viernes, 1 de mayo de 2009

Capítulo seis: Respuestas

Abrí los ojos, me encontraba en la enfermería de la escuela, lo primero que vi fue a Lethar levitando alrededor mío, apenas vio que lo observaba se detuvo y tomó mi mano.

- Viene Ronald a buscarte, llegará en unos minutos…

Pestañeé varias veces antes de comenzar a comprender y recordar todo, la conversación con Dimitri, la despedida, alguien tomando mi hombro y luego, oscuridad…

Alcé mi mano hacia mi cabeza pero Lethar detuvo mi gesto y posó su propia mano en mi frente, sentí un agradable calor expandiéndose por mi cuerpo, observé a mi guardián, parecía preocupado y molesto.

- ¿Qué ha ocurrido?

Me miró fijamente mientras era obvio que parecía querer dominar lo que estaba a punto de decir.

- ¿Y Dimitri?- pregunté seguidamente.

Me miró y negó con la cabeza mientras ese brillo de enfado volvía a posarse en sus ojos.

- Te desmayas, estuviste apunto de partirte la cabeza y te preocupas por ese imbécil…

Cerré los ojos y moví la mano dando a entender que no me apetecía rebatirle nada. Lethar suspiró.

- Se ha ido…

Sentí un nudo en la mitad de la garganta, no supe por qué aquellas tres palabras me hicieron dudar sobre su verdadera connotación. Pensé en Dimitri, si recordaba bien él debía haberme visto desmayar, de hecho no había nadie más que nosotros dos en ese instante, eso sin contar a Lethar.

- ¿Quién me ha traído?- pregunté mientras mantenía los ojos cerrados.

En ese instante la puerta de la enfermería se abrió apareciendo Ronald con evidente gesto de preocupación.

- Heather…- imitó el gesto de Lethar y posó su mano en mi frente- ¿Cómo te sientes?

- Bien…- respondí, y la verdad es que era cierto, solo algo confundida pero nada más que evidenciara que hacía un momento me había desmayado.

Luego del trámite habitual y que la enfermera de la escuela me recomendase ir al médico, nos dirigimos a casa en el auto de Ronald, Lethar iba sentado atrás en silencio, mi cabeza comenzaba a llenarse de especulaciones e ideas extrañas, hipótesis y esboces que no alcanzaban a concretarse en mi mente, o más bien no querían llegar a hacerlo. Una parte de mi- una gran parte- quería pensar que no había sido más que un simple desmayo, pero algo en la actitud de Lethar me hacía sentir que había algo más.

- Suspenderemos el viaje a Millinocket- dijo de pronto Ronald mientras esperábamos en la luz roja de un semáforo. Me volteé a verlo.

- ¡No!- dije de manera demasiado alterada.

- Se razonable, Heather, no estas bien… no es normal desmayarse, estas con bajas defensas- rebatió mi tío mientras alzaba su mano para tratar de calmar mi reacción.

- En serio quiero ir- supliqué- quiero alejarme de aquí, de la ciudad, respirar aire puro… por favor…

No me esperaba estar suplicando por un viaje hacia los límites del mundo civilizado, Ronald parecía meditarlo un poco.

- Por favor…- volví a arremeter- me hará bien, y lo sabes, mamá siempre decía que el mejor remedio para mejorarse era alejarse de la ciudad…- repliqué.

Un extraño silencio se posó entre ambos, no solíamos hablar demasiado de ella ni del accidente, de alguna forma sabíamos que la herida estaba demasiado reciente y evitábamos rememorar el recuerdo. Sabía que el dolor y la culpa de mi tío eran muy grandes, se arrepentía de haber tenido tan poco contacto con su hermana menor todos esos últimos años, mientras él vivió en Europa, razón por la cual yo apenas lo vi un par de veces mientras mis padres seguían vivos.

Cuando llegamos a casa, Ronald se preocupó de ayudarme a llegar a mi habitación, me recosté en la cama mientras él me observaba pensativamente.

- La enfermera dice que puede que no estés comiendo bien…

- Sabes que no puedo vivir sin comida…-repliqué en tono monótono, sabiendo de que iba la charla.

