domingo, 19 de abril de 2009

Capítulo uno: Primer día

Suspiré y miré por milésima vez las agujas del reloj de pared, parecían avanzar tan angustiosamente lentas que en un minuto vi que incluso se movían en sentido contrario, pestañeé varias veces, enfocando la vista en mi objetivo mientras mentalmente les ordenaba avanzar más rápido. Un codazo en mis costillas hizo que desviara la mirada hacia el costado, Eva, a mi lado tenía la cara que ella misma denominaba “drogadicta en rehabilitación”, la pintura negra de sus ojos estaba corrida producto de todas las veces que se había restregado en un intento inútil de no entrar en el ambiente soporífero de la clase, y es que las clases de Física con el señor Reynolds eran sinónimo de aburrimiento garantizado.

- Podría fingir que me desmayo y así tú me llevas a la enfermería…- susurró cerca de mi oreja, me reí, le golpeé levemente el brazo mientras me reincorporaba un poco en mi asiento y tomaba la guía de ejercicios, fingiendo revisarla.

Volví a observar a mi compañera de asiento, Eva no hacía ningún esfuerzo por aparentar estar interesada en la clase, es más, su pose desparramada sobre el banco reclamaba a gritos un llamado de atención de Reynolds, pero el viejo- que tenía la misma apariencia que un lobo marino senil- parecía muy ocupado revisando la calendarización anual mientras se conformaba con esperar que hiciésemos una larguísima guía de repaso del año anterior, era el primer día de clases y ya nos llenaban de trabajo que hacer.

- Hoy me haré otro piercing… ¿Me acompañarás, cierto?

La miré y alcé una ceja.

Si contábamos el que se haría esa misma tarde, Eva tendría ya su doceavo piercing, siempre me había llamado la atención esa manía suya por perforarse por todos lados, que combinada a su vestimenta punki y su cabello teñido de un color rojo furioso daba la imagen perfecta de la clase de chica que ningún padre quiere ver cerca de sus hijos…

- “Pero tú ya no tienes padres, Heather…” – dijo mi voz interior automáticamente.

Arrugué el ceño y apreté los labios, eso era cierto, hacía casi un año había dejado de tener padres, y hermanos… y había sido el término de mi vida en muchas cosas… y había sido el inicio de muchas otras.

Tardé en darme cuenta que Eva continuaba hablándome, moví la cabeza lentamente fingiendo escucharla, y es que solía ensalzarse en conversaciones sobre piercings y tatuajes como ninguna otra, aunque me conocía y sabía que yo sufría un especial rechazo por todo lo que incluyese agujas de por medio, es por eso que jamás me había hecho perforaciones, ni siquiera tenía el agujero normal en las orejas, ese que te hacen al nacer, mis padres en su típico estilo liberal decidieron que no me los harían; la primera vez que me di cuenta que no los llevaba fue cuando entré a la escuela, yo era la única niña sin aretes en las orejas, cuando llegué a casa y se lo comenté a mi madre, ella respondió con su típica voz cantarina y cálida, “Queríamos que tú tomases la decisión de llevar o no aretes, Heather… cuando quieras podrás hacértelos, cariño”.

Y habían pasado 10 años de esa conversación y mis orejas seguían impolutas.

- ¿Me acompañarás?- volvió a preguntar Eva- lo prometiste- añadió mientras me miraba de aquella manera que utilizaba sólo cuando quería ser especialmente persuasiva.

- “¿No pretendías ir al cementerio hoy, Heather?”- esta vez ya no era mi voz…

Volví a apretar los labios y por segundos volví a mirar las guías. Maldito entrometido.

- “Cállate”- miré a Eva- claro… podemos decirle a Freddy… así vamos en su auto- susurré.

Volví a mirar el reloj de la pared, faltaban solo gloriosos 4 minutos para que terminase la primera clase que llevaba del año y ya estaba desesperada por abandonar aquella aula y respirar algo de aire puro, no se me daban bien los lugares cerrados, y mi ligera claustrofobia se había acentuado luego del accidente.

