderno, preocupada de no desviar mi vista de la hoja en blanco de mi cuaderno.

- “Que empiece, que empiece, que empiece”- Rogaba mentalmente porque Travis dejase de hacer lo que estuviese haciendo en su escritorio y se dispusiese de una buena vez a comenzar la maldita clase.

Por escasos segundos tuve la tentación de llamar a Lethar, pero me contuve cuando dimensioné que realmente me estaba comportando como una maniaca, es decir ¿Qué tenía de malo que el chico nuevo fuese mi compañero de banco? Recordé la reacción de mi guardián y decidí que llamarlo precisamente en ese instante no era una buena idea, no si pretendía pasar la clase de Literatura prestando atención y no soportando un nuevo ataque de exasperación por parte de él contra el chico ruso.

- Soy Dimitri...

“Lo se”.

Es decir, ¿cómo no saberlo si de lo único que se hablaba era de él? Esperen un momento, ¿Por qué la próxima conquista de Nicole Cabot me hablaba? ¿Qué acaso no le previó que no debía hablar conmigo? ¿No le dijo que yo era una maniaca que hablaba sola, homosexual y pertenecía al grupo de los omega de la escuela? Los Omega éramos los últimos en el rango de todo, los Alfa, como Nicole y Denisse eran quienes debían estar hablando con chicos como él.

-¿No me dirás tu nombre?

Me sonrojé al percatarme que me había ido en mis propios pensamientos mientras él había quedado esperando una respuesta de mi parte, lo miré por escasos segundos y volví a quedarme presa de su mirada mientras la sensación de vértigo se repetía de igual forma que el día anterior. ¿Qué me estaba ocurriendo?

- Lo siento…- repliqué avergonzada- soy Heather…- dije mientras trataba de articular una sonrisa aunque fue más una mueca, estaba segura; imaginé que Eva se burlaría toda la tarde de mi al saber que me estaba comportando como una retrasada social con el famoso chico nuevo.

Asintió con la cabeza en silencio mientras abría su cuaderno, yo aproveché de observarle de reojo. En ese instante la profesora Travis se levantó de su escritorio y comenzó a repartir libros entre los bancos.

- Este año nos dedicaremos a la lectura de algunos clásicos, comenzaremos con “Los Miserables” de Victor Hugo- comentó mientras repartía los libros, le tendió un ejemplar a Dimitri quien lo tomó en silencio.

- ¿Debemos compartirlo?- pregunté, sentí la mirada de él fija en mi pero me esforcé en no dejar de mirar a Travis.

- Si… trabajarán en pares…

Tragué saliva en grueso. Definitivamente la confabulación cósmica estaba en mi contra, de todas las clases justamente tenía que compartir esa conmigo, sentarse junto a mi – habiendo otros puestos disponibles- y además debíamos trabajar juntos; al paso que iba con mis repentinos malestares cada vez que Dimitri Moskovits estaba cerca me hacía pensar que no sobreviviría hasta el final de la hora.

- Deben leer el primer capítulo y hacer un resumen de él, luego un comentario desde la perspectiva…

Dimitri me tendió el libro y yo lo tomé, perdiendo instantáneamente el hilo de lo que hablaba la maestra Travis.

-Es relativo- comentó.

- ¿Eh?- dije confusa mientras lo observaba, era algo extraño, la sensación de sentirme al borde de un precipicio no se iba pero su voz me producía un extraño magnetismo y había algo en él que se me hacía familiar en cierta manera y quería continuar escuchándolo.

No pasó desapercibido para mi que su acento carecía por completo de esa fonética rusa típica, según lo que me había dicho Cassie en Biología sólo había vivido tres años en Londres, no era el tiempo suficiente para hablar un inglés tan perfecto… ¿o si?

- El libro…- respondió mientras apoyaba su brazo en la mesa y giraba un poco su cuerpo en mi dirección- ¿Lo has leído?

Solo había visto la película, pero no iba a fingir que me lo había leído ya que al parecer él si conocía el libro y no quería hacer el ridículo.