- ¿Has tenido problemas en la escuela? ¿Mucha presión? ¿Hay algo de lo que quieras…

- Ronald….- le interrumpí mientras me esforzaba por mirarle fijamente- en serio, estoy bien, no se que ha sucedido hoy pero te prometo que no hay de que preocuparse…

Sabía que Ronald se sentía con la responsabilidad de mi bienestar, lo podía leer en sus ojos, y yo solo quería hacerle las cosas fáciles, sabía que nunca había tenido la oportunidad de criar si quiera un gato, pero trataba de hacerlo bien conmigo, le sonreí tratando de infundarle confianza y bienestar que en el fondo yo no sentía.

Desvié un poco la mirada, Lethar se encontraba a mi lado, con el ceño fruncido y claramente frustrado, podía adivinar todos los pensamientos que cruzaban por su cabeza, o al menos intuir de qué trataban…

Ronald me observó y suspiró.

- Es mejor que nos quedemos en casa…

- ¡No!- volví a alterarme demasiado, pero realmente no quería quedarme en Portland- Por favor…

- Debo llevarte al médico, Heather- rebatió él.

- Vamos ahora mismo y partimos mañana, por favor…

- Heather, Ronald tiene razón- interfirió por primera vez mi guardián- es mejor que te quedes aquí…

Me crucé de brazos pero continué mirando a mi tío, esperanzada, algo había pasado conmigo en ese pasillo, esos continuos mareos y mi desfallecimiento, una extraña sensación de inquietud tenía en el pecho desde que había despertado en la enfermería, sentía que quería escapar, huir, alejarme de… algo; tenía un presentimiento que me hacía querer abandonar Portland.

Finalmente Ronald aceptó mi propuesta y esa misma tarde fuimos al médico, había sido el médico de cabecera de mi familia desde que habíamos llegado a la ciudad, por lo que nos conocíamos hacía años, me revisó, y realizó algunos exámenes, concluyó que estaba pasando por una cierta descompensación producto del estrés- bastante extraño por cierto si apenas llevaba una semana de clases- aún así me dio tres días de licencia por lo que no tendría que ir a la escuela hasta el jueves siguiente. Para cuando volvimos a casa Ronald se encontraba más tranquilo, aunque yo seguía con mi cabeza apunto de explotar a preguntas y sensaciones extrañas, aún no había podido hablar con Lethar, y es que no habíamos tenido un momento a solas en ningún momento, no fue si no hasta la noche, luego que Ronald ayudase a preparar mi bolso de viaje, cuando finalmente se fue a su habitación.

Observé a Lethar, durante toda la tarde se había mantenido más callado y serio que nunca, no sabía si interpretar eso como una buena o mala señal, luego que me puse el pijama y me arropé entre las sábanas, me aclaré la garganta con la intención de hablar sobre todo lo ocurrido.

- ¿Lethar?- alisé las sabanas con las manos en un intento de no tener que observarlo.

Él se sentó a los pies de mi cama, podía sentir su mirada fija en mi, sin embargo no fue hasta unos cuantos segundos que alcé la vista para enfrentarle.

- ¿Qué fue lo que me ocurrió hoy?- pregunté bajito, y es que no me apetecía que además de todo mi tío me escuchase hablando sola en mi habitación.

Lethar apretó la mandíbula mientras su posición era demasiado tensa como para estar sentado en una cama, percibía como se esforzaba por aparentar una normalidad que no llegaba a cubrir sus ojos.

- Te desmayaste- respondió denotando lo obvio.

- La pregunta es por qué- repliqué tratando de sonar lo más pacífica y tranquila posible.

Acomodó un poco su posición y desvió la mirada hacia el muro.

- Lo sabes…- respondió con voz seca y sepulcral.

Se armó un nudo en la mitad de mi garganta y por segundos sentí que volvía a faltarme el aire, mi respiración volvió a agitarse de manera forzosa mientras las palabras de Lethar se repetían en mi mente una y otra vez al mismo tiempo que un sólo rostro cruzaba mis pensamientos.