Por suerte para mi, Reynolds parecía tan desesperado como nosotros por terminar la clase, por lo que nos dejó de salir antes que tocasen el timbre, rápidamente tomé mi mochila y me dirigí hacia la salida junto a Eva, en el apuro por alcanzar la puerta choqué accidentalmente con la mesa de Nicole Cabot, quien justo se levantaba de su asiento moviendo su inmaculado y perfecto cabello caoba.

- Pero si son las adorables lesbianas- nos saludó con una sonrisa por completo falsa- ¿Qué tal el verano? ¿Muchos atardeceres junto al mar?

Sus palabras fueron seguidas del coro de risitas del resto de sus amigas. Yo seguí caminando, ignorándola, no fue necesario voltearme para saber que Eva les había hecho un gesto obsceno con la mano antes de salir. Había sido Nicole Cabot y todo su séquito quienes se encargaron de esparcir el rumor que Eva y yo éramos lesbianas, lanzándonos directamente al grupo de rechazados de la escuela, realmente no me interesaba, Eva era mi mejor amiga desde que había llegado a la remota ciudad de Portland en Maine, cuando tenía 11 años, tocó la suerte de ser vecinas e inmediatamente nos habíamos hecho amigas, cosa extraña dado lo diferentes y absolutamente opuestas que éramos, en cierta forma conformábamos el complemento de la otra, lo que nos hacía tener una amistad muy diversa, todo lo que ella aportaba en locura y desenfreno yo lo equilibraba con mi temperamento, Eva siempre decía que habíamos sido destinadas a conocernos, y creo que pensaba igual que ella.

No fue hasta hace poco más de un año que Eva me confesó que le gustaban las chicas, y yo no tuve problemas con ello, la quería demasiado y jamás iba a alejarla por ello, el “problema” se presentó cuando a las semanas el resto de la escuela se enteró, y Nicole esparció el rumor que yo era su novia , nunca iba a olvidar como Eva apareció a las 3 de la mañana golpeando mi ventana solo para decirme que dejaría de juntarse conmigo para no perjudicarme, creo que esa ha sido la única vez que me he enfurecido con ella, no podía creer que ella creyese que yo era tan superficial como para terminar una amistad de años solo por eso, al contrario, creo que esa noche fue cuando ambas dimensionamos lo importante que era esa amistad para ambas.

- Un día Nicole Cabot terminará con su nariz destrozada por mi puño- comentó Eva mientras caminábamos por el pasillo, en ese instante sonó el timbre y rápidamente nos vimos rodeadas por un mar de estudiantes que abandonaban presurosos la primera hora de clases del año.

- No pierdas tu tiempo con ella- comenté mientras pasábamos bajo el letrero de “Bienvenidos alumnos”.

Caminamos hasta salir al patio que estaba junto a las oficinas de dirección, alcanzamos una banca y ambas nos sentamos bajo un tímido sol, Maine no era una ciudad que se caracterizara por un sol radiante, es más, la tónica del lugar eran los días grises y mucha niebla…

Sentí unas manos tapándome los ojos y sonreí. Sentí un cosquilleo de respiración cerca de mi oreja izquierda y el aroma particular de un perfume de hombre inundó mi nariz.

- Hola Freddy- escuché la voz de mi amiga en un tono burlón, me reí y tomé las manos de él para poder verlo.

- Siempre arruinas todo, Eva- replicó el aludido, antes de sentarse junto a mi en la banca.

- Como si Heather no supiera que eres tú…- dijo ella mientras se tapaba la cabeza con la capucha de su polerón.

- ¿Irás con nosotros a Lyon? Eva quiere perforarse…- comenté yo.

- Claro... siempre es un gusto ver a la mujer colador con un nuevo agujero- comentó Freddy mientras alzaba la mano y destapaba la cabeza de ella.

Me reí junto con él. Eva nos golpeó un chape a ambos y se levantó de la banca mientras nos sacaba la lengua.

- Par de engendros los veo luego… tengo Artes…- dijo mientras se iba al interior del edificio- ¡No me extrañen! Y Freddy, procura que Heather no se pierda en los pasillos- comentó con burla.

Me reí irónicamente, Freddy y Eva no se cansaban de recordar mi incidente de noveno grado cuando me perdí en mi propia escuela y no fui capaz de encontrar la clase de Historia ¿Y qué? No creo ser la única que ha despertado demasiado despistada como para saber donde esta parada.