- No- respondí con franqueza, aunque omití la parte que había visto la película, me parecía que quedaría como la típica niñata que en vez de leerse los libros se iba directamente a lo fácil. Por alguna extraña razón no quería quedar como una idiota frente a él, y era extraño porque generalmente me importaba un pepino lo que pensaran de mi.

- La temática básicamente dicta que cualquiera puede cambiar su naturaleza si así lo quiere… y si se le da la oportunidad…

Mis ojos volvieron a encontrar los suyos, definitivamente eran de un color profundo y cautivante, un azul oscuro, muy oscuro… esta vez no sentí lo mismo que las otras veces, pero los pelos de mi nuca se erizaron levemente.

- Que si alguien ha sido malo durante su vida o ha cometido errores puede remediarlos…- comentó finalmente.

- Oh… pues yo creo que no todos los errores pueden remediarse…- señalé mientras desviaba la mirada hacia mi cuaderno y comenzaba a dibujar círculos en él.

- ¿Por qué no?-preguntó él.

El lápiz se quedó estático en mi mano, no pensé que preguntaría más allá sobre lo que yo pensaba por lo que tardé unos segundos en ordenar mi cabeza, lo cual era bastante difícil sobre todo porque sentía la potente fuerza de su mirada sobre mi.

- Porque hay errores que simplemente no tienen remedio y debes pagar por ellos… así como hay cosas que no se pueden perdonar o cambiar…

Yo no me perdonaría jamás la muerte de mi familia, había sido mi culpa, yo y mis malditos caprichos de adolescente, había sido yo la que había insistido hasta el cansancio que quería alejarme de Portland, abandonar el estado de Maine y visitar Nueva York, y mis padres habían querido darme la sorpresa…

El carcajeó por lo bajo, fue entre irónico y algo soberbio- o al menos eso interpreté yo- lo observé y confirmé con culpabilidad que con esa leve sonrisa era más atractivo aún. Dimitri parecía un modelo de revista de modas y no un estudiante de preparatoria.

- Tienes razón- comentó luego de unos segundos- hay errores que se deben pagar…- comentó.

Abrí el libro en el capítulo uno y miré a mi compañero de trabajo.

- Tengo una idea… ¿Qué te parece que leas el primer capítulo mientras yo, que ya he leído el libro, hago el resumen? Luego podremos hacer juntos el análisis estético de los personajes y la ficha técnica que pidieron.

Asentí en silencio, acepté más que nada porque eso significaría estar ocupada con algo y así poder evitar al máximo una conversación con él, había comprobado que Dimitri irradiaba un cierto magnetismo y eso me producía una sensación inefable, y en cierto modo me asustaba, lo más extraño de todo es que seguía sintiendo algo familiar en él...

Comencé la lectura del capítulo en silencio, apoyé mi cabeza sobre el brazo flectado que había posado sobe la mesa, y a los pocos segundos todo a mi alrededor había desaparecido entre las hojas del libro, a ratos me parecía que la sensación de vértigo se intensificaba pero luchaba por ignorarla mientras mi mente se llenaba de imágenes de Jean Valjean vestido como fugitivo tal como lo había visto en la película.

Cuando estaba apunto de terminar el capítulo sentí la presencia de Lethar, levanté la cabeza y lo observé mirando fijamente a mi compañero de asiento.

- ¿Qué es lo que haces Heather?- preguntó en un tono de voz claramente exasperado.

Volvía a estar enfadado como el día anterior y la causa volvía a ser la misma, lo observé sin entender y arrugué el ceño, tenía unas enormes ganas de mandarlo al carajo pero quedaba claro que si el resto de la clase me veía gritarle improperios a la pared sería el fin de mi vida como ser humano normal y terminaría probablemente en algún psiquiátrico perdido de la periferia; así que me decidí por lo “fácil”, ignorarlo.

- ¿Ya has terminado?- preguntó mi compañero de banco.

- Casi…- respondí mientras tomaba el libro para leer la última página que me quedaba.

Vi de reojo a Lethar que se acercaba hasta situarse frente a mi mesa, sin siquiera mirarlo directamente sabía que su ceño volvía a estar fruncido y de seguro sus ojos casi celestes, me miraban con claro reproche.