- ¿Todo esto es por… Dimitri Moskovits? ¿Fue… fue por él, todo esto… que ocurrió hoy?- me atreví a preguntar finalmente, necesitaba dejar de eludir lo que se me había hecho obvio desde el primer instante que cruzamos miradas en clase de Historia, y que solo en ese instante estaba aceptando como verdad.

Lethar volvió a mirarme y asintió en silencio mientras los músculos de su rostro se tornaban más y más tensos. Por mi parte no podía estar más alerta y despierta, repentinamente todo el cansancio que me poseía hacía unos pocos minutos había desaparecido, y es que parecía que tendría al fin las ansiadas respuestas de todo lo que encerraba a Dimitri Moskovits, quería saber quien era él, por qué Lethar parecía detestarlo, por qué me ocurrían aquellos malestares cuando él se encontraba cerca, quería saber que escondía tras los oscuros ojos de mi nuevo compañero de instituto, y quería tratar de explicarme por qué a pesar de todo sentía que algo se regocijaba en mi interior cada vez que pensaba en él.

- ¿Qué es lo que ocurre con él?- volví a preguntar- ¿Por qué es tan malo?

Lethar me observó fijamente, de una manera en que pareció atravesarme con su mirada cristalina y cálida, parecía arremolinar muchos pensamientos que me eran imposibles descifrar.

- Ahora no, Heather…- respondió mientras se levantaba de la cama con un movimiento grácil y rápido.

- ¡No puedes dejarme así!- reclamé frustrada mientras me incorporaba un poco sobre la almohada - Tengo derecho a saber por qué me ocurren estas cosas a mi- arremetí.

Lethar se volvió hacia mi acercándose a la cama.

- Me encantaría decirte muchas cosas…- dijo mientras tomaba mis hombros y me instaba a volver a recostarme en la cama- Pero yo no soy el indicado para responder a esas preguntas… al menos, no por ahora…

- ¿Entonces quién? ¿Dimitri?- pregunté contrariada.

Volvió a arrugar el ceño apenas pronuncié su nombre y suspiró.

- No- respondió seco- Ahora duerme, mañana partirás temprano en viaje…

- No quiero dormir- refuté tercamente.

- Pero debes… buenas noches- dijo mientras desordenaba mi cabello con su mano.

- Lethar…- le llamé tercamente, sin embargo él apagó la luz de mi dormitorio mientras seguía con su mano sobre mi cabeza, casi sin darme cuenta a los pocos segundos me había quedado dormida.

Al día siguiente partimos temprano, telefoneé a Eva y Freddy comentándoles de mi viaje a Millinocket, ambos estaban bastante preocupados- especialmente Eva que no dejaba de culpar a la señora de la cafetería por alimentarnos mal y a los profesores por llenarnos de tarea- les tranquilicé a ambos y les dije que los vería el jueves en la escuela, y es que había hablado con Ronald y le había convencido de quedarnos más días de lo que en un principio teníamos planeado.

Recién el sol aparecía por el horizonte cuando mi tío puso en marcha el motor del Land Rover, tomamos la ruta 295 rumbo a Bangor, sabía que podríamos haber tomado un avión para llegar hasta allá pero Ronald disfrutaba de los viajes en carretera como ningún otro, muchos creían que mi trauma a viajar en vehículo después del accidente sería severo, sin embargo curiosamente eso nunca ocurrió, posiblemente porque canalicé el trauma de otras maneras, según mi último psico-analista.

Íbamos a una velocidad media, la radio del auto sintonizaba una canción de Coldplay, comencé a tararearla distraídamente, miré hacia el costado y no pude evitar una sonrisa; Lethar volaba a la par con el auto, sus cabellos claros quedaban hacia atrás producto del fuerte viento descubriendo su frente, sus dedos abiertos en palma mientras parecía palpar el aire, sonreía; por segundos me maravillé con el espectáculo, se veía tan poderoso, tan libre, tan…sobre humano. Desvió la mirada del frente y sus ojos celestes se encontraron con los míos, brillaban, centelleantes, pero esta vez era por lo grandioso del momento, Lethar se movía de manera grácil junto al auto, como una extraña danza donde el ejecutante jamás tocaba el piso ni chocaba con algún obstáculo.