- ¿Vamos luego a mi casa? Te quiero mostrar la guitarra que compré en Nueva York en las vacaciones…

Freddy era mi otro gran amigo en la escuela, él y Eva eran los únicos seres humanos con los que había logrado establecer una amistad, pero con ellos era suficiente, Freddy era el mejor chico que podía conocer, era fanático de la guitarra y tenía un grupo donde además era vocalista, eran muy buenos, aunque aún seguían siendo banda de garage, tenia la esperanza que pronto lograran ser reconocidos por su talento.

Luego de programar lo que haríamos en la tarde después de clase nos separamos en uno de los pasillos, Freddy tenía álgebra y yo me dirigí hacia la sala de Historia, quedaba en el segundo piso, por lo que apuré el paso para no retrasarme; por suerte cuando llegué aún no aparecía el profesor, me dirigí inmediatamente al último asiento de la sala, el que daba a la ventana, desde siempre ese había sido mi rincón, me pertenecía casi por derecho, me gustaba porque me permitía ver los exteriores de la escuela y olvidar por instantes que me encontraba en una caja de cemento, además podía tener mi propia libertad puesto que nunca nadie se sentaba junto a mi, sentarse junto a la lesbiana huérfana no era un paso a seguir si querías ser alguien en el instituto.

La sala se fue llenando poco a poco y el señor Green apareció portando su ya usual maletín de cuero desgastado, observé al viejo y sonreí levemente, Green era el único de mis profesores que realmente me agradaba, parecía ser realmente amante de su profesión y eso me agradaba, además su apariencia de viejo culto, como sacado de esos círculos de literatos del siglo XIX era atrayente.

- Buen día, alumnos…- comenzó a observar nuestros rostros y por segundos me pareció que me dedicaba una leve sonrisa al cruzar mi mirada.

En ese instante Nicole Cabot entró a la sala haciendo desplante de su presencia como si caminase en una pasarela y no en una sala escolar. Sin siquiera pedir disculpas por su retraso pasó directamente a sentarse al asiento paralelo a mi pero en la corrida de al lado, también sola; miré el puesto vacío junto a mi y bufé burlona, Nicole era capaz de raparse la cabeza antes de sentarse conmigo. Saqué el libro de Historia y mi cuaderno, ignorando mi alrededor, como siempre.

- “Habías dicho que verías a tus padres hoy…”.

Bufé y abrí mi libro de golpe, pasé las hojas al azar y fingí estar muy interesada en la lectura del título del primer capítulo.

- “Sabes que no puedes ignorarme, Heather…”.

- “Si que puedo”.

En ese instante la puerta del salón se abrió y una ráfaga de viento cruzó el salón desde la ventana junto a mi, volteando por si solas las hojas de mi libro, levanté la vista y por segundos observé que toda la clase seguía con la mirada al chico que acababa de entrar, repentinamente el salón estaba en silencio, todos observando al chico de cabello oscuro, tez muy blanca y de porte atlético, y cierto aire aristocrático- según lo que yo percibí- él completamente ajeno al magnetismo de todos puesto en su persona se acercó a la mesa del señor Green y le tendió un papel.

- ¡Oh!- incluso el maestro parecía algo sorprendido al minuto de tomar la nota- Señor… Moskovits, adelante, pase a algún asiento libre y bienvenido.

El chico, cuyo apellido dejaba en claro que era extranjero asintió en silencio y comenzó a caminar por el pasillo hacia el final de la sala, repentinamente me sentí muy nerviosa, levanté la vista levemente y por escasos dos segundos crucé la mirada con él, sentí como algo muy frío bajaba desde mi nuca por toda mi columna vertebral. Tragué saliva en seco y bajé la mirada rápidamente, podía sentir el palpitar de mi corazón claro en mis oídos y un fugaz malestar me poseyó, en muestra de mi total estupidez volví a levantar la vista hacia él, estaba casi llegando a sentarse junto a mi, sin embargo solo miró mi puesto y se sentó junto a Nicole, quien no perdió el tiempo al presentarse inmediatamente con el chico nuevo, moviendo su cabello de un lado hacia otro. Yo aún podía sentir esa sensación extraña bajar por mi espalda y mi corazón seguía latiendo de manera demasiado rápida.

- ¿Que fue eso, Heather?