- Te he hecho una pregunta, Heather.

- “Y no la responderé”.

¿Tenía que aparecer justo en ese momento a hacer el show de maniaco del día? Miré de reojo a Dimitri pero él parecía muy concentrado en lo suyo. Tomé mi lápiz y escribí en mi cuaderno en letra pequeña: “Ahora no, hablaremos luego”.

Lethar bufó al leer aquello, otra de sus grandes frustraciones es que no podía acceder a mis pensamientos completamente, tenía el poder de comunicarse telepáticamente conmigo pero no era capaz de entrar a mis pensamientos, es decir podía escuchar la voz de Lethar en mi cabeza pero no así yo con él, ese era otro detalle que tanto él como yo inferimos que fue producto del accidente, ya que antes del suceso para Lethar mi mente era tan abierta como la de cualquier otro humano, pero luego de éste la única forma de saber lo que pensaba era a través de conversaciones en voz alta.

Mi guardián comenzó a pasearse por la sala de manera frenética y por más que traté de concentrarme no pude, sobre todo porque era completamente anti natural fingir que nada pasaba cuando él se paseaba como un lunático por la sala, soltando frases ininteligibles y observando fijamente a mi compañero de banco.

- Ya he terminado- mentí, y es que me había sido imposible leer más de dos líneas sin que Lethar desviara mi atención hacia él.

Comenzamos a hacer el resto de las actividades dadas por Travis, estaba apunto de ir a golpear a Lethar pero me obligaba a prestar atención a las palabras de Dimitri.

- Estas nerviosa…

No era una pregunta, era una constatación, ese comentario fue sucedido por un inmenso bufido por parte de mi guardián, miré a Dimitri y sin poder controlarlo me sonrojé.

- No me siento del todo bien…- repliqué, y en parte era cierto.

Dimitri me miró fijamente, no supe por cuanto tiempo sus profundos ojos sostuvieron la mirada de los míos, para finalmente volver a mirar a su cuaderno, frustrado.

- Deberías salir…- comentó mientras observaba el resto de la sala- yo puedo terminar esto por los dos…

- No… no te preocupes.

- ¡Al fin dices algo sensato!- estallo Lethar en un grito de exagerado júbilo mientras apuntaba con los brazos de manera dramática a mi compañero de banco, solo que yo fui la única de la sala que lo observó con ganas de asesinarlo- Salgamos de aquí, Heather.

- Vete al infierno…- susurré bajo.

- ¿Cómo?- Dimitri me miró confundido.

Esta vez me sonrojé por completo, estaba segura que mi cara era la réplica perfecta de un semáforo en rojo.

- Nada, nada- aclaré rápidamente-¿Qué nos queda?

El resto de la clase nos dedicamos a terminar el trabajo, me negué a abandonar la sala y con mucho esfuerzo mental me dediqué a ignorar a Lethar. Cuando por fin tocaron el timbre yo estaba apunto de sufrir un colapso, por un lado tratando de no embobarme cada vez que mi compañero de asiento me miraba, por otro lado fingiendo no escuchar al maniático que tenía por ángel guardián. Dimitri se levantó de su asiento, su manera de moverse era extremadamente distinguida y elegante, pensé que tal vez fuese pariente de alguna casa real europea y estuviese de encubierto en Portland sólo para vivir una vida normal.

- “Deja las series juveniles, Heather”- me dije a mi misma mientras rodaba los ojos.

- Le llevaré el trabajo a Travis, quédate con el libro tú, mañana continuaremos siendo pareja ¿no?

Abrí la boca como un pez y asentí como una idiota, no esperaba esa pregunta de su parte, es más, por la manera absolutamente retardada que me había comportado estaba segura que lo primero que haría él sería pedir un cambio de su compañera de trabajo.

- Hasta entonces, Heather…- se despidió él mientras tomaba su mochila y la colgaba a su hombro.