Apoyé la mano en la ventana sin dejar de sonreír, era en momentos como esos en los que me daba cuenta que era realmente bueno tener la capacidad de poder ver a mi guardián. La melodía de “Clocks” sonaba de fondo mientras yo continuaba observando a Lethar y su perfecta sincronización de poder, gracilidad y hermosura.

- “Apuesto a que quisieras poder hacer lo mismo”- se escuchó su voz clara en mi cabeza y yo solo ensanché la sonrisa mientras rodaba los ojos. Ni si quiera en esos momentos era capaz de dejar su soberbia de lado.

Nos detuvimos unos minutos en Bangor, sólo para que yo pudiese ir al baño y luego retomamos el camino por la carretera 95 para ir directo hacia Millinocket, sabía que la finca de Josh Ward estaba en las afueras de la pequeña ciudad, perdida entre bosques a las orillas del lago, por lo que aún nos quedaban unas tres horas más de viaje, por suerte Ronald era un sujeto tan interesante que me apasionaba el escucharle hablar sobre sus investigaciones para su próximo libro o simplemente de anécdotas sobre su estancia en Harvard. Lethar se encontraba a ratos sentado en el asiento de atrás, luego volvía a aparecer afuera, moviéndose a la par del jeep, un momento especialmente incómodo fue cuando no pude evitar hablarle a Lethar y Ronald me miró con cierta preocupación.

- Repaso los diálogos para el grupo de teatro- mentí.

- ¿Desde cuando te ha interesado el teatro?- preguntó mi tío quien era muy perspicaz.

- Desde este año…

En algún minuto del viaje me quedé dormida, no fue si no hasta que sentí a Ronald palparme el hombro mientras Lethar me picaba insistentemente el rostro con su dedo que por fin abrí los ojos.

-Te has perdido lo mejor del viaje…-comentó mi guardián mientras yo miraba alrededor, observando el camino de gravilla que recorríamos.

- Estamos a pocos minutos de llegar...- dijo Ronald mientras dejábamos el camino principal y nos internábamos en otro camino de tierra, más angosto y con grandiosos árboles a ambos lados.

Me dediqué a observar el paisaje, todo lleno de verdor y tonos ocres, el cielo a pesar de estar nublado parecía más hermoso que nunca, vi a lo lejos una bandada de pájaros e inesperadamente me sentí más relajada y apacible que nunca, las palabras de mi madre parecían ciertas, la lejanía con la ciudad lograba calmar la mente. Nos detuvimos al llegar a un inmenso portón de fierro, Ronald abrió la ventanilla y tocó el timbre dispuesto junto a la entrada, luego de identificarse las puertas se abrieron dejándonos pasar.

No reprimí el “oh” de sorpresa, y es que la primera vista de la casa me hizo pensar que mágicamente había retrocedido unos doscientos años y me encontraba rumbo a la residencia del señor Darcy y yo era Lizzie Bennett; la casa era inmensa, en realidad era una mansión, de estilo inglés, de dos pisos y una inmensa puerta.

- Wow… ¿Ahora saldrán los pajes a abrirme la puerta?- bromeé.

Mi tío rió. Volví a mirar a la casa, conocía a Josh Ward porque Ronald lo había invitado algunas veces, habían pasado largas tardes charlando mientras bebían whisky y fumaban puros, era un amigo de la infancia de Ronald, aunque 8 años mayor, su mujer era una adorable maestra en literatura inglesa que solía llevar un exquisito kuchen cada vez que ella y su marido visitaban la casa.

Mientras bajábamos del auto las puertas de la casa se abrieron y salió el mismo Josh a recibirnos en persona, venía prácticamente corriendo lo cual francamente me asombraba, con todo lo que bebía y fumaba no te esperabas que un señor de 60 años tuviese aquella vitalidad.

- ¡Has traído a la encantadora Heather!- dijo mientras me abrazaba fraternalmente.

Entramos a la casa mientras el par de amigos no paraban de hablar, Lethar caminaba junto a mi y observaba hacia todos lados igual que yo.

- El amigo de Ronald es un buen hombre…- comentó mientras atravesábamos el vestíbulo.