Esta vez la voz no sonó dentro de mi cabeza, si no que fue alta y clara, pegué un leve respingo y miré hacia la silla junto a mi, ya no estaba vacía, estaba él, y me miraba fijamente con sus ojos azules, casi celestes, y profundos. Reprimí las palabrotas que tenía en la punta de la lengua y volví a mirar mi cuaderno, sentí el tacto de unas manos muy tibias en mi mentón, obligándome a voltear, giré la cabeza y lo observé algo ofuscada, él sabía que odiaba que apareciese así y que me obligase a hablarle cuando era obvio que no lo haría, es decir ¿Qué diría la gente si me ve hablando sola?

Porque si, solo yo podía verlo, desde que había despertado en la camilla de hospital luego del fatal accidente me había encontrado con ese extraño y hermoso chico junto a mi, cabellos dorados, ojos azules muy claros, alto y perfecto. Tardé varios días en darme cuenta que solo yo lo veía, luego que las enfermeras insistieran rotundamente que nadie aparte de mi tío Ronald había visitado mi habitación en el hospital.

En ese instante le vi mirar hacia donde estaba Nicole con el chico nuevo, se volteó bruscamente mirándome con el ceño fruncido y hasta parecía enfadado.

- ¿Quién es él, Heather?

Volvía a hablarme y volvía a ser la única que lo escuchaba, miré hacia la fila de al lado, Nicole no paraba de hablarle pero me parecía que el chico prestaba poca atención a sus palabras, es más- probablemente era mi paranoia- pero me parecía que él estaba ligeramente inclinado hacia donde estábamos yo y él.

- No lo se…- susurré bajito.

Mi interlocutor parecía realmente enfadado, volvió a mirar hacia el lado y chasqueó la lengua, yo observaba su repentino ataque de furia sin entender, y es que me era imposible comprender porque estaba actuando así al ver a mi nuevo compañero de clase.

- Debo irme, no hagas nada estúpido, por favor.

Bufé levemente y negué con la cabeza, y de pronto, así tan repentinamente como había aparecido, desapareció; a pesar que llevaba casi un año como espectadora de su acto a lo Houdini era algo con lo que nunca terminaría de acostumbrarme. Suspiré, en ese instante el chico nuevo miró en mi dirección y por segunda vez volvimos a cruzar miradas, por suerte para mi el señor Green decidió que era un buen momento de iniciar la clase, tomé mi lápiz y anoté la fecha, mientras volvía a sentir aquel líquido helado bajando por mi espalda.

Las clases de Historia eran mis favoritas y las disfrutaba tanto que siempre se hacían más cortas de lo que deberían ser, pero en ese instante era distinto, porque mis ojos- y no solo los míos- se iban por inercia a observar al chico nuevo, al parecer solo Nicole sabía su nombre y no fue hasta que el señor Green le amenazó con echarla de la sala, que decidió callar.

Suspiré por milésima vez mientras trataba de escuchar de que hablaba el maestro.

- Los cambios sociales que trajo la revolución industrial fueron dantescos, en una sociedad en la que el hombre…

Miré hacia el lado y el chico nuevo miraba a Green como si encontrase en su rostro la fórmula para convertir el acero en oro, tanta concentración me parecía un poco fingida, pero intuí que siendo el nuevo querría poner máxima atención para no quedarse atrás, me aseguré de mirarlo de reojo pero con la visión perfecta para alcanzar a vislumbrar cada detalle de él, su cabello oscuro y liso que caía graciosamente hacia delante, tapándole un poco los ojos, su nariz recta y perfilada…detuve mi exhaustiva observación y comencé a garabatear sobre mi cuaderno, aún no se me olvidaba la extraña sensación que padecí al encontrarme con su mirada, sin quererlo me sonrojé, había reaccionado de una manera casi ridícula, pero sabía que había sido algo inducido por él, yo no era de las que se emocionaba solo porque un chico era guapo, es más, Freddy solía bromear con que yo era la única adolescente sin hormonas, Eva decía que era porque yo era anormal.

Si supieran todo lo anormal que soy…

- ¿Señorita Evans?

Di un respingo y me percaté que el profesor se dirigía a mi, varios voltearon a verme, y para mi desgracia también el chico nuevo. Enrojecí y me aclaré la garganta antes de hablar.