Por muy estúpido que fuese, pero me parecía que hasta mi nombre sonaba bonito dicho por él. Creo que me estaba pasando… esa repentina fascinación por Dimitri Moskovitz estaba siendo algo realmente preocupante. La sala se desocupó con rapidez, Lethar seguía moviéndose como un desquiciado y parecía realmente apunto de explotar, yo fingía ordenar las cosas en mi mochila, solo cuando el último alumno abandonó la sala me permití mirarlo directamente a los ojos.

- ¿Me puedes explicar por qué te comportas como un completo maniaco cada vez que ves a Dimitri Moskovits?- pregunté deseando que acabara de mirarme como si hubiese hecho algo malo.

- Aléjate de él- fue todo lo que respondió.

Bufé con enfado y me crucé de brazos absolutamente sorprendida por sus palabras.

- Y supongo que tienes una razón muy poderosa para eso ¿no?- dije mordaz.

- Por supuesto que la tengo…

- ¿Y cual es esa poderosa razón?- pregunté irónica.

En un parpadeo Lethar se encontraba parado frente a mi, con su rostro a escasos centímetros del mío, sus ojos parecían centellear, creo que jamás lo había visto tan enfadado por algo.

- Basta con que te lo diga yo…

- Pues resulta que no basta… es mi compañero en Literatura y no me alejaré de él si no me das razones válidas para ello.

Me miró fastidiado y se pasó la mano por el cabello en un gesto de desesperación.

- Estas siendo por completo irracional, Heather…

Tomé mi mochila dispuesta a salir y acabar con esa conversación, me percaté que el libro de Los Miserables seguía sobre el mesón, lo tomé bruscamente y me dirigí hacia la salida.

Me detuve en la puerta.

- Eva se quedará en casa esta noche, no quiero verte hoy, no te aparezcas- comenté antes de abandonar la sala y cerrar con un portazo.

Mientras caminaba por el pasillo aún enfada y contrariada por mi discusión con Lethar, miré el libro que seguía en mis manos, lo abrí cuando distinguí una hoja de cuaderno entre las páginas, al desdoblarla me quedé asombrada al ver su contenido, dibujada con completa precisión estaba yo en la mitad del papel, en la pose exacta que había adoptado mientras leía el primer capítulo, instantáneamente mi corazón comenzó a palpitar con rapidez mientras observaba cada detalle de mi propio retrato.

Doblé la hoja con el dibujo y la volví a guardar en el libro, mientras sentía algo muy parecido a … ¿felicidad? Dimitri Moskovits se había sentado junto a mi, habíamos hablado y me había hecho un retrato… En ese instante comprendí que dijese lo que dijese Lethar no le escucharía, si quería acercarme a Dimitri, lo haría.

4 comentarios:

  1. Cro que basta decir que me ha re encantado!!!!!
    Amo a Dimitri!!!x3
    Lethar es un amor... hasta cierto punto ¬¬
    y Freddy... Freddy es Freddy :P

    Ya quiero el capitulo 3 !!!!!!!!!!

    ok, mejor me retiro
    bye, y sigue pronto! ^^ (no es una sujerencia)

    ResponderEliminar
  2. "y es que su apariencia dejaba en claro que de seguro algún antepasado del inspector Johnson se había liado con un anfibio" xDDDDDD eso realmente me a hecho reir un buen rato

    Ni que decir Dimitri cada vez me llama mas la atencion, porque le produce esos ataques a Heater?

    Lethar puedo imaginarmelo perfectamente, es realmente genial, yo quiero uno T_T

    Espero con ansias el capitulo 3, siguelo pronto talento como el tuyo debe ser explotado asi que no se te ocurra dejar de escribir ^^

    ResponderEliminar
  3. Esto de los dos chicos no se me hace dificil: Lethar.
    Lethar, Lethar, Lethar...incluso el nombre me encanta y no tengo por qué ocultarlo.
    A decir verdad su hermetismo me saca de mis casillas pero...hey, cuando se suelte la bomba seguro será increible.

    Seguiré leyendo ;)

    ResponderEliminar
  4. me ha encantadO!
    estoy completamente aptrapada!

    ResponderEliminar