Yo sonreí, no necesitaba la confirmación de Lethar para saber que Josh Ward era un hombre genial. Luego de los saludos formales, uno de los empleados me guió hasta mi habitación, en ese instante si que me sentí transportada a un libro de Austen, la habitación era grandiosa, una enorme cama adoselada, un tocador, un ropero gigantesco, y frente a la cama un hermoso ventanal que daba paso a un balcón y a toda la vista del lago.

- Ese es el lago Millinocket- comentó Lethar una vez que estuvimos solos.

- No se porque no me extraña el nombre- ironicé.

Luego de instalarme en mi habitación, nos sirvieron una suculenta comida, la señora Ward se mostró tan atenta como siempre, fue ella quien me enseñó completa la casa mientras me comentaba que había pertenecido a su familia desde hacía cuatro generaciones, recorrimos los inmensos corredores, había una sala de música, más de veinte habitaciones, dos caballerizas y un jardín que no pudo más que dejarme muda de la asombrosa belleza del lugar, el inmenso terreno se habría majestuosamente hacia el lago, en la orilla se divisaba un pequeño muelle que era donde Josh solía pescar, según lo que me contó su señora.

Mientras hacía todo el recorrido Lethar aparecía y desaparecía a intervalos, aunque nunca pasó de las dos horas lejos, me limité a fingir que no me importaban sus ausencias, pero algo en su gesto me decía que estaba preocupado, por mucho que tratara de taparlo con una sonrisa que fallaba estrepitosamente al no llegar a iluminar sus celestes ojos como siempre.

La noche llegó rápidamente y el cansancio también, me había levantado demasiado temprano aquel día, Ronald pasó por mi habitación a darme las buenas noches y no tardé en caer rendida al sueño, lo último que vi fue a Lethar a mi lado separando mis cabellos como solía hacerlo, pero con la mirada perdida en alguna parte del infitnito.

Los días pasaban raudos en aquella inmensa casa, eran muchas las cosas que poder hacer y francamente no podía estar disfrutando más en aquel lugar, habíamos salido a cabalgar con Ronald, Josh y su mujer hacia los terrenos del bosque, había aprovechado de fotografiar cada rincón del lugar, y es que me parecía tan mágico que quería guardar recuerdos de aquello, aún cuando el señor Ward dijo que podíamos venir cuando quisiésemos. El sol salía tímido cada mañana, abriéndose paso entre la niebla matutina tan típica de Maine, y luego se alzaba, dando intervalos de sol y nubes en el transcurso del día, mientras una sutil brisa parecía barrer sutilmente con las hojas que ya comenzaban a caer de los árboles, si había algo que me gustaba de esa región era el otoño, en mi antigua ciudad, San Diego, era difícil percibir ese cambio tan radical que se vivía en Maine con el cambio de las estaciones, en otoño las hojas se tornaban amarillas, anaranjadas, incluso algunas rojas, de colores tan vívidos y surrealistas que parecían pintadas por la mano de un pintor.

El Lunes en la noche, después de la cena salí hacia la inmensa terraza que daba hacia los jardines y el lago, Lethar me siguió con su típico andar despreocupado pero que tenía esa característica elegante y sobre humana que lo hacían único, sus hombros casi tocaban los míos al caminar, de pronto, en un movimiento espontáneo atrapé su mano con la mía, sentí la sorpresa por la manera en que sus dedos respondieron torpemente a mi agarre, sin embargo no tardaron en envolver mi mano enviándome esa calidez única en él. Sabía que se sentía sorprendido, generalmente no solíamos demostrarnos demasiado afecto, pero durante aquel fin de semana, mientras comenzaba a aclarar una de las tantas cosas en mi cabeza tenía la certeza de una cosa, sin Lethar estaría perdida, y aunque sonase incluso maniaco era algo que no podía negar, todo ese vacío que se había creado en mi con la pérdida de mi familia había sido llenado en gran parte por él, no podía explicar cómo, era una simple constatación de una verdad, simple, pura y llana.

Comencé a bajar los escalones y a caminar por el pasto, sentí la mirada de mi guardián sobre mi.

- ¿Pretendes ahogarme en el lago?- preguntó con su típica voz burlona, yo solo reí y negué con la cabeza.