- Disculpe, no le he escuchado…- comenté bajito.

Varios rieron y Nicole susurró un comentario por lo bajo que de seguro no me favorecía en nada, varios volvieron a reír.

- Lea la página 7 del libro, por favor.

Tomé el libro pero el saber que él seguía con la mirada sobre mi me turbaba de sobremanera, volvía a sentirme torpe y la sensación de vértigo me volvía a invadir. Con dificultad logré ubicar la pagina señalada y comencé a leer, solo cuando dejé de notar ese extraña sensación en la mitad de mi pecho supe que había dejado de ser el objeto de su mirada, mi respiración volvió a sucederse normal y pude terminar la lectura sin contratiempos.

Cuando por fin la clase terminó fui la primera en abandonar el aula, no me apetecía compartir ni un minuto más con ese extraño chico nuevo, lo que más me perturbaba es que al parecer solo yo me sentía como si fuese lanzada a una centrífuga en funcionamiento al verle, mientras el resto de las chicas de la clase ya comentaban sobre lo guapo y perfecto que era y más de alguna lo hacía sin preocuparle si el aludido les escuchaba. Cuando abandoné la sala del señor Green lo último que vi fue a Nicole conversando animadamente con él. ¿Qué más se podía esperar? Chico nuevo, guapo y al parecer interesante, Nicole no tardaría ni medio segundo en asegurarlo en su grupo selecto de amistades.

Cuando llegó la hora de almuerzo toda la escuela sabía de la llegada del chico ruso a nuestra escuela, y lo sabía porque Cassie, mi odiosa compañera de laboratorio en Biología no se aburrió de comentarme todo lo que sabía y se especulaba sobre “Dimitri”, si, porque ese era su nombre. Gracias a ella sabía que era de San Peterburgo pero que había vivido los últimos tres años en Londres y que estaba en Portland viviendo con su hermano mayor. A pesar que me encargué de aclararle a Cassie que no me interesaba para nada saber los pormenores de la vida de un completo extraño ella me los dio igual y me dejó hasta las orejas con el famoso Dimitri, lo único que yo sabía es que no quería volver a tenerlo cerca, además no se me olvidaba la reacción de mi queridísimo amigo al verlo, esperaba que volviese luego junto a mi y me diese una explicación de su comportamiento maniaco.

Vi de lejos a Eva haciéndome señas, ya estaba sentada junto a Freddy, luego de llenar mi bandeja me fui a sentar con ellos, Eva bebía su acostumbrada bebida energética mientras Freddy parecía comer lo mismo que un ejército.

- ¿Te han dicho que las energéticas no son alimento?- le pregunté mientras tomaba mi manzana.

- Estas loca si piensas que comeré algo antes de ir a perforarme, sabes que la anestesia me produce vómitos- respondió mientras volvía a tomar de la lata.

Freddy seguía comiendo como condenado. Miré a mi alrededor unos instantes y divisé la cabeza de Nicole seguida de Dimitri, al parecer ya estaba siendo “introducido en sociedad”, Nicole lo estaba presentando a los de su mesa. Eva miró en mi dirección.

- Dimitri, Dimitri, Dimitri- recitó como si el nombre del chico nuevo fuese un poema victoriano, la miré alzando una ceja.

- ¿A ti también te dará por hablar de él?- no pude evitar que mi tono sonara levemente molesto, fue el turno de ella de mirarme recelosa.

- ¿Qué pasa Heather? ¿Acaso el nuevo… te gusta?

Freddy se echó a reír antes que yo pudiese decir nada, ambas lo miramos, no fue hasta que terminó de tragar que por fin dejó de reír.

- Muy gracioso, Fred- dije en tono irónico mientras él me miraba con reproche por llamarle así- y no, no me gusta Eva, es simplemente que ya estoy harta de escuchar sobre él, ¡He tenido suficiente de Dimitri Moskovits por hoy! ¿No podemos hablar de otra cosa?- pregunté mientras comenzaba a comer de mi almuerzo.

Eva se encogió de hombros mientras aplastaba la lata.

- A mi me parece que es guapo…- comentó.