Continuamos caminando hasta que casi alcanzamos la orilla del lago, a nuestras espaldas la casa se dibujaba hermosa, con ventanales luminosos y la luna menguante más atrás. Solté la mano de él y me senté en el pasto sin importar que estuviese un poco mojado, Lethar hizo lo mismo, ambos nos mantuvimos en silencio unos minutos. Suspiré, realmente lo había traído hacia aquel lugar porque quería conversar, había pensado mucho en mi guardián aquellos días, y me daba cuenta de lo increíblemente poco que sabía de él, por otro lado sentía que si lograba conocer mejor a Lethar, lograría entender que era lo que tenía en contra de Dimitri.

- Pregunta, Heather…- dijo él con una media sonrisa- se que te mueres por preguntar algo… me lo dice tu corazón subitamente inquieto y el tono de tu aura…

Me sonrojé un poco y me reí nerviosamente, estaba claro que Lethar era el que mejor me conocía, no en vano había estado conmigo desde mi nacimiento, aún cuando yo no podía verlo.

- ¿Cuántos años tienes?- pregunté finalmente.

La pregunta sonó increíblemente ridícula al formularla en voz alta, me mordí la lengua y maldije mentalmente, en realidad con el coro de grillos de fondo y las pequeñas olitas que se formaban a las orillas del lago mi pregunta había sonado bastante fuera de lugar, aún así me obligué a no bajar la mirada y esperar su respuesta.

Lethar flectó las rodillas y apoyó los brazos sobre ellas mientras me miraba de una manera extraña, estaba claro que no se esperaba aquella pregunta.

- Quiero decir… Siempre has sido un guardián pero… seguro naciste en algún momento…- mi voz se apagó gradualmente.

- No lo se…- respondió finalmente, me miró y claramente parecía algo sorprendido con sus propias palabras- No es algo que me haya puesto a pensar antes… la vida para nosotros es un continuo… no importa en que minuto comenzó…

Asentí en silencio mientras meditaba sobre sus palabras.

- Entonces has tenido muchos otros protegidos antes que yo…- continué.

Él asintió en silencio mientras tomaba una piedra y la lanzaba al lago, la piedra rozó la superficie unas cuatro veces antes de finalmente hundirse en las oscuras aguas.

- Y cuando yo muera tú serás guardián de otro humano…- repliqué.

Lethar desvió la mirada rápidamente hacia mi, me quedé muy quieta observando como sus ojos parecían decir mucho más que sus labios sellados.

- ¿No es así?- volví a preguntar esperando otro asentimiento de su cabeza, sin embargo él volvió a posar la vista en el lago.

Cuando pensé que ya no tendría respuesta y me disponía a preguntar otra cosa él habló.

- Es el ciclo… hasta que haya otro humano con el que tenga conexión…- respondió con seriedad.

- ¿Cómo así?- volví a preguntar mientras abrazaba mis rodillas con los brazos.

- Los guardianes no elegimos a nuestros protegidos directamente…- respondió con voz seria.

En aquellos instantes me pareció que percibía todos los años de sabiduría que albergaba Lethar, en ese momento sentía que estaba junto a un ser de magnificencia infinita y eso me hizo sentir inmensamente… terrenal, había tanto de lo que ignoraba por el simple hecho de ser humana.

- … no cualquier guardián puede cobijar a cualquier humano- continuó explicando- las llamamos “conexiones”- arrugó el ceño como tratando de buscar una explicación acertada- es algo como tener “afinidad” con el humano en cuestión, pero en un sentido mucho más profundo… tú no lo buscas, simplemente sabes que ese humano esta destinado a ti.

Me mordí el labio y asentí en silencio, trataba de imaginar todo en mi cabeza y parecía algo que escapaba de mi completa comprensión, era difícil imaginar a todos los humanos del mundo con guardianes invisibles caminando a sus lados.

Lethar me miró expectante, como alentándome a la siguiente pregunta, me enderecé un poco mientras me devanaba los sesos por ordenar el sin fin de preguntas que tenía para él, en ese instante el viento comenzó a soplar un poco más fuerte y me estremecí levemente, Lethar abrió su brazo y sin pensarlo me cobijé a su lado.