Ahora fue mi turno de reír, oírle decir eso a Eva era tan bizarro como Freddy regalando su guitarra o yo invitando a Nicole a ir de compras, definitivamente es algo para lo que no estas preparada para escuchar.

- Eso ha sido raro hasta para ti- comenté escéptica- ¿Me puedes explicar que es lo que le ven al nuevo?- pregunté, aparte de ser increíblemente guapo, de mirada inexplicablemente atrapante y dejarme con la misma sensación que si me lanzara en caída libre; no le veía motivo alguno para convertir a Dimitri en el tema de conversación durante mi primer día de escuela.

Eva tomó el pan de mi bandeja y le dio un mordisco mientras me miraba de la misma manera que lo hace mi psicoanalista, esa mirada en que creen que me conocen muy bien y saben lo que estoy pensando, pero eso solo ocurre con una sola persona… y ni siquiera puedo considerarla “persona” como tal…

- No estaría mal que te dieses la oportunidad de conocer chicos, Heather…- comentó Eva mientras volvía a morder el pan.

- Tú lo has dicho, chicos, no el próximo ligue de Nicole Cabot- comenté mientras por segunda vez volvía a divisar el perfil de él a lo lejos.

Por suerte para mi, en algún minuto de su engullimiento bestial Freddy se atragantó y Eva pasó el resto de la hora de almuerzo burlándose de él, y Dimitri Moskovits fue completamente olvidado de nuestro tema de conversación.

Luego de la escuela fuimos los tres a que Eva se perforara, esta vez fue su oreja izquierda la que fue atravesada por una varilla de metal que cruzó su cartílago en dos partes, demás esta decir que mientras Eva anexaba otro piercing a su colección yo me mantuve afuera del local, y es que sabía que era capaz de desmayarme si entraba ahí, el local, atendido por un sujeto gordo cuya cara parecía una lámina de metal de tantos piercings por todos lados, tenía la típica apariencia de esos locales en que solo si eres punki, rockero, motoquero o sadomasoquista puedes entrar y sentirte a gusto.

Luego que Eva saliese del local- y luego de haber estado al menos veinte minutos vomitando en el baño producto de la anestesia- nos dirigimos hacia el auto para ir a casa de Freddy, Eva iba luciendo su oreja mientras yo trataba de no imaginar como fue que logró hacerse eso.

- Deberías hacerte uno, Heather. ¡Ni siquiera tienes un agujero como persona normal!- exclamó mi amiga mientras me tomaba del brazo de manera fraterna.

- Es que Heather no es normal.

- Cierto, Fredd- repliqué yo.

- ¡Hey! No me digas Fredd, solo mi madre me dice así y sabes que lo detesto.

- Fredd, Fredd ¡FREDD!- Eva volvió a repetir el nombre de la misma manera en que lo había hecho con Dimitri en la hora de almuerzo.

Dimitri…

Inesperadamente su rostro se dibujó perfectamente en mi mente, apreté los labios y me obligué a pensar en otra cosa, sin embargo al recordar al chico nuevo también recordé que él aún no volvía. Era extraño, generalmente nunca me dejaba tantas horas sola, es más, parecía disfrutar aquello de estar molestándome y perturbando mi mente o haciéndome saltar apareciendo de improviso, pero ya iban más de 5 horas sin saber de él – y aunque sonase extraño- comenzaba a preocuparme.

Cuando ya estábamos en el auto en dirección a la casa de mi amigo sonó mi celular, no era necesario ser vidente para saber que era mi tío Ronald, solo tres personas tenían mi nuevo celular, y dos de ellas estaban conmigo en el mismo auto.

- ¿Heather?- la voz de mi tío sonaba algo preocupada.

- Hola, Ronald- él insistía que lo llamase por su nombre, con lo cual aún no me acostumbraba, de hecho hasta antes del accidente sólo lo había visto dos veces en toda mi vida al hermano de mi madre, y saber de pronto que era mi único pariente vivo y que tendría que vivir con él fue por completo inesperado, era un sujeto parco pero hacía todo porque yo estuviese bien y cómoda, lo cual agradecía, si no hubiese sido por él, yo hubiese terminado en servicios sociales.

- Necesito que vengas a casa…- su voz parecía algo reacia.

Yo dudé unos segundos, Eva se volteó a verme hacia el asiento trasero.

- Que o-cu-rre- me dijo en mímicas.

- ¿Es muy necesario? Iba a la casa de Freddy…

- Es bastante urgente- respondió él.

- Bien…

Corté la llamada y le pedí a Freddy que me llevase a casa, luego de las protestas de Eva y mis repetidas promesas a Freddy que iría luego especialmente a conocer su guitarra nueva me bajé y entré corriendo a casa, vivíamos en una casa demasiado grande sólo para dos personas, pero Ronald había insistido en que yo necesitaba mi espacio y que esa era la casa ideal para ambos, a mi me parecía algo tétrica, pero omití los comentarios solo por complacerlo a él, después de todo no se me olvidaba que él había dejado mucho de lado en su vida por cuidarme a mi, Ronald era escritor, y uno muy famoso debía decir, ya llevaba publicados 4 libros y el último de ellos estuvo casi tres meses entre los más vendidos del New York Times. Me sorprendí al darme cuenta de lo poco que sabía del hermano de mi madre si no hasta después del accidente.

- ¿Ronald?

- ¡Estoy arriba!

Corrí rápidamente hacia el segundo piso y pasé a su habitación, estaba la puerta abierta y el trataba de cerrar una maleta que sostenía sobre la cama.

- ¿Te vas de viaje?- pregunté mientras tiraba mi mochila al piso y me acercaba a sentarme en la cama.

Él me miró con la culpabilidad palpada en su rostro, pidiendo desde ya una disculpa silenciosa, me preocupe de mantener una expresión neutral, solo para no alertarlo de nada.

- Es necesario, me han llamado a dar una conferencia en Brown, no pude decir que no…

Sonreí y asentí con la cabeza.

- Son solo cuatro días…

Yo volví a asentir en silencio.

- Si es mucho problema para ti…

- Ronald, tengo 16 años… se cuidarme sola y prometo que no haré fiestas ni nada estúpido.

Mi tío suspiro y me miró con sus ojos verdes, muy parecidos a los de mi madre- y los míos- se acercó hasta a mi y se sentó en la cama a mi lado.

- Te pareces mucho a tu madre, Heather…

Inmediatamente se formó un nudo en mi garganta, sin embargo fingí una sonrisa solo para no preocuparlo más, no era conveniente que yo estallase en llanto justo antes que él se fuera.

- … siempre tan decidida, tan fuerte…

Apreté los labios y asentí de manera casi automática, no me apetecía hablar de mi madre ni de ellos, sobre todo porque cada vez que lo hablaba era peor, la herida se volvía a abrir y volvía a repetirse la misma pregunta en mi cabeza: ¿Por qué ellos y yo no? Era la misma maldita pregunta que me llevaba haciendo desde que había despertado en aquella camilla de hospital y me habían confirmado que yo era la única que había salido viva del accidente. Los recuerdos de ese día eran confusos y no me apetecía recordarlos, aún cuando se repetían incansablemente en mis sueños, incluso cuando le pedía a él que velara por mi al dormir.

Luego de asegurarle por centésima vez a Ronald que estaría bien, y luego que él repitiese unas diez veces que me dejaba 50 dólares para estos días y que le llamase si cualquier cosa iba mal, mi tío partió rumbo al aeropuerto. Apenas cerré la puerta supe que él había vuelto.

- Así que tendremos la casa para nosotros, Heather- comentó con su voz un tanto altanera.

Lo miré y meneé la cabeza ignorando por completo su comentario, comencé a subir la escalera y como era de esperarse me siguió.

- ¿Dónde andabas?- pregunté recordando que me debía muchas explicaciones.

- Por ahí…- contestó con evasivas.

Me paré en la mitad de la escalera y me crucé de brazos mirándolo fijamente, sus ojos azules me devolvieron la mirada divertidos, ya no había rastro de aquel repentino enfado de la mañana y yo seguía esperando una respuesta satisfactoria.

- ¿Me dirás que fue ese ataque hormonal tuyo de hoy?

Él solo río, una risa cantarina, celestial…

Bufé y continué subiendo la escalera y entré a mi habitación, era innecesario cerrar la puerta para indicarle que no me apetecía verlo, y es que sabía que entraría igual. Me tiré en la cama y fingí que me disponía a dormir.