- ¿Por qué yo puedo verte y los demás no pueden ver a sus guardianes?

Esa pregunta se la había hecho con anterioridad pero Lethar nunca me había dado una respuesta satisfactoria, sin embargo por lo que vislumbré de su mirada fija supe que quizás esta vez sería diferente.

- Porque tu alcanzaste a entrar a mi plano pero te devolviste por voluntad…- respondió.

Me reincorporé separándome un poco de su cuerpo para mirarlo fijamente, intuía que era por algo así, pero eso me dejaba más dudas.

- ¿Entonces todos esos que dicen que ven el túnel y la luz pero que no la siguieron también son capaces de ver a sus guardianes?- pregunté súbitamente.

Lethar rió y negó con la cabeza, su risa sin embargo fue irónica.

- Heather, tú atravesaste ese… “túnel”… tú alcanzaste esa… luz…

Su frase fue precedida por un absoluto silencio, interrumpido solo por los grillos y las ramas de los árboles a nuestro alrededor. Sus palabras sonaron extrañas en mi mente, hasta donde yo sabía me había negado a seguir a Lethar hacia donde él me dirigía pero nunca tuve la constatación exacta de lo que había ocurrido conmigo.

- ¿Yo… morí?- la frase sonaba demasiado dramática, casi sacada de una de esas malas telenovelas que solían dar en los canales extranjeros.

Él volteó su cuerpo para verme directamente con facilidad, sostuve su mirada mientras sus ojos transmitían una respuesta silenciosa.

- Pero…- comencé a sentir que todo era demasiado irreal y bizarro, mi corazón comenzó a latir de manera rápida y furiosa.

- Heather…cálmate- dijo mientras tomaba mis manos, bufó y miró hacia el cielo- ¡No he roto ninguna regla!- reclamó mientras fruncía el ceño como un niño pequeño.

Seguí la dirección en que Lethar miraba pero solo vi estrellas y una bandada de aves cruzando los cielos, de seguro eran patos que se trasladaban hacia el otro hemisferio, huyendo del crudo invierno de Maine.

- ¿Hablas con… ellos? ¿Ellos nos… vigilan?- pregunté comprendiendo todo en unos pocos segundos. Lethar volvió a mirarme y asintió.

- No siempre…- corrigió.

- ¿Y por qué lo hacen ahora?- volví a arremeter.

Él negó con la cabeza, y por segundos sentí que sostenía mis manos con más fuerza de lo debido.

- Estas haciendo muchas preguntas hoy, Heather…

- ¿Será porque tengo muchas dudas?- ironicé- ¡Además siempre te limitan a tantas reglas!- estallé de pronto, sintiendo enfado contra aquellos que no permitían que Lethar fuese completamente honesto conmigo.

Volví a encontrar su mirada, sus ojos celestes brillaban de una manera sobrenatural debido al brillo de la Luna, mientras sus cabellos se movían de un lado a otro con la tímida brisa nocturna.

- Las reglas son necesarias… y contigo más aún- explicó con voz monótona.

- ¿Por qué?

- Porque tú no deberías verme…

- Pero lo hago y fin del asunto…

- No, no es tan fácil- Lethar soltó mis manos y se incorporó rápidamente caminando hacia el lago, me quedé en mi sitio observándole en silencio, como sus pies se separaban del suelo y comenzaba a caminar sobre la superficie del lago, formando pequeñas ondas en el agua- Los humanos no nos ven porque como primera regla tenemos prohibido crear… lazos afectivos recíprocos con… ustedes…- dijo mientras se acercaba volando hacia mi.

Medité sus palabras y arrugué el ceño, comencé a pensar en la relación que Lethar y yo teníamos, tragué saliva en grueso cuando comparé sus palabras con nuestra realidad; según eso, estábamos rompiendo la regla principal, ya que era obvio que lo que sentía por él era cariño, y aunque no me lo dijese nunca, sabía que era recíproco.

Lethar pareció comprender lo que en ese instante cruzaba por mi mente, negué con la cabeza y me levanté caminando hacia él, seguía suspendido unos centímetros del piso y me aguardó en la misma posición.