- No puedes dormir… es muy temprano aún- comentó él, sentí mi cuerpo ladearse hacia la izquierda y supe que se había sentado en la cama.

- Quiero dormir- repliqué sin mirarlo.

- ¿Sabes que eres el ser humano más odioso de este planeta?- preguntó mientras se acostaba junto a mi, quedando su rostro paralelo al mío.

Lo miré enfadada y a pesar de lo contrariada que me sentía con él porque no me contase sus cosas no podía evitar perderme en lo perfectamente hermoso que era, siempre había sido así, y eso era lo más alterante de todo, era jodidamente perfecto pero lo que tenía en belleza lo igualaba en pesadez.

- Y tú eres igual de odioso incluso no siendo humano…- comenté antes de voltear mi rostro hacia el otro lado.

Volví a escuchar su risa mientras sentía como desordenaban mis cabellos de manera frenética.

- Heather, Heather, Heather…- me quedé muy quieta al recordar a Eva y su manía por decir los nombres tres veces, sólo que con el timbre de voz de él mi nombre sonaba realmente como el inicio de un poema shakesperiano.

Suspiré.

- ¿Me dirás que te ocurrió hoy?

- No

Chasqueé la lengua.

- ¿Nunca te han dicho que eres pésimo en lo que haces?

- No, y nunca lo dirán.

- Pues yo lo digo.

- Heather…- su voz era de advertencia, del tipo “no insistas no hablaré”.

- Lethar…- mi voz fue del tipo “insistiré hasta que me lo digas”.

Volví a voltear mi cabeza para enfrentar su mirada, mientras dimensionaba lo extraña que era mi vida, estaba segura que yo estaba incluida en esa lista de seres humanos fenómenos, aunque era bueno saber que nunca estaba sola- aunque en parte lo estaba- y es que la soledad para mi ya no existía realmente, desde que lo conocí a él, porque aunque él no estuviese conmigo todo el tiempo sabía que igualmente estaba ahí para mi.

Jamás había sido creyente, ni católica ni mucho menos, en mi familia nunca nos obligaron a seguir a ningún credo, pero en ese instante ni siquiera yo sabía que debía creer. Solo tenía la certeza de una cosa, y es que era el único ser humano capaz de ver a su ángel guardián.

7 comentarios:

  1. Lo dicho: Lethar es mi nuevo amor platónico (L)

    Amo esta historia, de verdad.
    Creo que todas mis impresiones te las he ido dando de a poco, pero no está de más venir a comentar.

    Espero la continuación con ansias para poder seguir leyendo a mi adorado Lethar... aunque Dimitri no se queda atrás (L)

    Un besito (:
    Felicidades.
    Muacks *-*

    t'adoro (:

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  2. Me alegra que te hayas animado a publicarlo, yo igual estoy esperando que lo continúes porque ya quiero saber más de Lethar, más por su mal genio cuando alguien menciona a Dimitri xD

    (k)

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  3. Ohmyfuckinggod...
    ¿Es mi imaginación o Lethar me recuerdar a alguien?
    Probablemente si es mi imaginación, pero entonces, no me importaría por que de todas formas Lethar es mi nuevo amor platónico.

    Screw Edward Cullen, I want a Lethar (L)

    Dimitri tampoco está mal,solo lo siento muy pedante por ahora.

    Red, te extraño a morir.

    Seguiré leyenodo ;)

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  4. Me gustó, todo, cómo escribes, cómo redactas, es genial.

    Cuando tenga tiempo seguiré.

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  5. Porfa sigue escribiendo, esta genial esta historia, estoy viciada de ella... Lethar eres lo mejorrrr!!!

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  6. Hola, yo soy un poco intensa pero me ha encantado esta historia, me he enganchado del todo, asi como con todo lo que me haz dicho jajajaja, seguire leyendo esta histora, y me encanta que sean laaaaaaaaaaaargos los capitulos, porque cuando la historia es excelente, los capitulos se hacen muuuuuuy cortos jajaja, bye.(Pdta: si no te acuerdas de mi, soy la q ve Pretty....)

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  7. ooorale!!! esta muy padre esta historia, leeré esto mientras actualizas try again XD soy tu fan, me gusta mucho tu redacción, ojala yo pudiera escribir así.

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