- Eso no es justo… no pueden…

- Por eso nos vigilan…- me interrumpió- porque casos como el tuyo son muy raros y les prestan atención…- concluyó.

- ¿Entonces solo puedes tener lazos afectivos con… seres como tú?- pregunté mientras me acercaba más.

Lethar se quedó muy quieto ante esa pregunta, lentamente fue descendiendo hasta que sus pies volvieron a tocar el pasto y la hierba que cubrían el terreno, yo aguardé silenciosa, mientras mi mente olvidaba por completo el por qué había iniciado esa ronda de preguntas que nos habían llevado hasta ese punto.

- Los guardianes no podemos enamoramos, Heather- respondió de manera que me sonó algo amarga e incluso ofuscada.

No supe porqué pero algo dentro de mi se encogió ante aquella última frase de él, aunque mi pregunta no fue directamente a buscar aquella respuesta, pero ahora que la tenía sentía una especie de vacío… mezclado con pena… ¿frustración?

- Eso no es justo…- dije mientras arrugaba el ceño y tomaba una de sus manos, Lethar sonrió y con su mano libre me desordenó el cabello.

- La justicia es relativa, Heather- concluyó mientras comenzaba a caminar hacia la casa.

Fue en ese instante en que me percaté de los largos minutos que nos habíamos quedado junto al lago y que mi cuerpo estaba casi entumecido, fue como romper la burbuja sobre nosotros y todo lo que habíamos hablado aquella noche, súbitamente vino a mi todo el resto de preguntas y preocupaciones que tenía sin responder, y Dimitri Moskovits ocupaba la mayor parte de ellas.

Aún así me dejé llevar por mi guardián, y a pesar de sentir como el cansancio se apoderaba de cada músculo de mi cuerpo, tardé mucho en dormirme, ni siquiera los dedos de Lethar separando mis cabellos lograron que mi mente abandonase los recuerdos de su última frase dicha.

“La justicia es relativa…”

Lo era, pero en aquel instante, algo muy dentro de mi sentía que la balanza estaba cuadrada en contra.

9 comentarios:

  1. Ya sabes que me encantó *-*
    Si bien todavía hay preguntas que responder, me gustó que Leth pudiera darle respuesta a algunas de sus interrogantes.

    Lo amo *-*
    Y ya sabes que me da el patatús si se da lo que te comenté xDDDD pero sería :O! *-* xD

    Amo a los amigos de Ronald *-* me caen de un bien xD y la casa es genial *---------*

    Me encanta la historia, lo sabes.
    Y bueno nada, esperaré el próximo capítulo (LLLL)

    Un besito, t'adoro *-*

    Muacks (:

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  2. Esperaré el siguiente....
    Buena histOria- increiblemente atrapante.
    Un besO

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  3. vaya, es una pasada la historia, me encanta. y por cierto, yo ya empeze a publicar la mia en el blog, os lo dejo aqui por si la quereis leer. http://quieroaunvampiro.blogspot.com/2009/05/primer-capitulo.html , espero que os guste.

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  4. Lethar te queremos!!!!
    Me encantó tu historia, la seguiré sin lugar a dudas.

    bsos

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  5. Te he enlazado usando la imagen q tienes en la cabecera del blog. bsos!!!

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  6. Hola chica! aqui pasándome a ver si habías subido el siguiente jejej. Sabes? deberías poner una Cbox, así nos podríamos comunicar mejor todos =)

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  7. X favor sigue escribiendo, no veo el momento de leer el próximo capítulo, lo haces grandioso!!

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  8. Ok, os digo mis teorias.. Me parece q Dimitri era un Angel guardián igual q Lethar y fue expulsado o renunció a sus derechos como en la película City of Angels de Nicholas Cage y x eso es q Heather puede verle, jejeje.. O, simplemente Dimitri es un Angel oscuro, o un demonio, o es un Angel de la muerte y Heather y todos los mortales pueden verle igual y el quiere llevarse a Heather especificamente, quiere q muera y x eso Lethar la protege, xq considera q aún no es su tiempo de morir..

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  9. bishop, conozco ese apellido, otra novela ' el descubrimiento de las brujas ¿aproposito? ¿o casualidad? Amo la historia

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